Opinión

Así nos ha ido con los Republicanos…

Así nos ha ido con los Republicanos…
Periodismo
Septiembre 16, 2016 22:37 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


Hoy, en los EUA, Demócratas y Republicanos continúan inmersos en la lucha por lograr que sus respectivos candidatos obtengan la presidencia. Aquí, en nuestro país, seguimos testificando como la diplomacia mexicana fue a terminar, digámoslo benévolamente, en manos de amateurs. Mientras tanto, nosotros, damos seguimiento al recorrido histórico que iniciamos la semana anterior y en esta ocasión comentaremos de cómo le ha ido a México con los 18 gobernantes estadounidenses emanados del Partido Republicano, procedamos.
En 1854, tras la desintegración del Partido Whig varios de sus miembros, opuestos a la esclavitud, crearon el Partido Republicano. En 1856, el primer candidato presidencial al amparo de esa bandera fue John C. Fremont quien obtuvo la victoria en 11 de los 16 estados de los EUA. Sin embargo, en términos de votos electorales, fue derrotado por el Demócrata James Buchanan quien era apoyado por los estados esclavistas del sur. No sería sino hasta 1860 cuando Abraham Lincoln (1861-1865), se convertiría en el primer presidente proveniente del ala republicana. Esto provocó el disgusto de los estados sureños y pronto tendría Lincoln que hacer frente a la Guerra de Secesión. No obstante, se dio tiempo para mirar hacia México y dejar claro que nuestro país debería tener un gobierno estable y sólido ya que quienes apostaban por la anarquía en México podrían servir de inspiración a aquellos que, en los EUA, buscaban la secesión. De igual manera, el gobierno de Lincoln, se opuso a la intervención francesa en nuestro país, aun cuando poco pudo hacer pues estaba más ocupado en tratar de apaciguar a los separatistas sureños. En medio de esto, brillaría la diplomacia mexicana encabezada por el embajador nuestro en aquel país, Matías Romero Avendaño quien, como representante del gobierno del estadista Benito Pablo Juárez García, logró convencer a los estadounidenses de que si caía México, el siguiente objetivo de Napoleón III serían ellos. Una vez abatidos los sureños, Lincoln no dispuso de mucho tiempo para voltear y apoyarnos. El 15 de abril de 1865, una bala impidió que se ocupara directamente de nuestros asuntos. No sería sino hasta cuatro años más tarde cuando volveríamos a relacionarnos con un presidente de origen republicano.
Ulysses S. Grant (1869-1877) quien llamó la invasión a México, en 1846-47, una de las acciones más injustas que haya cometido un país poderoso en contra de uno débil, esto no evitó que como teniente arriara duro en contra de los nuestros en las batallas de Molino del Rey y Chapultepec. Años después, Lincoln lo nombraría general en jefe, los demás habían resultado un fiasco, de las fuerzas del ejército de la Unión y lograría que el líder de los sureños, Robert E. Lee, le entregara su espada el 9 de abril de 1865. Como presidente, tuvo poca relación con nuestro país. Retiró el reconocimiento diplomático cuando, derivado de las revueltas internas promovidas por el héroe del 2 de abril, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, cayó el Presidente Sebastián Lerdo De Tejada y Corral. Asimismo, vio como ocupaban, sin reconocerlos, la primera magistratura José María Iglesias Inzaurraga y Juan Nepomuceno Méndez Sánchez y, por un lapso breve, Díaz Mori. Para el periodo siguiente, los estadounidenses repitieron con otro republicano.
