Concatenaciones
Fernando Irala
El descontento por el gasolinazo pasó de las manifestaciones, los bloqueos de calles, expendios y carreteras, y la acostumbrada toma de casetas de peaje, para derivar en asaltos y saqueos en supermercados y negocios similares.
Los hechos de vandalismo fueron tan súbitos y tan extraña su propagación inmediata en muy diversos lugares del país, que llamaron la atención como un fenómeno inducido, a lo cual se ha referido públicamente el jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Para muchos críticos, la incitación a los desmanes proviene del propio gobierno, que quiere así desviar la atención del incremento al precio de los combustibles por la vía de desatar la condena a los hechos violentos y provocar el miedo entre la población.
Otras voces sin embargo sostienen que Andrés Manuel López Obrador es quien instiga el saqueo, pues es el mayor beneficiario del caos vivido en los pasados días, y así puede capitalizar el río revuelto para fortalecer su próxima candidatura presidencial, al presentarse como abanderado del cansancio del pueblo.
Lo cierto es que las escenas de ladrones y policías se han vuelto la principal noticia en los medios nacionales, y la única que se da de México en el extranjero.
Con esa ola de delincuencia callejera y con el obligado despliegue de policías, soldados y marinos se ha iniciado un año en que las perspectivas pintan más negras que nunca para el país y sus habitantes.
El mayor riesgo es que desde la gente de a pie hasta los líderes sociales, los partidos políticos y las cúpulas empresariales, el sentimiento que se advierte es el de buscar a quién echarle la culpa y no el de asumir nuestra realidad y buscar soluciones como nación.
Ni la gasolina ni el dólar van a bajar por obra de la movilización callejera. Enojarnos con la fuerza de las leyes del mercado es como irritarnos por los terremotos y por la caída de las construcciones que no lo resistieron.
Más nos valdría no distraernos de la construcción del país que les queremos dejar a nuestros hijos. Y dejar de practicar el deporte socorrido de culpar al gobierno.