’ ¿Por qué esta generación reclama un signo? ’


Pida con fe, sin titubear nada

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’ ¿Por qué esta generación reclama un signo? ’
Religión
Febrero 16, 2020 22:48 hrs.
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Lunes 17 de febrero 2020


La Palabra de Dios

Primera lectura
Sant 1, 1-11
Santiago, siervo de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a las doce tribus, dispersas por el mundo.

Hermanos míos: Cuando se vean asediados por toda clase de pruebas y tentaciones, ténganse por dichosos, sabiendo que las pruebas a que se ve sometida su fe les darán fortaleza, y esta fortaleza los llevará a la perfección en las buenas obras y a una vida íntegra e irreprochable.

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios y él se la dará; porque Dios da a todos con generosidad y sin regatear. Pero tiene que pedírsela con fe y sin dudar; pues el que duda se parece a las olas del mar, que van y vienen, agitadas por el viento. Quien es inconstante e indeciso en su vida, no recibirá nada del Señor.

Que el hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su humilde condición, pues se acabará como las flores del campo. Porque sale el sol y con su calor quema las hierbas; se caen las flores y se acaba su belleza. Así se marchitará el rico, en medio de todas sus empresas.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 118, 67. 68. 71. 72. 75. 76
R. (77a) Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Antes de la aflicción fui un descarriado,
pero ahora obedezco tus palabras.
Tú que eres bueno y haces beneficios,
instrúyeme en tus leyes. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Sufrir fue provechoso para mí,
pues aprendí, señor, tus mandamientos.
Para mí valen más tus enseñanzas
que miles de monedas de oro y plata. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Yo bien sé que son justos tus decretos justos,
y que tienes razón cuando me afliges..
Señor, que tu amor me consuele,
Conforma las promesas que me has hecho. R.
R. Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.


Aclamación antes del Evangelio
Jn 14, 6
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.


Evangelio
Mc 8, 11-13
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: ’¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal’.

Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Pida con fe, sin titubear nada
Santiago se hace hoy muy actual; constantemente van a probar nuestra fe en este tiempo que nos ha tocado vivir, en el que casi podemos decir que estamos en un mundo sin Dios, mejor dicho un mundo en el que no se quiere a Dios. Se le rechaza, se le critica, se le juzga, se le odia. A nosotros cristianos se nos pide fortaleza en la Fe. El estilo de vida que llevamos como seguidores de Jesús debe ser auténtico y hay que vivirlo y transmitirlo.

Santiago al comenzar su carta se presenta como servidor de Dios y de Jesús, no alardea de ello sino que lo hace desde la máxima humildad. Y eso somos, fieles siervos de Dios y de Jesús para hacer vivo el Evangelio, para ser fuertes en las pruebas, pues son muchas y de diversas formas se nos hacen presentes.

Podemos caer en el miedo , en la vergüenza, casi hasta negar nuestra fe; hay mucha violencia, mucho fanatismo, y ahí es donde la presencia de Dios se hace fuerte en nosotros; sentirle a nuestro lado nos ayudará a levantarnos, a vencer todo miedo, a luchar para que el mundo viva el Amor que Dios nos da.

Nunca debemos dudar, nunca debemos bajar nuestra mirada. La duda nos lleva a entrar en un estado en el que vamos de aquí para allá como las olas del mar, y nuestro mar debe estar sereno, firme, para que podamos entrar en lo profundo y encontrarnos con el mismo Dios. Catalina hablaba en uno de sus diálogos: ’Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro , más te busco’.

Como Catalina busquemos con amor, con pasión, y Dios nos ayudará y nos dará todo. El obstáculo de la duda hay que saltarlo, y saber que siendo pobres, desprendidos de todo, encontraremos el mayor de los tesoros, al mismo Jesucristo que tanto necesita nuestro mundo.

Aprovechemos este texto que nos invita a la oración, a la alegría, a la paciencia y a la humildad.

¿Por qué esta generación reclama un signo?
En el Evangelio de hoy vemos cómo los fariseos no entendieron nada, ni percibieron el significado de la multiplicación de los panes y los peces. Y discutieron con Jesús pidiéndole un signo.

Hoy seguimos sin enterarnos de nada, pedimos signos y, sin embargo, tenemos el signo mayor, el propio Jesús, su Vida, su Resurrección. Qué tristeza no sería la de Jesús en ese tiempo y en nuestros días, ante tanta ceguera, ante tanta indiferencia.

Así que Jesús se marchó sin darles ningún signo. Si se lo estaba dando todo y ellos no querían ver, sus ojos, los del corazón, estaban demasiado cerrados, y así no se puede ver nada, todo está oscuro, vacío, hueco. Se nos muestra la belleza de la vida, la abundancia del amor, de la entrega, y no vemos nada, no queremos ver.

Nuestra fe es débil , queremos tener pruebas, signos, que nos demuestren , que nos hagan ver. No dejamos de pedir señales así como lo hacían los judíos cuando Pablo les predicaba, pero la única señal que se les podía dar, que constantemente él presentaba era la Cruz y la Resurrección.

No podemos rechazar la oportunidad que Jesús nos da para creer, para sabernos salvados por su Amor. Porque nos amó hasta el extremo, hasta dar la vida, y no nos enteramos, no lo vemos. Sí, sé que me repito en lo mismo, pero eso es lo que necesitamos, que nos lo repitan una y otra vez para que dejemos de estar tan ciegos, tan sordos. No podemos endurecer nuestro corazón ante tanto Amor, debemos estar dispuestos a reconocer a Jesús.

Quizá los fariseos le pedían una señal espectacular, como las que hizo Moisés ante el faraón…, el milagro de los panes y los peces no les parecía suficiente, no era un milagro grande; o los enfermos que curaba, no, eso no era espectacular. Por muchas señales que hubiera hecho Jesús, hubiese dado igual, no creerían, había falta de fe, y seguimos sin fe.

Si alguna vez nos doliésemos de los pecados de los otros, de su propio dolor, de sus soledades, de sus angustias, de sus muertes en vida, ese amor que Cristo nos tiene lo sentiríamos en el hermano, y así nuestra fe, volvería a nacer, a crecer y a fortalecerse.

Abramos los ojos de nuestro corazón al Amor, a la Esperanza, y hagamos de nuestra oración un constante diálogo con Dios para que nuestra Fe sea fuerte.

Debemos estar atentos para no dejarnos contagiar por esa levadura de la incomprensión e incredulidad de los que nos rodean. Debemos abrir nuestro corazón y reconocer con los ojos de la fe cuál es la verdadera identidad de Jesús, ese mismo Jesús que se ha revelado en la multiplicación de los panes y los peces, como ese pastor mesiánico, el único portador de nuestra salvación.

¡Qué mayor signo que el de Cristo que vive en cada uno de nosotros!
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas
Bormujos (Sevilla)

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