Texcoco, Edoméx.- La maestra Amparo Molotla Xolalpa ha muerto.
La mujer de corazón florido descansa.
Su cuerpo yace.
Será una porción de tierra baldía.
Parece que duerme.
En el camino del entendimiento las certidumbres fortalecen la imaginación y entonces el comprender se torna revelación, suceso que purifica y produce identidad.
Amparo Molotla tuvo la paciencia monástica de coleccionar infinidad de evidencias de la riqueza cultural de nuestro entorno.
Configuró una bella colección de rebozos. Pintaba y hacía cuadros en chaquira y popotillo. Hacía bordados tejidos y pintados. Sabía e impartía cátedra sobre medicina naturista y la gastronomía de nuestros pueblos originales.
Era experta culinaria. Conocía del tamal y el atole todos sus secretos
Fue escritora prolífica. Su más reciente publicación ha sido El Sueño de Yolohxóchitl.
Fue Investigadora incansable y enamorada del Señor Aculhua, el excelso Nezahualcóyotl, y de las auténticas raíces del Anáhuac.
En varias casas de la Cultura del oriente mexiquense dio clases de lo mucho que sabía.
Hacía poemas de variada índole.
Dominaba el náhuatl.
Tenía y presentaba exposiciones de trajes, juguetes tradicionales, muñecas, nacimientos, por todo el Estado de México.
Hace un par de años le escuché en una conferencia sobre danza folclórica, en la Casa de la Cultura de Chimalhuacán, decir aspectos tales que los comprendí del siguiente modo: La danza folclórica se transmite hasta el centro del corazón de quienes la asumen como fulgor interno: y entonces la heredad de esa música y esos bailes se reproduce con la espuma de los días.
Habló esa vez de ’Costumbres y tradiciones del Estado de México’, en la Biblioteca Municipal de Chimalhuacán, así como en el homenaje póstumo que se hizo en memoria de la maestra Catalina Velasco Hernández, en el Centro Regional de Cultura Nezahualcóyotl.
La maestra Amparo Molotla habló ’del conocimiento de lo que somos, de nuestras tradiciones, a través de la danza folclórica’.
Literalmente, la maestra Molotla era un ejemplo de amabilidad.
Acostumbraba instrumentar sus charlas del siguiente modo, primero en náhuatl y después en español: ’mi corazón está contento de que estén aquí en Chimalhuacán’. Entonces, sus palabras se internaron en la travesía e importancia histórica, social y cultural del saludo, de los cuentos, de las leyendas y mitos, de los refranes, de la gastronomía, de las hierbas medicinales, de la música, de los maestros. Más adelante, al referirse, específicamente, a la danza folclórica hizo hincapié en que ’el traje que se pone al bailar nos transforma y a la hora de danzar nuestro corazón arde, porque la música viene de la naturaleza y nosotras las mujeres somos semejantes a las flores. Y todos los seres humanos somos flores. Donde no hay flores no hay frutos’, subrayó.
En aquella ocasión advirtió que la danza folclórica es la esencia de lo mexicano ante el mundo.
’Debemos defender siempre ese México mágico y místico’, advirtió.
Luego, se refirió a la perspectiva de la identidad, de la importancia de preservar y difundir lo nuestro.
Sus inapelables juicios sobre las costumbres y la tradición prevalecen.