’ ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ’



’Ni la muerte ni la vida nos podrá separar del amor de Dios

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’ ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ’
Religión
Octubre 28, 2020 20:38 hrs.
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La Palabra de Dios

Viernes 29 octubre, 2020

Primera lectura
Flp 1, 1-11
Nosotros, Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, deseamos la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, a todos los hermanos en Cristo Jesús, que están en Filipos, y a sus obispos y diáconos.

Cada vez que me acuerdo de ustedes, le doy gracias a mi Dios, y siempre que pido por ustedes, lo hago con gran alegría, porque han colaborado conmigo en la propagación del Evangelio, desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido de que aquel que comenzó en ustedes esta obra, la irá perfeccionando siempre hasta el día de la venida de Cristo Jesús.

Por lo demás, es muy justo que yo tenga estos sentimientos para con todos ustedes, pues los llevo en mi corazón, y tanto en mi prisión como en la defensa y consolidación que hago del Evangelio, ustedes participan conmigo de la gracia de mi apostolado. Dios es testigo de cuánto los amo a todos ustedes con el amor entrañable con que los ama Cristo Jesús.

Y esta es mi oración por ustedes: Que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual. Así podrán escoger siempre lo mejor y llegarán limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de los frutos de la justicia, que nos viene de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 110, 1-2. 3-4. 5-6
R. (2a) Que grandes son tus obras, Señor.
Quiero alabar a Dios, de corazón,
en las reuniones de los justos.
Grandiosas son las obras del Señor
y para todo fiel, dignas de estudio. R.
R. Que grandes son tus obras, Señor.
De majestad y gloria hablan sus obras
y su justicia dura para siempre.
Ha hecho inolvidables sus prodigios.
El Señor es piadoso y es clemente. R.
R. Que grandes son tus obras, Señor.
Acordándose siempre de su alianza,
él le da de comer al que lo teme.
Al darle por herencia a las naciones,
hizo ver a su pueblo sus poderes. R.
R. Que grandes son tus obras, Señor.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 14, 1-6
Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Había allí, frente a él, un enfermo de hidropesía, y Jesús, dirigiéndose a los escribas y fariseos, les preguntó: ’¿Está permitido curar en sábado o no?’

Ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tocó con la mano al enfermo, lo curó y le dijo que se fuera. Y dirigiéndose a ellos les preguntó: ’Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su burro o su buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado?’ Y ellos no supieron qué contestarle.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder
Cuando miramos la creación, y en ella al ser humano, no podemos dejar de pensar en aquellas palabras del Génesis: ’Y vio Dios que era bueno.’ Y es que el amor de Dios se expande, se manifiesta en todo lo que crea y todo lleva la huella de su amor y de su bondad.

Y sin embargo, somos conscientes de que nuestra vida tiene muchas zonas de sombra, de oscuridad. Percibimos nítidamente la existencia del mal en nosotros y a nuestro alrededor.

Pablo, en la primera lectura de hoy nos invita a resistir al mal. Con un lenguaje militar, que la gente de su entorno entendía bien, compara la vida como un combate contra un enemigo cuya fuerza es ’sobrehumana;’ de esta manera nos está transmitiendo el poder del mal, su capacidad de introducirnos en caminos que nos llevan a alejarnos de Dios, de los demás y de nosotros mismos; caminos que nos llevan a la muerte.

Por eso Pablo nos exhorta a ’armarnos’ interiormente; y esto se traduce en la práctica en abrir a Dios el libro que es nuestra vida, con sus luces pero también con sus sombras, para poder leer con Él lo que ha ido ocurriendo en ella; en confiar en la fuerza transformadora y salvadora de su Palabra; en orar incesantemente para pedir que venga a nosotros y a nuestro mundo el Espíritu Santo que nos conduce hacia la verdad de nosotros mismos, que nos enseña a vivir en justicia, que nos pone en marcha para continuar la misión de Cristo y anunciar el Evangelio de la paz.

En estos momentos de mi vida ¿qué vivo como mal en mi vida y en la vida de nuestro mundo? ¿Qué recursos interiores de los que propone Pablo puedo ir cultivando más en mí?

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
De camino hacia Jerusalén, Jesús recibe una advertencia: Herodes quiere matarle. Los fariseos le invitan a alejarse, lo cual parece lo más prudente. Sin embargo, Jesús contesta a los fariseos en unos términos fuertes y valientes, incluso provocativos. Frente a los consejos de los fariseos de evitar aquello que amenaza su vida, Jesús pone de manifiesto aquello que la sostiene, que le hace fuerte interiormente y que por tanto le permite vivir esa situación amenazante no como algo que le haga temblar y que le paralice, sino como algo que está ahí y es real, pero que nunca podrá impedirle vivir aquello que es para él lo fundamental, lo importante, incluso más que la propia vida: la fidelidad a la voluntad del Padre que ha hecho suya, que es su alimento y su orientación vital. Por eso Jesús puede afirmar con toda libertad ’nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente.’ (Juan 10, 18)

Y es que en el horizonte de la vida de Jesús está la Vida con mayúsculas, que resitúa todo, incluso la misma muerte. Lo expresaba de forma maravillosa José Calderón Salazar, periodista guatemalteco. ’Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de Resurrección’

Es esa Vida que surge del Amor de Dios, la que orienta el caminar de Jesús y la que se refleja en sus gestos de expulsar demonios y sanar enfermos. Una Vida que nada ni nadie podrá vencer, ni siquiera la muerte.

Jesús no es un iluso, conoce la suerte de aquellos que se atrevieron a cuestionar a las estructuras injustas que oprimen a las personas y a cuestionar a quienes las sostienen; intuye también su suerte. Pero no parece ser su muerte lo que más le duele, sino la incapacidad de Jerusalén para acoger la Palabra de Salvación, su actitud de cerrarse a ella y de esta forma labrarse su propia ruina. Aunque no una ruina definitiva como parece que se deduce del último versículo: una luz de esperanza se dibuja al final del camino, cuando juntos podamos proclamar: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

La experiencia de sentirse amenazado, con fundamento objetivo o no, es una experiencia que a todos nos acompaña; es la experiencia de que algo pone en peligro en mayor o medida nuestra vida, nuestra integridad personal o física.

Ante lo que nos amenaza nuestras reacciones son variadas: miedo, rabia o agresividad, vergüenza; y según ese sentimiento nuestra reacción es diferente: huimos, nos bloqueamos, reaccionamos con agresividad o violencia etc.

A veces la amenazas son reales y otras no lo son pero las percibimos como tales.

Reconozcamos en este día aquellas situaciones por las que nos sentimos amenazados y también pongamos nombre a las emociones y reacciones que provocan en nosotros. Que podamos acogerlas y vivirlas a la luz de la esperanza que nos trae siempre la Palabra de Dios porque sabemos que ’ni la muerte ni la vida nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús". (Romanos 8,38-39)

Hna. María Ferrández Palencia, OP
Congregación Romana de Santo Domingo

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