CDMX en peligro

Hace un par de años todavía la población de la capital veía en los trabajadores con el logotipo del Gobierno del Distrito Federal aliados. Las siglas del GDF eran un alivio en la mayoría de los casos para la gente que se encontraba en apuros en la ciudad de México.
Desde hace unos meses, las siglas CDMX, representan la agresión de la autoridad contra la población. Lo mismo pueden ser patrullas que celosamente vigilan que se respete un reglamento de Tránsito que ni siquiera los uniformados conocen, del que coloca las arañas a las llantas de los coches; o los policías que sólo están de adorno en las esquinas sin solucionar la vialidad pero sí solucionan los problemas económicos de ellos y sus jefes a través de la extorsión.
Al que se lleva al corralón un coche, o al que ya en el corralón obliga a la víctima a comprar un seguro para el automóvil como condición para poder rescatar su vehículo.
Ahora, Mancera trata en Coyoacán, de reconstruir su imagen y la del partido que lo llevó al actual cargo. Estos apoyos nunca los veremos en delegaciones gobernadas por Morena o por el PAN.
Miguel Ángel Mancera, Hiram Almeida y Valentín Maldonado, intentan acercar servicios de la policía capitalina a la ciudadanía, pero es demasiado tarde cuando el daño es irreversible. Ya bastante abusaron los uniformados del capitalino, para quien los uniformados sólo sirven para reprimir estudiantes y maestros, es decir la esencia de la educación, y no para resguardar la integridad de los habitantes.
Hasta que el jefe de gobierno hizo oficial el incremento de la delincuencia en Coyoacán, fue abierto ese remedo de protección llamado Estación de Policía CDMX Santa Ana, a pesar de que se le había advertido al delegado Valentín Maldonado sobre los lugares y la hora específica de los asaltos a lo largo y ancho de la circunscripción, no hizo caso. Sólo escucha la voz del amo, y da por cierta el alza de la delincuencia sólo cuando su jefe así lo determina. Los vecinos en la delegación, prácticamente no existen para el delegado, a pesar de que buscan, incansablemente el diálogo con él.
Según Almeida, "Las estaciones brindarán a los vecinos de cada zona servicios de seguridad permanente, además de que contarán con herramientas y tecnología, como conexión con los centros de monitoreo". Las 15 estaciones, estarán atendidas por tres mil 60 elementos de la policía preventiva. Pero cuando se les llama no asisten. En la calle Kramer, en la colonia Atlántida, hay un módulo que desde que llegó Valentín Maldonado está abandonado. Anteriormente siempre había presencia de uniformados.
Para qué abrir otros módulos si hay suficientes sin atender, —como el del jardín de las Rosas, en la colonia Rosedal, ahora en penumbras, donde no sirve ninguna lumbrera que le daba seguridad y belleza al lugar—, deben reactivarse, porque están ubicados como resultado de estudios donde la delincuencia actúa. Los actuales módulos son parte de las ocurrencias sin previo análisis de los lugares donde se colocan.
Con usar los que existen y ocuparlos como deben, la comunidad de Coyoacán estará más segura, si es que en realidad el objetivo es atacar la delincuencia.
No es necesaria la presencia de Mancera ni de Almeida en Coyoacán, con escuchar a los vecinos y actuar en consecuencia se reduce considerablemente la delincuencia en la delegación. Pero estas improvisadas carpas de policías son muestra de la manera en que actúan los funcionarios públicos, como parte del culto a la personalidad de su jefe, en una estructura vertical que nada tiene de democrática, al contrario, se asemeja a una dictadura donde el mandamás determina hasta el grado de delincuencia que existe en cada área, y sus súbditos se dedican a buscar delincuentes donde no los hay. Pero donde puede haber disidentes.
Es ahí donde la hermandad del jefe de gobierno, el policía y el delegado se consolida. Qué más inseguridad para la ciudad, su ciudad, que el crecimiento de la inconformidad social.