Rutherford Birchard Hayes (1877-1881) ordenaría a sus tropas combatir a los forajidos que invadieran territorio estadounidense, aun cuando tuvieran que cruzar a México. Esto generó que el Presidente Díaz Mori enviara tropas a la frontera y, salvo diferencias verbales, al final ambos gobiernos acordaron combatir conjuntamente a los delincuentes. En medio de ello, en 1877, el gobierno de Hayes reconoció al de Díaz quien cumpliría puntualmente con los abonos para el pago de la deuda y utilizaría la diplomacia para convencer a los hombres de negocios estadounidenses que era factible invertir en México. En 1880, inició la construcción de los ferrocarriles que apuntaban del centro de México hacia el norte. Hayes al igual que sus sucesores de origen Republicano, James A. Garfield (Marzo-Septiembre, 1881), quien fuera asesinado; y, Chester Alan Arthur (1881-1885) mantendrían con el Presidente Manuel González Flores una relación que permitió el incremento de las exportaciones y las inversiones estadounidenses en México especialmente en la construcción de líneas ferroviarias. Respecto al Presidente Arthur y el Presidente Díaz cabe apuntar que, en 1883, cuando había dejado el gobierno prestado por un rato a su compadre González y aprovechado para casarse con Carmen Romero Rubio y Castelló, mientras la pareja disfrutaba de su ’luna de miel,’ visitaron Washington en donde fueron recibidos por el presidente estadounidense. Una vez que Don Porfirio fue electo nuevamente, mantuvo relaciones cordiales con Arthur y más tarde con Benjamin Harrison (1889-1893), aun cuando en 1885 enfrentaría las presiones para que aboliera la zona de libre comercio en la región fronteriza, lo cual no hizo, sino que la amplio a toda la franja. Para el cierre del siglo XIX, la presencia económica estadounidense en México continuaría creciendo.
Un ejemplo de lo anterior, es el discurso que el ministro de relaciones exteriores mexicano, Ignacio Mariscal pronunciara, enfrente del presidente William McKinley (1897-1901), durante un evento efectuado en Chicago en 1899. Ahí, Mariscal apuntaría que no solamente la proximidad geográfica nos unía, sino que México había adoptado sus instituciones y modelado su sistema político en forma muy semejante al estadounidense, además de que compartían el mismo símbolo, el águila. Sería esta ave estadounidense la que guiaría a la mexicana la cual seguiría el ejemplo de su hermana mayor. Ello no impedía al Presidente Díaz criticar la Doctrina Monroe y empezara a voltear hacia Europa para copiar su modelo de vida.
A principios del Siglo XX, las inversiones europeas y el afrancesamiento, se intensificaron en México. Cuando en 1901, una bala cegó la vida de McKinley, accedió al poder el padre del ecologismo estadounidense, Theodore Roosevelt (1901-1909) quien definiría su política hacia América Latina, en 1904, en el llamado Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe. Mediante este, los EUA se abrogaban el derecho de intervenir militarmente en aquellos países que no fueran capaces de gobernarse por sí mismos. Varias fueron las invitaciones que recibió, el Presidente Díaz Mori del Presidente Roosevelt para que México interviniera en los asuntos de otras naciones latinoamericanas, algo a lo cual el mandatario mexicano no prestó atención. De nada valió la foto que Roosevelt dedicó de puño y letra a Díaz, en la cual se lee: ’"From a well-wisher to Mexico, and an admirer of its illustrious chief, President [Porfirio] Diaz, and with the regard of Theodore Roosevelt September 1904." (De alguien que desea la felicidad de México, y un admirador de su jefe ilustre, el Presidente Porfirio Díaz, y con los mejores deseos de Theodore Roosevelt Septiembre 1904). Mientras el país consolidaba su crecimiento económico, no se desarrollaba a pesar del incremento en las inversiones, para entonces en mayor cuantía provenientes de Europa que de los EUA. Bajo ese escenario, se darían las relaciones con el siguiente presidente estadounidense, William Howard Taft (1909-1913) quien privilegió la ’dollar diplomacy.’ En 1909, en Ciudad Juárez, Chihuahua-El Paso, Texas, se daría el primer encuentro entre presidentes de ambos países. Más allá de lo protocolario nada significativo surgió. Cuando estalló la Revolución Mexicana, Taft proclamó que se mantendría al margen. Sin embargo, los EUA fueron el escenario de la transición pactada, misma que descompuso, de la mano de la curia católica mexicana el embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Taft afirmaba que no autorizaba el accionar criminal de Wilson, pero no lo retiro del cargo. Taft habría de ver pasar, además de Díaz, otros cuatro presidentes mexicanos, Francisco León de la Barra, Francisco Ygnacio Madero González, Pedro Lascuráin Paredes y Victoriano Huerta Ortega. Ocho años trascurrirían antes de que otro republicano morara en la Casa Blanca.
