Vencedores del Tiempo
Rosa María Campos
A veces el Día del Amor, los maduritos recordamos, aquellos parches que pegábamos en nuestros corazones rotos, por culpa de pérfida traición, muerte, divorcio o abandono.
También San Valentín nos regresa a nuestras noches de insomnio, cuando todas nuestras células gritaban: ¡No, puede ser! ¡Esto es una pesadilla! ¿A qué hora despierto?
¡Caray! cuanto tiempo perdido por culpa de las travesuras de Cupido; en cambio hoy los Millennial, resuelven de inmediato sus crisis amorosas con una dosis de Dopamina, sustancia neurotransmisora que va directa al cerebro y reemplaza con químicos el amor apasionado.
Carambas: estos científicos modernos no respetan a los enamorados; además de la Dopamina, nos muestran una luna fría y gris, de superficie rocosa y privada de todo componente romántico.
Enterada de los efectos de la Dopamina indignada rechacé tal información, hasta que empezaron a publicarse libros como: ’La Anatomía del Amor’ de Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers.
Luego me sorprendió que la siquiatra Donatella Marazziti, de la universidad de Pisa, detectara similitudes entre el estado de enamoramiento y el Síndrome Obsesivo Compulsivo (SOC), trastorno psiquiátrico que comparte algunas conductas comunes con las personas enamoradas.
Un año después Donald Klein y Michael Leibowitz, descubrían la Feniletilamina, otra sustancia neurotransmisora que junto con otros hallazgos científicos, echó por tierra el juramento amoroso: ’Te amaré hasta que la muerte nos separe’.
Siguió Cindy Hazan, investigadora de la Universidad de Cornell en Nueva York, quién comprobó que biológicamente aquellos que se encuentran en relación amorosa están programados para sentirse apasionados solo de 18 a 30 meses’.
Hazan estudió 5,000 personas de 37 culturas diferentes y averiguó que el enamoramiento posee un tiempo de vida suficiente para que la pareja se conozca, copule y procree.
El sistema de circuitos estimulantes del cerebro para el vínculo macho-hembra permanece activo en una pareja hasta que completan sus tareas de crianza. Todo está calculado por la sabia madre naturaleza.
Sin embargo, pese a todo este torrente de información, los no ’Millennial’ aún cantamos:
’Cupido, rey del amor, dime porqué me maltratas…..no pareces buen pastor, pues que a tus ovejas matas’.
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