’ Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá ’


Servir no como esclavos, sino como seres libres

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’ Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá ’
Religión
Octubre 19, 2021 20:46 hrs.
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La Palabra de Dios

Miércoles 20 octubre 2021

Primera Lectura
Rom 6, 12-18
Hermanos: No dejen que el pecado domine su cuerpo mortal y los obligue a seguir sus malas inclinaciones; no pongan sus miembros al servicio del pecado, como instrumentos de maldad. Por el contrario, pónganse al servicio de Dios, puesto que habiendo estado muertos, él les ha dado la vida; pongan también sus miembros a su servicio, como instrumentos de santidad. El pecado ya no volverá a dominarlos, pues no viven ustedes bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia.

¿Podemos entonces pecar, puesto que ya no vivimos bajo el régimen de la ley, sino bajo el régimen de la gracia? De ningún modo. ¿Acaso no saben ustedes que al someterse a alguien para obedecerlo como esclavos, se hacen sus esclavos? Si ustedes son esclavos del pecado, es para su propia muerte; si son esclavos de la obediencia a Dios, es para su santificación.

Pero gracias a Dios, ustedes, aunque fueron esclavos del pecado, han obedecido de corazón las normas de la doctrina evangélica que se les han transmitido, y así, una vez libres del pecado, se han hecho esclavos de la santidad.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 123, 2-3. 4-6. 7-8
R. El Señor es nuestra ayuda.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
que lo diga Israel,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres nos asaltaban,
nos habría devorado vivos
el fuego de su cólera.
R. El Señor es nuestra ayuda.
Las aguas nos hubieran sepultado,
un torrente nos hubiera llegado al cuello,
un torrente de aguas encrespadas.
Bendito sea el Señor,
porque no permitió
que nos despedazaran con sus dientes.
R. El Señor es nuestra ayuda.
Nuestra vida se escapó como un pájaro
de la trampa de los cazadores.
La trampa se rompió
y nosotros escapamos.
La ayuda nos viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
R. El Señor es nuestra ayuda.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 24, 42. 44
R. Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben
a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 12, 39-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre’.

Entonces Pedro le preguntó a Jesús: ’¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?’

El Señor le respondió: ’Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que lo pondrá al frente de todo lo que tiene.

Pero si ese siervo piensa: ‘Mi amo tardará en llegar’ y empieza a maltratar a los otros siervos y siervas, a comer, a beber y a embriagarse, el día menos pensado y a la hora más inesperada llegará su amo y lo castigará severamente y le hará correr la misma suerte de los desleales.

El siervo que conociendo la voluntad de su amo, no haya preparado ni hecho lo que debía, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, haya hecho algo digno de castigo, recibirá pocos.

Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Servir no como esclavos, sino como seres libres
En la carta a los Romanos Pablo habla mucho de la justicia (en su sentido bíblico podemos entenderla como la amistad del ser humano con Dios). Y la opone a la situación que teníamos antes de que Cristo nos redimiera con su muerte y resurrección. La ley antigua nos mantenía esclavos del pecado, pero Cristo nos rescató y nos hizo libres, justificándonos con su gracia, reconciliándonos gratuitamente con Dios.

No obstante, podemos volver a recaer en el pecado; por eso hemos de vivir vigilantes, controlando las inclinaciones malsanas de lo que el Apóstol llama el ‘hombre viejo’. Ahora no vivimos bajo la ley, sino bajo la gracia; pero esto no significa que no respetemos ninguna norma, sino que ahora ’somos esclavos de la justicia’, es decir, nos regimos por las exigencias de la amistad con Dios.

Una consecuencia de esta nueva situación de gracia es que no pongamos nuestros miembros al servicio del pecado, es decir, que mantengamos toda nuestra realidad concreta, cuerpo y alma, sometida al influjo de la gracia. No sólo nuestra vida interior, sino todo lo que somos ha de estar al servicio de la justicia, de lo que Dios quiere de nosotros.

Velar no por temor, sino por responsabilidad
Jesús habla muchas veces de la vigilancia, de la necesidad de estar atentos a hacer el bien en toda ocasión. Y pone dos ejemplos iluminadores: el dueño de una casa, que vigila para que no le roben por descuido; y el administrador de una propiedad, o el criado de alguna casa, que trata de ser siempre fiel a sus obligaciones para merecer el elogio por su comportamiento y no ser censurado por falta de responsabilidad.

El primer ejemplo apunta a la incertidumbre de la hora en que vendrá el Señor. Nos invita a estar preparados, pues el Hijo del hombre llegará como juez de nuestros actos. No se trata de evitar sorpresas desagradables ante la gravedad de ese juicio (el Señor no está al acecho de nuestros fallos), sino de vivir convencidos de que Dios está constantemente presente entre nosotros y hacer siempre las cosas con el esmero que él merece. Ningún momento es menos relevante que otro para obrar el bien.

El segundo ejemplo hace referencia a las responsabilidades en la comunidad. El encargado de alguna tarea, si es prudente, tratará de permanecer fiel en el desempeño de la misma hasta que el Señor venga. No ya por temor a ser castigado si no cumple con su deber, sino más bien por la conciencia que tiene de servir a los demás con lo mejor de sí mismo, sabiendo que todos los otros son sus hermanos.

Para nosotros el único Señor es Jesús resucitado; todos los demás somos servidores y hermanos, cualquiera que sea el puesto que ocupemos. Y los que están situados más arriba tienen una mayor responsabilidad. ’Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá’. A todos, sin embargo, se nos pide el máximo. No está más lleno el vaso que rebosa que el dedal que se derrama por los bordes. Ambos colman su capacidad.

¿Vivimos siempre pendientes del Señor, sin obsesión, pero sin pereza? ¿Servimos siempre con diligencia, sin agobio, pero sin desidia?

Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)

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