Podría pensarse que tras la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán y la presunta muerte de Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, el Cártel de Sinaloa se enfrentaría a un debilitamiento en sus operaciones delictivas pues habría perdido a dos de sus principales estrategas, sin embargo parece que el efecto ha sido al contrario, pues se ha detectado un mayor control en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos.
¿Quién encabeza a la organización criminal más importante del país?, ¿Se mantienen las alianzas entre cárteles para exterminar a los Zetas?, ¿la aparente disminución de la violencia está relacionada con tales alianzas?, ¿Ya se ocuparon los espacios criminales que han dejado Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana en la producción de drogas sintéticas en Michoacán?
Lo cierto es que la estructura organizacional, operativa y financiera del Cártel de Sinaloa no depende de uno o dos hombres. Esta organización trasnacional tiene reglas y jerarquías. La desaparición de alguno de sus líderes esta previsto e, incluso, es considerado necesario en su proceso de expansión.
Las cabezas visibles del Cártel de Sinaloa son Ismael Zambada Garcia, “El Mayo”, Rafael Caro Quintero – que pasaría a ocupar el lugar estratégico de “El Azul” Esparragoza-, e Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de “El Chapo”. En término secundario es encuentra Dámaso López Serrano, “El Mini Lic”, aunque es posible que haya otros líderes que mantienen un bajo perfil, no sólo en el trasiego de drogas, sino particularmente en operaciones de lavado de dinero e inversiones de bienes inmuebles.
La reciente captura de Fernando Sánchez Arellano, líder del Cártel de Tijuana favorece la expansión hegemónica del Cártel de Sinaloa en la frontera, aunque con limitaciones en Tamaulipas, Veracruz, Nuevo León y otras entidades donde se mantiene aún la guerra abierta entre el Cártel del Golfo y Los Zetas.
La estrategia del Cártel de Sinaloa es, al parecer, la eliminación de todas aquellas organizaciones criminales violentas que han afectado el negocio del narcotráfico y, lograr una paz pactada que favorezca las actividades ilícitas.
Es así, como el Cártel Jalisco Nueva Generación, vinculado al de Sinaloa, pretende apoderarse del importante bastión que representan los estados de Michoacán, Guerrero y México en la producción de anfetaminas, del que están siendo desplazados Los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana ante los operativos militares y la desmovilización forzada de los grupos de autodefensa.
Tal vez, pretenden volver a la época del control absoluto del tráfico de drogas por al menos dos organizaciones criminales, similar a la década de los 80′s, cuando Amado Carrillo y Juan García Abrego negociaban y traficaban en relativa paz, con el apoyo soterrado de funcionarios estatales y federales. Sería una especie de gatopardismo, solo que en este caso no se trata de un cambio para permanecer iguales, sino para consolidar su poder por encima del Estado.
