Aquellas reformas funcionaron debido a…

Aquellas reformas funcionaron debido a…
Periodismo
Agosto 26, 2016 23:13 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


Ante el ambiente enrarecido de nuestros días, a uno y otro lado del espectro político no faltan adalides quienes dicen ser poseedores de la verdad absoluta. Sin embargo, eso no es lo peor. Vivimos tiempos en que los integrantes de la clase gubernamental dirigente, buscan no apartarse de la corrección política bajo el pretexto de que hay que quedar bien con cada uno, aun cuando al final de cuentas no los deja en buenos términos con nadie. Sobre asuntos de reformas comentaremos en esta ocasión.
Todos sabemos que la instauración de cambios siempre habran de generar resistencias y para vencerlas hay que tener más que deseos y se sugiere ingerir aquel platillo que recomendaba el Presidente Don Adolfo López Mateos y vaya que a él le sobraban de los ingredientes que conformaban aquel guiso. En esas reflexiones andábamos cuando vinieron a nuestra mente los tiempos en que el país se encontraba inmerso en el primero de los grandes cambios que nos permitió constituirnos en nación. Aquel que emprendieron y lograron llevar a buen puerto, a pesar de todas las resistencia internas y externas que enfrentaron, la más grande generación de mexicanos que haya existido en nuestra historia, la de LOS HOMBRES DE LA REFORMA. Y para comentar sobre ellos, recordando lo que siempre nos dijera Michael S. Mayer, nuestro asesor de tesis doctoral, ’cuando vayas a tomar información de otras fuentes, cítalas…’ acudimos a la publicación recopilada y editada por Jorge L. Tamayo, ’Benito Juárez: Documentos, Discursos y Correspondencia.’ En el cuarto volumen de dicha obra, encontramos una circular, fechada el 20 de enero de 1861, enviada a los gobernadores de los estados justo después de que el gobierno juarista había triunfado sobre la reacción conservadora y clerical.
El documento en comento era firmado por el entonces ministro de relaciones, el político- periodista-historiador-Liberal, Joaquín Francisco Zarco Mateos, ancestro de Don Adolfo, y en el cual daba a conocer las directrices bajo las cuales operaria de entonces en adelante el gobierno del estadista Juárez García con quien previamente había acordado el contenido del documento. Hay que recordar que por aquellos tiempos, los colaboradores del presidente de la republica asumían sus responsabilidades y no esperaban que el jefe saliera a defenderlos. Para iniciar, Zarco les indicaba que ’el gobierno asegurara a los mexicanos a los mexicanos el ejercicio de todos los derechos que la Constitución les concede…la necesidad de reorganizar la administración pública y de sacar al país del caos en que lo ha hundido la anarquía reclama medidas prontas, severas, enérgicas, pero en nada afectan la cuestión política. El gobierno las dictara en el orden económico y administrativo para evitar la disolución social…’ Aquellos hombres no andaban convocando mesas de dialogo o lanzaban admoniciones para que los rejegos volvieran al buen camino.
Como muestra, Zarco precisaba: ’Las reformas sociales decretadas en Veracruz y que se reasumen en la nacionalización de los bienes de manos muertas, la libertad de cultos, la consiguiente independencia entre la potestad civil y la espiritual, están sancionadas por la opinión, ha sido el principal objeto de la contienda y, en vez de estar en pugna con la Constitución, son el desarrollo del germen que ella contenía.’ Tras de esto viene un texto que cualquiera diría que Zarco estaba escribiendo en el siglo XXI y no en el XIX, al indicar: ’El Gobierno ni puede ni debe retroceder en la vía de las innovaciones, tan conformes con el espíritu del siglo y que son el único medio de reanimar y fortalecer una sociedad casi aniquilada por inveterados abusos y oscuras preocupaciones, destrozada por medio siglo de discordias. La emancipación del poder civil, la libertad de conciencia, el respeto a todas las creencias, aseguran la paz y traerán a la Republica nuevos elementos de riqueza y prosperidad.’ Lo que sigue deberían de aprendérselo gobernantes y clericales, quienes en caso de tener problemas para retenerlo, podrían proceder cual chamaco castigado y hacer cien planas del texto hasta que lo memoricen.
Como Don Joaquín Francisco era un Liberal de tiempo completo y no andaba con nimiedades de corrección política para que no lo fueran a excomulgar, dejó muy claro que: ’las Leyes de reforma no son, como ha dicho el espíritu del partido, una hostilidad contra la religión que profesa la mayoría de los mexicanos; lejos de eso, otorgan a la Iglesia la más amplia libertad, la dejan independiente para que obre en los espíritus y en la conciencia, la apartan del bastardo influjo de la política y hacen cesar aquel fatal consorcio de dos potestades, que producía el escándalo, unas veces, de que los Gobiernos abusaran del nombre de la religión oprimiéndola y, otras, de que el clero se convirtiera en un instrumento de dominación.’ Hasta nuestros días algunos aun no acaban de entender que los asuntos de la fe son estrictamente privados y ahí es en donde deben de operar quienes tienen como función principal salvar del averno a los pecadores incorporados a su organización.
