’ El Espíritu os enseñará lo que tenéis que decir ’


Aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

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’ El Espíritu os enseñará lo que tenéis que decir ’
Religión
Octubre 15, 2021 22:17 hrs.
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La Palabra de Dios

Sábado 16 octubre 2021

Primera Lectura
Rom 4, 13. 16-18
Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.

En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.

Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 104, 6-7. 8-9. 42-43
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Descendientes de Abraham, su servidor,
estirpe de Jacob, su predilecto,
escuchen: el Señor es nuestro Dios
y gobiernan la tierra sus decretos.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Ni aunque transcurran mil generaciones,
se olvidará el Señor de sus promesas,
de la alianza pactada con Abraham,
del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Se acordó de la palabra sagrada
que había dado a su siervo, Abraham,
y sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 15, 26. 27
R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor,
y también ustedes serán mis testigos.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 12, 8-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’Yo les aseguro que a todo aquel que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá abiertamente el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios; pero a aquel que me niegue ante los hombres, yo lo negaré ante los ángeles de Dios.

A todo aquel que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero a aquel que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven a las sinagogas y ante los jueces y autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir’’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

El Espíritu Santo os enseñara
En esta primera lectura vemos como Dios hizo la promesa a Abrahán mucho antes de la introducción de la circuncisión, mucho antes de la Ley. Y Abrahán fue un hombre de fe en la promesa, Dios salvó a Abrahán por su gracia.

Abrahán sólo creyó en Dios, se fio de Él, sin peros, sin titubeos, como hacemos hoy en día que estamos tan faltos de fe. Se tomó en serio su promesa, escuchó su Palabra.

La fe siempre antes que la ley. La ley no es mala, y hay que respetarla y cumplirla , pero a veces la ley no nos ayuda, nos esclaviza si nos quedamos en la letra de la ley y no nos deja vivir con libertad; es la Fe la que nos guía, esa fe verdadera y pura en Dios la que nos llevará siempre a vivir en plenitud.

Y por ser fiel y fuerte en su fe, le hizo padre de muchas naciones.

Creyó firmemente en el testimonio de Dios, y aún en las muchas dificultades que vivió, permaneció fiel.

La debilidad viene siempre en nuestra búsqueda por nuestros miedos que nos paralizan y nos hacer perder la fe, dejamos a Dios a un lado. Pero en esta lectura Abrahán nos invita a ser fuertes en vivir de esa gracia que Dios nos da, porque quiere que seamos salvados, que vivamos nuestra vida en plenitud.

La fe es una gracia que nos da Dios, es un instrumento por el cual recibimos la justificación de Dios, recibimos a su propio Hijo Jesús. La fe es un regalo que no podemos dejar, porque es nuestra fuerza para seguir los pasos de Cristo.

El Hijo del hombre me defenderá ante los ángeles
Lucas en este evangelio nos invita a pararnos a reflexionar y orar varios puntos importantes para nuestra vida de creyentes.

Un primer punto sería el reconocer a Jesús. Saber comprometernos con Él ante todos los hombres sin avergonzarnos, sin callarnos que somos sus seguidores, que creemos en su vida y no negándole por esos miedos o vergüenzas; o quizás como muchos puedan pensar, que ser cristianos es un engaño, una mentira de siglos. Y tantas y tantas cosas en contra de Cristo.

Y ante eso cuantas veces no callamos, agachamos la cabeza y miramos para otro lado. ¡Cómo sale nuestra cobardía en vez de mirar de frente, con fuerza y valentía y reconocer que somos creyentes, y que sin Dios no somos nada!

Nos callamos por miedo, tapamos lo que nuestro corazón siente por Dios, y le negamos pensando que como Dios es misericordioso Él no nos negará. Pero para que eso no ocurra debemos dar un fuerte y fiel testimonio de nuestra entrega y amor a Cristo en nuestras vidas y así estaremos siempre en comunión con Él.

Otro de los puntos o invitaciones que se nos hace en este evangelio es reconocer al Espíritu Santo en nosotros viendo el paso de Dios en nuestras vidas. Ver y reconocer lo que Dios va haciendo en nosotros, en nuestro mundo tan aislado de Él y a la vez tan necesitado de Dios.

Si blasfemamos contra el Espíritu estaremos renegando de Él, nos estaremos resistiendo a su obra, a su gracia. El espíritu es quien nos guía, quien nos da la fuerza para ir por nuestro mundo proclamando la Buena Noticia.

Y por último aunque sea repitiendo un poco, Jesús nos pide nuestra confianza en Él, nos pide que no tengamos miedo de ser sus testigos, pensemos en cuántos mártires ha habido y continúan dando su vida por él, con valor, con firmeza e incluso con alegría de ser Cristianos.

Con Él lo tenemos todo, y no nos damos cuenta del gran privilegio el regalo de sentirnos amados por Dios. ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué callarnos?

Y ahora tomo unas palabras del Hermano Rafael Arnaiz, que nos pueden servir y ayudar mucho: «Aquel que me defienda delante de los hombres, el Hijo del hombre le defenderá ante los ángeles» (Lc 12, 8-12).¡Qué hipocresía decir que nada tiene, el que tiene a Dios! ¡Sí!, ¿por qué callarlo? ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué no gritar al mundo entero, y publicar a los cuatro vientos, las maravillas de Dios? ¿Por qué no decir a las gentes, y a todo el que quiera oírlo? ¿Ves lo que soy? ¿Veis lo que fui? ¿Veis mi miseria arrastrada por el fango? Pues no importa, maravillaos, a pesar de todo, yo tengo a Dios, Dios es mi amigo, que se hunda el sol, y se seque el mar de asombro…, Dios a mí me quiere tan entrañablemente, que si el mundo entero lo comprendiera, se volverían locas todas las criaturas y rugirían de estupor. Más aún todo eso es poco. Dios me quiere tanto que los mismos ángeles no lo comprenden. ¡Qué grande es la misericordia de Dios! ¡Quererme a mí, ser mi amigo, mi hermano, mi padre, mi maestro, ser Dios y ser yo lo que soy!’.
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas
Bormujos (Sevilla)

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