Amplia gama de matices en el horizonte conceptual de la historia mexicana

Descarta la visión maniquea de buenos y malos, el historiador Alfredo Ávila

Descarta la visión maniquea de buenos y malos, el historiador Alfredo Ávila
Literatura
Noviembre 21, 2016 20:29 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

(segunda y última parte)
La historiografía moderna mantuvo su visión de los hechos en blanco y negro hasta mediados de la última década del siglo pasado, cuando jóvenes profesionales en la materia voltearon la mirada a una amplia gama de matices en el horizonte conceptual de la historia mexicana.
Así lo dijo el doctor Alfredo Ávila en una conferencia auspiciada por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM), con la cual buscó poner en claro la manera en que las construcciones arbitrarias de los anales patrios, deforman la manera de ver la realidad histórica.
En su exposición sobre conservadores y liberales, y la idea de ’malos’ y ’buenos’, dentro del ciclo ‘Nuevas interpretaciones de la historia nacional’, explicó el origen de esos conceptos.

Ávila, quien ha sido profesor invitado en las universidades de Cantabria, Georgetown, Calgary y otras, señaló que según la tesis del político e historiador Jesús Reyes Heroles, en su libro en ‘El liberalismo mexicano’, el liberalismo, el federalismo y la democracia fueron elementos inherentes a la nación mexicana, en esencia liberal.
Reyes Heroles sostiene en esa obra que el liberalismo está a favor de la independencia, y pone como muestra a Juárez peleando contra la intervención europea. Es decir, que hay un vínculo entre liberalismo e independencia, apunta el autor.
Según esa idea, los liberales son federalistas, están a favor de un orden republicano, contrario a una monarquía impuesta desde fuera; Juárez está en contra de la Iglesia y el ejército como corporaciones y sujetos de privilegios, y a favor de algo que puede ser muy vago, que es el progreso y que puede representarse en su caso como liberalismo económico, pero que no necesariamente lo es.
En el análisis de Reyes Heroles, los insurgentes serían los ‘buenos’ porque luchaban contra los realistas, a su vez ‘malos’ porque defendían el orden colonial, precisó el conferenciante, quien ha recibido los premios ‘Maus’, ‘Francisco Javier Clavijero’ del INAH y el del Comité Mexicano de Ciencias Históricas, así como la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos.
Pero sucede -advirtió Ávila- que según la apreciación actual de la historia, los próceres de la independencia, o sea el padre Hidalgo y los demás actores de esa primera etapa de un movimiento ’que según Adolfo López Mateos estaba ligado con el PRI’, en realidad no compartían tales principios. Hidalgo -recordó el expositor- era un personaje que se movía muy bien entre lo que después se llamaría ilustración; era un hombre ilustrado, pero no necesariamente liberal.
Comentó el ponente que Hidalgo tenía algunas características comparables con el liberalismo, por ejemplo, una visión muy abierta en materia económica. Tanto él como el movimiento insurgente estarían a favor de acabar con las obstrucciones del comercio que la corona española había impuesto al virreinato de la Nueva España, los tremendos monopolios y la carga impositiva establecida por la monarquía española a su colonia.
Si bien eso se parece mucho a algo que podría llamarse liberalismo económico, no existe ningún documento que permita suponer que Hidalgo pensara que esto traería la prosperidad; él simplemente estaba reaccionando frente a una situación que consideraba oprobiosa, agregó.
En materia eclesiástica, está claro que Hidalgo como sacerdote católico jamás atacaría la religión, pero el liberalismo mexicano -y específicamente Juárez- tampoco rompió nunca con la religión, aunque con la Iglesia, sí. Sin embargo, respecto a un tema tan sensible como es el fuero eclesiástico, Hidalgo y después Morelos estaban a favor de protegerlo y eso ya no parece ser parte de esta cadena de liberalismo, precisó el doctor Ávila.
Respecto al federalismo y el centralismo, no hay indicio alguno acerca de si el tema se planteó en el pensamiento insurgente; ni en Hidalgo ni en Morelos, aunque según alguna historiadora cuyo nombre no citó el ponente, cuando Hidalgo propuso la reunión de un Congreso de Pueblos y Villas, ahí había un germen de federalismo. ’Pienso -acotó Ávila- que eso es escalar demasiado la interpretación de un documento, la verdad es que no tenemos ningún indicio de si fue centralista o federalista’.
El dilema sobre si Hidalgo era republicano o monárquico tampoco está claro pues, aunque el rey Fernando VII le era bastante antipático, no se puede deducir que por eso estuviera a favor de la república.
Lo que sí es verdad, es que el periódico ‘El Despertador Americano’, que publicó alguien muy cercano a Hidalgo como lo fue Francisco Severo Maldonado en Guadalajara, se expresaba con admiración de la república vecina, Estados Unidos. Pero buena parte de la insurgencia era ‘fernandista’ desde 1810 y su dirigencia estaba a favor de la monarquía.
En su libro ‘La máscara de Fernando VII’, Marco Antonio Landavazo, muestra cómo el imaginario monárquico de la insurgencia sigue presente y es difícil desterrarlo, así que no hay seguridad de si Miguel Hidalgo era liberal o conservador, dijo Ávila.
Podríamos suponer que Morelos se acerca más al liberalismo pues, aunque la Constitución de Apatzingán no menciona nunca la palabra república, era republicana ya que no establecía poder ejecutivo de una sola persona que lo heredara, sino que era encargado a tres personas que se rotaban el cargo.
De cualquier manera, es una situación difícil de definir, porque si algo queda claro en el pensamiento de Morelos, es su férrea defensa de los fueros eclesiásticos. La pregunta es -dijo Ávila-, ¿dónde estaban los liberales en ese momento?
El surgimiento de los liberales

