Con permiso para asaltar


Por Carlos Ferreyra

Con permiso para asaltar
Periodismo
Mayo 01, 2014 09:20 hrs.
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Dos versiones sobre hechos parecidos, aunque afortunadamente con distintos finales. El primero, compartido por Magdalena García de León, es la nota aparecida en MVS Noticias que anuncia la detención de un policía federal por asesinar a un automovilista que circulaba por la carretera Toluca—México.

Dice la información que minutos antes de las 20 horas del domingo, circulaba un auto Beetle azul sin placas de circulación hacia el Paseo de la Reforma cuando una patrulla de la Policía Federal, adscrita a la Dirección de Caminos, le ordenó que se detuviera.

El manejador del vehículo, acompañado por dos personas, intentó escapar, lo que impidieron los policías cruzando la patrulla frente al infractor. Según los agentes, el hombre lanzó su auto tratando de atropellar a uno de los uniformados que respondió con un disparo de su pistola.

Los acompañantes del muerto dicen que el agente sin mediar palabra le disparó en el rostro al chofer del auto sin placas, razón por la que se le iba a someter a una justificada revisión.

Personalmente no me divierte encontrar automóviles sin placas, con placas con frases en inglés, con placas pintadas a mano. Los portadores son gente de apariencia temible. Muchos colocan una placa con la bandera nacional y así se amparan en la costumbre establecida por el Estado Mayor Presidencial, para identificar los autos de la corporación.

Los agentes federales y los acompañantes del muerto fueron llevados por policías preventivos a una agencia del Ministerio Público, donde habrán de aclarar si el auto es legal, la razón por la que no lleva placas de circulación, la causa por la que pretendió evadir la revisión, o en otra forma, el estado mental de un uniformado que teóricamente dispara sin la menor provocación.

Sería sano conocer qué fue lo que pasó, porque tengo la otra cara de la moneda por una experiencia cercanísima: un nieto.

El jovencito, 17 años, en la misma zona pero a la media noche salió de una fiesta familiar y acompañado por un par de amigos se trasladó a su casa, a unas cuantas calles del sitio del incidente que relatamos aquí.

Atrás del vehículo de los adolescentes salió unos minutos después otro auto con adultos. Ninguno alcoholizado porque el festejo era juvenil y en casa de uno de ellos. Todo normal, pero apenas recorrieron unas calles, fueron detenidos por una patrulla federal.

Los bajaron del auto; los agentes dejaron muy atrás su vehículo de manera que no se podía ver el número de identificación oficial y los uniformes tapados con chamarra ocultando las chapas respectivas.

Los cachearon, revisaron el vehículo en busca de drogas, armas, alcohol, dinero, pero al no encontrar nada, amenazaron con llevarlos detenidos mientras localizaban “lo que seguro escondieron”.

En esas estaban cuando llegaron los adultos, que exigieron explicación de los motivos de la detención, y ante la intransigencia mostrada por quienes llegaron providencialmente, los agentes se retiraron pero advirtiendo a los muchachos que los estarían vigilando.

A poca distancia de donde sucedió el incidente del Beetle y donde aparentemente pretendieron asaltar a mi nieto y sus amigos, está una estación de la Policía Federal. Un poco más abajo, en Constituyentes, se encuentra la central de esa corporación, así que aparentemente adoptarán como centro de estas operaciones la carretera vieja a Toluca y colonias aledañas.

Nada más para el recuerdo: hace años denuncié que en la subida a Bosques de las Lomas, agentes de la policía del DF establecieron un retén en el que secuestraban a los automovilistas. Les exigían una determinada cantidad para dejarlos en paz.

A una vecina la detuvieron un sábado alrededor de las 19 horas en la esquina donde sabíamos que se colocaban. Pagó veinte mil pesos. El siguiente sábado le quisieron aplicar la misma receta, pero la señora les recordó que había dado su cuota para que la dejaran en paz. Se excusaron por el descuido, y la dejaron ir.

Publicado el negocio, los policías optaron por otra táctica también denunciada: colocaban en una de las vueltas de la avenida una llanta parada. El golpazo era ruidosísimo aunque nunca había daños. Se acercaban, amablemente ofrecían su ayuda, y luego le sacaban al automovilista todo el dinero posible.

Nuevos agentes, nuevas corporaciones con exhaustivos exámenes de confianza, pero iguales mañas. Refrán popular: perro que come huevo, aunque le quemen el hocico.

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