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Duarte el escapista

Duarte el escapista
Política
Octubre 20, 2016 21:01 hrs.
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José García Sánchez › diarioalmomento.com

La justicia mexicana, sabe dónde esconder lo que la gente busca. Sean cadáveres o delincuentes de cuello blanco.
Saben que deben buscar y conoce n perfectamente donde no deben hurgar.
Este parece ser el dogma de fe delas procuradurías encargadas de hace justicia en México y hasta la fecha les ha dado buenos resultados no sólo para evitar ser responsabilizados sino para hacer creer que hacen sin hacer nada.
Así, la búsqueda de los cuerpos de los 43 normalistas de Ayotzinapa tiene sus áreas prohibidas. Los familiares e investigadores pueden buscar pro todos los lugares que quieran, incluso encontrar otros restos que no son los que buscan, pero no en los cuarteles militares.
Lo mismo ocurre con delincuentes que se pasean a plena luz del día en los lugares donde, con toda certeza, no los buscan los acuciosos agentes de la PGR. Ellos tiene prohibido buscaren los lugares donde se encuentran los capos o los ex gobernadores.
La justicia mexicana no sabe lo que debe hacer, pero sabe perfectamente lo que no debe hacer y esa es otra delas tónicas vitales de su práctica cotidiana. Por ejemplo, no debe cuidar a personajes como Javier Duarte, quien se les escapó porque nunca fu custodiado; en cambio, deben cuidar, custodiar, espiar, perseguir a comunicadores que no están de acuerdo con la política de la actual administración pública. También vigilan, y de cerca, a líderes ecologistas, a dirigentes magisteriales, a estudiantes rebeldes.
La justicia en México es un mito. Nadie la puede ver pero está en todos lados, sobre todo encarnados en uniformes verdes y azules que merodean cual espíritu maligno todos los rincones del país. Cuidan a quienes no deben cuidar y descuidan a quienes se les van a pelar, como Javier Duarte.
Este escape tiene muchas aristas y de lo mínimo que se les responsabiliza a las autoridades es de descuido. Y un descuido a muchos, sobre todo a los más vigilados de este sistema, les ha costado la vida. Esta vez el descuido de las autoridades tiene como resultado la libertad de un delincuente.
El ex gobernador de Veracruz dejó para el final las facturas más altas, los chantajes más duros, las triquiñuelas más graves, las acusaciones más severas, las complicidades más finas, las mentiras más depuradas. Por eso pudo escapar.
Mientras Duarte endeudaba a Veracruz, compraba con ese dinero complicidades. Amarraba negocios con amigos y enemigos. Por eso se fue, porque el camino estaba allanado. Ya lo había limpiado desde antes con el dinero que ahora hace falta en Veracruz y que tendremos que pagar todos los mexicanos para que sobreviva la cuenta corriente del gobierno estatal.
La facilidad con la que disponen del dinero de los contribuyentes es no sólo sorprendente sino indignante.
Pero la justicia sabe lo que no debe hacer y ni siquiera pasa por la mente de ninguno de los avezados investigadores la posibilidad de que se le obligue al delincuente de cuello blanco regresar el dinero
Cuando los uniformados son encontrados culpables de abusos no los castigan los despiden. Sin embargo, en las cárceles del país hay personas presas por robar comida y llevan purgando una condena infinita sin juicio.
Esa es la justicia mexicana.

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