Por sorprendente que sea, respondió el propio conferencista, los liberales estaban en el lado español, por lo menos con aquellos que participaron de manera entusiasta en la redacción de la Constitución de Cádiz; además, quienes la redactaron se empezaron a llamar a sí mismos liberales y fue la primera vez que un grupo político se autodefinió con ese término.
No todos los españoles eran liberales, pero por lo menos ya había algunos que estaban promoviendo en la prensa y en las campañas electorales, principios que hoy entenderíamos como del liberalismo, y esto se magnificó a partir de 1820, cuando se restableció aquella Constitución.
De manera que, en ese momento, habría que buscar al liberalismo del lado hispano y no tanto en lo que quedaba de la insurgencia, representada entonces por Vicente Guerrero protegiendo a la Junta de Zitácuaro.
En 1821 ya existían términos para referirse a estas dos posiciones ideológicas. Los ’liberales’ eran en general aquellos que defendían el orden constitucional, que era liberal, pero monárquico. Y los ’serviles’ -vocablo que luego se descartó en la historia mexicana y fue sustituido por el de ’conservadores’-, estaban anclados en la tradición escolástica española, eran religiosos hasta el fanatismo y consideraban que la única libertad era la divina.
Para la visión historiográfica de mediados del siglo XX, Agustín de Iturbide y su imperio mostraban un pensamiento conservador porque era centralista y, peor todavía, monárquico, pues en su Plan de Iguala pedía a Fernando VII venir a reinar en México.
Sin embargo, su propuesta era de una monarquía constitucional, mientras que en la oposición no solo había liberales, pues los ‘borbonistas’ -adeptos al rey de España- lo combatían porque terminó quedándose con la monarquía, explicó el doctor Ávila, quien aseguró que la oposición republicana a ese primer imperio, era escasísima.
Los encasillamientos de la historiografía

El conferencista recomendó tener mucho cuidado con los encasillamientos que se hacen en la historiografía, pues se definió a Lucas Alamán como conservador porque en los años 40 del siglo XIX fundó una agrupación que se llamó Partido Conservador Mexicano pero, antes, en los años 20, había sido diputado por Guanajuato en las Cortes de Madrid y votaba con los liberales exaltados.
Ávila mencionó además que, en los inicios de la república federal, la vida política se organizó de manera importante, aunque no fundamental, a partir de las asociaciones masónicas; esas logias sirvieron como medio de socialización y de relaciones políticas y posibilitaron a esa primera forma de gobierno funcionar con un sistema de partidos.
Había básicamente dos grandes logias, el rito escocés y el rito yorkino; en la historiografía siempre se clasificó a los escoceses como conservadores y a los yorkinos como liberales, porque éstos eran federalistas, republicanos y estaban a favor de la independencia, mientras que los primeros protegían a los españoles, eran antiestadounidenses y afines a los europeos. Pero esta definición, dijo el conferencista, también tiene tonalidades.
La división liberales-conservadores nació en los años 40 del siglo XIX y surgió ante la decepción de las opciones políticas que hasta entonces habían estado vigentes. Fue con la fundación del periódico ‘El Tiempo’, de Lucas Alamán, cuando se definió de manera muy clara el Partido Conservador, y después de la invasión de Estados Unidos apareció el Partido Liberal Mexicano, con periódicos como ‘El Monitor Republicano’.
Es difícil hablar de una dicotomía, porque entre los liberales también había tendencias; un liberalismo moderado y uno más exaltado, que es el de Juárez, Ocampo y el grupo que conspiraba en Nueva Orleans en contra de López de Santa Anna.
No es posible sostener esta interpretación de buenos y malos para toda la historia de México, porque la realidad política mexicana de la primera mitad del siglo XIX es más difícil y complicada de lo que parece a primera vista, concluyó el doctor Ávila.
(La primera parte se tituló ‘Difícil sostener la dicotomía conservadores vs liberales: Alfredo Ávila’)

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