El antiguo editor de diarios en Ohio, Warren Gamaliel Harding (1921-1923) tuvo acercamientos no oficiales con el gobierno mexicano no obstante que el gobierno mexicano encabezado por el Presidente Álvaro Obregón Salido carecía del reconocimiento diplomático estadounidense. Lo mismo externó su beneplácito cuando Obregón tomó posesión, más tarde recibiría al secretario de hacienda mexicano Adolfo De la Huerta Marcor e inclusive en 1922 autorizó que los mexicanos cruzaran si necesidad de presentar documentos a los EUA. Finalmente en mayo de 1923, ambos gobiernos decidieron dialogar. Casi al final de las negociaciones, Harding fallece durante su gira por el oeste estadounidense y no pudo ser testigo del surgimiento de los allá conocidos como ’General Claims Conventions’ y acá como los Tratados de Bucareli, en torno a los cuales nuestras plumas tejieron una leyenda negra que no soporta ningún análisis documental serio. Sería el presidente John Calvin Coolidge (1923-1929) quien extendiera el reconocimiento diplomático a México, el acto que daba inicio a otra etapa en las relaciones México-EUA. Sin embargo, ello no estuvo exento de sobresaltos, especialmente cuando el embajador estadounidense en México, James R. Sheffield trató de generar conflictos hasta terminar convertido en un hazmerreír. Con la llegada como embajador de Dwight W. Morrow, el estadista Plutarco Elías Calles pudo construir una era nueva en las relaciones con los EUA. El Presidente Coolidge estableció que no se inmiscuiría en los asuntos internos de México cuando Los Caballeros de Colon fueron a pedirle que nos invadiera o bien cuando su amigo William Randolph Hearst emprendió una campaña periodística en contra de México. En general, las relaciones fueron cordiales, pero ello no evitó acusar a México de apoyar a los rebeldes nicaragüenses encabezados por Augusto Cesar Sandino. En la construcción del estado mexicano moderno mucho tuvieron que ver el Presidente Coolidge y su embajador Morrow quien logró arreglar las diferencia petroleras y además convencer a los fanáticos religiosos católicos que era necesario concluir la reyerta inútil. Cuando Herbert Clark Hoover (1929-1933) arribó a su oficina, un día después de haber tomado posesión, lo primero que encontró fue el reporte de la revuelta escobarista en México. Continuando con la política de su antecesor, estimó que eso era un asunto domestico del vecino y ordenó no intervenir. Cuando la depresión económica le cayó encima, no le quedó sino expulsar mexicanos hasta superar los 300 mil, primero eran los de su casa, después los visitantes, y ni modo que Pascual Ortiz Rubio o Abelardo L. Rodríguez fueran a protestar. Pasarían veinte años antes de que los Republicanos recuperaran la presidencia.
Lo lograrían mediante el arribo del general Dwight David Eisenhower (1953-1961) quien había salvado a la humanidad de la bestia austriaca. Si bien las relaciones fueron cordiales con el Presidente Adolfo Ruiz Cortines, cuando los EUA tuvieron problemas por el exceso de mano de obra generado por el retorno de los combatientes en la Guerra de Corea, Eisenhower promovió la ’Operación Mojado’ mediante la cual regresó a México, en 1954, un millón de ilegales. Una vez que las economías empezaron a recuperarse y la mexicana a consolidar su crecimiento y desarrollo, con el Presidente Don Adolfo López Mateos, vendrían años de armonía en las relaciones. Cuando otro republicano vuelve a ser presidente en los EUA, Richard Milhous Nixon (1969-1974), gobernaba México Gustavo Díaz Ordaz Bolaños y otros asuntos marcaban la relación. El programa de maquila ya operaba en la frontera norte de nuestro país; las tiendas ’in-bond’ y el proteccionismo estadounidense causaban trastornos al comercio mexicano; la venta de armas a México y la salinidad del Rio Colorado era objeto de discusiones, mientras que el narcotráfico y el contrabando empezaban a estar presente en la agenda. En 1969, Nixon ordenó la Operación Intercepción en la frontera con México, algo que no agradó a los habitantes de esa región en ambos países. Al momento en que el Presidente Luis Echeverría Álvarez aparecía como el campeón de los pueblos del tercer Mundo y lo veían como antiestadounidense, se dio aquella reunión en junio de 1972. Ahí, Echeverría le aclaró a Nixon que la posición progresista adoptada por nuestro país era para arrebatar banderas a Fidel Castro Ruz y Salvador Allende Gossens y a los EUA les convenía mas tener alguien como él quien era su amigo, mientras le solicitaba promover el incremento de inversiones estadounidenses en México. Con Gerald Rudolph Ford (1974-1977), Echeverría lograría un acuerdo con respecto a la salinidad del Rio Colorado. En 1976, el presidente mexicano le proponía al estadounidense crear comisiones paralelas en ambos países destinadas a analizar y dictar políticas para combatir el tráfico y uso de drogas. Tras cuatro años de pesadilla, los estadounidenses optaron por republicano.