Dado que los Liberales del Siglo XIX no median actuar o dejar de hacerlo en función de lo que dijeran encuestas de veracidad dudosa, afortunadamente no existían, no tenían empacho en dejar claro que: ’El gobierno está resuelto a llevar a cabo las reformas decretadas, a plantearlas en la Republica entera y a hacer que se hagan sentir los beneficios derramándose y descendiendo desde la cumbre de la sociedad hasta las clases más desvalidas.’ Para ello, estaban conscientes de que era necesario procurar ’combinar todos los intereses creados, [aclarar] todas las dudas para facilitar la adquisición de la propiedad y lograr no sólo la destrucción del poder que ha mantenido el país en perpetuas agitaciones, sino el desarrollo del crédito, la extinción o disminución de la deuda, la creación del erario, la capitalización de empleos civiles y militares, la reducción del presupuesto y las grandes mejoras materiales.’ Acto seguido para que no quedara duda de que lo suyo era cambiar el rumbo y operar una nación autentica, dejaban muy claro que: ’El Gobierno…no ejercerá la dictadura, se sujetara al orden legal; pero reorganizara la administración y, en casos necesarios, dictara medidas legislativas aceptando la responsabilidad que le resulte de no vivir inerte y de no contemplar impasible los males del país.’ No olvidemos, la cita corresponde al siglo XIX cuando la fama del país en el exterior era entre mala y pésima, gracias al desastre creado por los gobiernos conservadores, el último de ellos encabezado por Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo aquel cuyas dotes financieras de dudosa honradez lo llevo a contratar una deuda ruinosa con la Casa Jecker y dejó comprometido el futuro y el buen nombre del país. Por esto, Zarco Mateos precisaba que: ’El Gobierno hará valer [ante otros países] sus derechos con moderación y dignidad, no provocara conflictos, protesta ante el mundo su deseo sin cero de mantener amistosas relaciones con todos los pueblos y de cumplir con todos los compromisos internacionales que le imponen los tratados y el derecho de gentes. Cree que los Gobiernos de algunas Naciones amigas han sido mal informados acerca de la situación en México, procurar hacerles conocer toda la verdad y, guiado por un espíritu de conciliación y de justicia, intentara el arreglo satisfactorio de todas las cuestiones pendientes por todos los medios posibles y que están en práctica en todo el mundo civilizado…’ Claro que los Liberales mexicanos hicieron todo lo posible por revertir la imagen negativa, pero la curia y los conservadores no cejaban en su empeño por exhibir en el exterior a la nación. No habían quedado satisfechos después de la derrota. Aun cuando el estadista Juárez García planteaba considerar a los vencidos simples adversarios políticos, ’esos hombres que caminaron sin plan, que ensangrentaron al país, que ultrajaron las leyes, que en su demencia de tiranía se mancharon con hechos atroces y barbaros, no puede verse un partido político vencido. Formaron una gavilla numerosa, llena de títulos; se llamaron funcionarios públicos, se arrogaron el poder, pero no pensaron más que en saciar viles rencores y ambiciones personales.’ No, no estamos comentando sobre el siglo XXI, seguimos en los acontecimientos del XIX.
Pero no todo eran asuntos políticos, los Liberales estaban ciertos del papel fundamental que jugaba la educación en el futro de la patria por ello, apuntaban que sería ’efectiva la libertad de enseñanza, dejándola a la familia, al municipio, al Estado, a la asociación religiosa. El Gobierno, por su parte procurara generalizar la educación primaria, perfeccionar la facultativa en todas las profesiones y merecerán todo su cuidado las escuelas de Medicina, de Agricultura, de Artes y oficios, de Minería y de Comercio, y las Academias de Bellas Artes; establecimientos que encuentra unos casi en ruina y otros totalmente destruidos por el Gobierno de vivac, que sentía que su perdición estaba en el desarrollo de las inteligencias y en la difusión de las luces.’ Y sin presumir de feminismo alguno, los de entonces apuntaban que ’secularizados los establecimientos de utilidad pública, se atenderá también a la educación de las mujeres, dándole la importancia que merece por la influencia que ejerce en la sociedad.’ Esto también, por supuesto, era mal visto por la curia y sus compinches quienes siempre les han negado valor alguno, salvo el de rezanderas y procreadoras de futuros clientes, perdón seguidores.
En un contexto de fomentar el federalismo, los Liberales estaban ciertos de que era un ’deber del Ejecutivo estrechar el vínculo federal y ayudar a los Estados a plantear su régimen interior con la libertad e independencia que ellos convivieron en el pacto de su unión. Respetando su soberanía en su régimen interior y, creyendo que los que más han luchado lo han hecho por reconquistar las libertades públicas, hará que en la Republica entera se disfruten desde luego las ventajas todas del orden legal.’ En ese mismo tenor planteaban operar los asuntos de la hacienda pública.
