Chicotazos

Sin pretender echar las campanas al vuelo, los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana 2019 realizada por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), que dejan no solamente a Acapulco, sino a otras ciudades como Chilpancingo, Iguala y Chilapa fuera de las primeras más inseguras del país, deben, por lo menos, darnos cierto aliento.

Los índices delictivos -particularmente homicidios dolosos- que venían registrando estos centros de población al menos en el último lustro, mantenían encendidos los focos rojos y colocado a Guerrero en el ojo del huracán, con mayor impacto negativo hacia nuestro destino turístico por excelencia, por obvias razones.

Hoy la medición del INEGI coloca a nuestro estado en el cuarto sitio, abajo de Guanajuato, Estado de México y Chihuahua, que en ese orden encabezan la lista, lo cual debe ser un aliciente y motivo de reconocer, sin mezquindades ni comezón política, que algo se está haciendo bien.

Y es que de verdad no hay que buscarle mucho: Es sin duda el resultado del trabajo en equipo, más allá de las diferencias ideológicas, políticas o partidistas que pudieran existir en cada ámbito de gobierno, lo importante es la institucionalidad con que las áreas de seguridad han venido conduciéndose, lo que se refleja en una estrecha coordinación entre Federación, Estado y Municipio.

Según la encuesta (ENSU), las ciudades con mayor porcentaje de personas adultas que consideraron que vivir en su ciudad es inseguro fueron Puebla, Tapachula, Ecatepec, Uruapan, Fresnillo y Tlalnepantla; en el sentido opuesto, las ciudades con menos percepción de inseguridad son Mérida, San Pedro Garza García, San Nicolás de los Garza, Saltillo, Los Cabos y Puerto Vallarta.

Es cierto, falta mucho por hacer, pero mientras se siga en esta misma ruta los resultados van a irse reflejando con el transcurrir de los meses en sentido positivo. Mientras, en Acapulco por ejemplo, producto también de un mejoramiento en el manejo de la información institucional, se percibe un mayor desempeño de la Secretería de Seguridad Pública, al menos en el área de prevención del delito, incluso con aseguramientos importantes de individuos que andan en el mal camino.

En ese sentido, si es para bien, bienvenida la transformación. Vale.