Con el Presidente Ronald Wilson Reagan (1981-1989), el Presidente José López Portillo Pacheco viviría el fin de sus sueños de líder mundial y cambiaría el tono cuando la crisis nos hizo volver a la realidad. Esta fue heredada al Presidente Miguel De La Madrid Hurtado quien de rebote tuvo que afrontar los efectos de las dificultades estadounidenses generadas entre 1978 y 1981. Asimismo, debemos reconocerle evitar que el país se le deshiciera en la manos, a más de soportar el intervencionismo estadounidense abiertamente impulsando al panismo Caro le costó promover el grupo Contadora tratando de arreglar las cosas en Centroamérica. En pleno proceso globalizador arribó a la presidencia estadounidense George Herbert Walker Bush (1989-1993) quien se entendería muy bien con Carlos Salinas De Gortari y además de abrir la economía negociarían el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, mismo que en los años siguientes nos ayudaría a salir de problemas, pero a la vez intensificó nuestra dependencia de los EUA y su mal manejo terminó por hacernos un país maquilador, disfrazado de productor de manufacturas. Así, llegamos al siglo XXI cuando George Walker Bush (2001-2009) departiría con Vicente Fox Quesada, cuya administración nos llenaría de vergüenza en el ámbito internacional, gracias en gran parte a su propia incapacidad para dilucidar lo importante de lo jocoso, como lo fue su reacción ante los eventos del 11 de septiembre, y en otra derivado de la actuación de Castañeda el pequeño y su enchilada completa así como de Derbez, mejor cómico que su sobrino, con su panfleto guía para emigrantes ilegales. Acabaría vanagloriándose de lograr incrementar la captura de divisas vía ilegales para quienes demandaba les dieran la ciudadanía en los EUA, política que continuó su sucesor Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa que aunado a ello, decidió hacerle el trabajo sucio a los estadounidenses y se embarcó en una guerra sin estrategia que lo único que generó fue inseguridad y alteró la paz social del país, algo que hoy algunos parecen haber olvidado. Nunca nuestro país cayó tan bajo en su relación con los gobiernos estadounidenses.
Así, concluimos este viaje por la historia de cómo nos ha ido con los presidentes estadounidenses emanados de ambos partidos, el Demócrata y el Republicano. Una relación que, como se ha mostrado, no arroja ni buenos, ni malos, solamente intereses en ambos flancos. Los resultados positivos obtenidos en este lado han dependido de la habilidad, inteligencia y otro par de cosas de nuestros gobernantes. Hoy en día, nuestras autoridades apuntan hacia el futuro instrumentando una política de matracas y pompones para una y de espantasuegras para el otro, lo cual no les ha redituado el respeto mínimo de ninguno de los dos. Si hubieran repasado la historia…vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1): No fue capaz de echar a unos rufianes del Auditorio Justo Sierra. Hoy, algunos, lo venden como una solución posible al desgarriate. ¿Los tendrá bajo tratamiento?
Añadido (2): ¿Acaso han olvidado las autoridades de la Ciudad de México que ahora es una más de las treinta y dos entidades federativas que conforman la nación? ¿A cuenta de que quieren trato preferencial en materia presupuestaria o acaso estiman que hay estados de primera, de segunda y de tercera?

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