Bajo el principio de un manejo escrupuloso y abierto de los recursos públicos, se planteaba que ’sin un presupuesto fijo, invariable, es imposible la administración de la Hacienda. La bancarrota y el descredito fueron siempre el fruto de la prodigalidad. Las rentas públicas en que se aglomeran lo superfluo de la opulencia y el óbolo de la miseria, no son el patrimonio de los Gobiernos, ni están destinadas a ganarse amigos y prosélitos: son el bien de la comunidad y no pueden distraerse de lo que a esta sea benéfico y necesario.’ La resonancia de estas palabras traspone los siglos y llega justo al XXI de nuestros días acompañando a otra medida que entonces se tomó para poner en orden a los rijosos soliviantadores de asonadas. En ese contexto, fue discutida en el Consejo de Ministros ’la expulsión del señor Arzobispo de México [el neolonés, Lázaro De La Garza y Ballesteros] y de algunos señores Obispos que tuvieron parte en la subversión de las instituciones y en la prolongación de la guerra civil, la orden del destierro fue plenamente aprobada y se acordó subsistiera.’ Aquí cabe precisar que en el Consejo mencionado, Zarco fue el único que se opuso a la medida, arguyendo que ’los desterrados [deberían ser] sometidos a juicio ante el tribunal competente, que examinara su culpabilidad y fallara conforma a las leyes.’ Ante la derrota, Zarco renunció, pero el estadista Juárez no le aceptó su separación del cargo. De esa estatura eran los hombres de aquella generación.
Lo narrado es apenas un resumen breve de como aquella grandiosa generación de mexicanos, se embarcaron en la más grande reforma que haya vivido la patria y que gracias a ella pudimos emerger como nación. Sí alguien llegara a preguntarse porque ellos sí pudieron, a pesar de toda la oposición existente, culminar con el éxito, simplemente responderíamos porque fueron hombres con visión de estado quienes estaban mucho más allá de ver como sacaban raja política, viendo como metían la zancadilla al oponente o bien como les habría de ir en la elección próxima. Y mucho menos aparecían espantados con el petate de la excomunión que les mostraban aquellos que al ver limitadas sus canonjías son capaces de armar revueltas, acudir a príncipes foráneos o bien encandilar a creyentes para ir a matar semejantes en el nombre de sus muy particulares y respetables formas de interpretar los asuntos de la fe. En el siglo XIX, las reformas tuvieron éxito porque un grupo de mexicanos plenos de convicciones actuaron haciendo uso de los instrumentos con que la ley los proveía y no se arredraron ante las protestas. En el siglo XXI, las reformas andan tambaleándose porque algunos dudan de usar las herramientas que la ley les proporciona y otros porque temen caer en la incorrección política o bien por que el domingo próximo les nieguen la hostia y los hagan candidatos a la excomunión. A quienes hoy dudan en cumplir su responsabilidad política, mucho bien les haría repasar la historia de México, en especial el capítulo concerniente al actuar de la más grande generación que la patria haya dado, la de LOS HOMBRES DE LA REFORMA. En el actuar de cada uno de ellos habran de encontrar respuestas a lo que hoy no encuentran como resolver. Nada de que aquellos son asuntos antiguos, al final los problemas y soluciones solamente están cubiertos por ropajes distintos, pero siguen abrigando estructuras orgánicas similares. vimarisch53@hotmasil.com
Añadido (1): Como ejemplo de por dónde andan los nuevos valores de la literatura Mexicana, el XII Festival Internacional de Letras en San Luis Potosí, tendrá como invitado principal, y mejor pagado, a un escritor eximio!!!, el ciudadano Yordi Rosado.
Añadido (2): Afortunadamente no todo son noticias de calidad dudosa en el ámbito cultural. El INBA hizo justicia plena al otorgar la Medalla Bellas Artes 2016 al poeta, dramaturgo, director de escena, actor, pedagogo y crítico de teatro, ensayista y editor, José Ramón Enríquez Alcázar, él sí es un auténtico valor de las letras mexicanas desde hace varias décadas.
Añadido (3): De que está bien acompañado ni quien lo dude. No olvidemos que Martin Luther King, Joseph Robinette Biden Jr., Gabriel García Márquez, Camilo José Cela y Trulock, José de Sousa Saramago, Carlos Fuentes Macías, Elena Poniatowska Amor y por supuesto Agustín Lara y Aguirre del Pino, entre varios, también portan los galones que los identifican como miembros del pelotón de fusilamiento.
Añadido (4) En 1973, Arthur Meier Schlesinger, Jr. publicó ’The Imperial Presidency.’ En 1997, en un acto de originalidad extrema, Enrique Krauze Kleinbort presentó ’La Presidencia Imperial.’ Uno trata sobre los excesos de la institución presidencial en los EUA, el otro en México. Pura coincidencia, se nos olvidaba lo que apuntara Platón, las ideas están en el Topos Uranus y de ahí los hombres las toman para hacerlas propias.

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