Opinión

El estadista Elías Calles y el Presidente Cárdenas del Río

El estadista Elías Calles y el Presidente Cárdenas del Río
Periodismo
Octubre 14, 2016 22:05 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


No dudamos que si alguien, por accidente, lee esta colaboración vaya a rasgarse las vestiduras y nos llame sacrílegos. Sin embargo, quien o quienes hayan dado seguimiento a nuestros escritos conoce cuál es nuestra postura, fundada en datos duros, con respecto a los dos personajes. Uno, Elías Calles, fue quien concluyó, al construir el edificio que albergaría al estado mexicano moderno, la obra que previamente habían iniciado Carranza Garza, De La Huerta Marcor y Obregón Salido. Otro, Cárdenas Del Río, trató de dar su propia versión a lo ya hecho y empezó a colocar al inmueble una serie de emplastes que al final de cuentas impidieron se obtuvieran todos los beneficios proyectados en el modelo original, y crearon problemas que no tenían por qué haberse hecho presentes, mismo que a pesar de todo fue exitoso por cerca de siete décadas.
Durante esos setenta años muchas cosas sucedieron. El estado mexicano moderno empezó a operar y las instituciones nuevas fueron asentándose camino hacia una nueva etapa de crecimiento y desarrollo. En esa marcha hacia el futuro aconteció la defenestración que el Presidente Cárdenas hiciera del Estadista Elías Calles cuando, al olvidar todas las promesas de fidelidad y agradecimiento que le había realizado, lo convirtió en perro del mal y no solamente lo expulsó de México, sino que habría de imponer a sus corifeos la denostación de quien había sido el creador del estado mexicano moderno. Y ahí, en ese instante de la expulsión, se vio quien era estadista y quien presidente. El desterrado, con todo el poder que aun tenia, optó por aceptar la pena y jamás convocó a una asonada para revertir la acción del presidente. No quiso volver a sumir al país en una lucha armada estéril y destruir lo que él ya había edificado. Sabía que aun con las arremetidas que le esperaban, aquel edificio tenia materiales de construcción de primerísima calidad y habría de soportar los embates.
Claro que solamente los maniqueos podrían decir que uno es bueno u otro es malo. Ambos tiene luces y claroscuros, pero ello no impide colocar a cada quien en su esfera de acción y sustentar, como lo hacemos nosotros, por qué a uno es factible denominarlo estadista y al otro presidente. Estamos conscientes de que es más fácil, como lo hace la gran mayoría de quienes opinan o escriben sobre la historia, adoptar la postura que ha prevalecido a lo largo de los años. Mayoritariamente, en el estudio de la historia patria casi nada se dice positivo del estadista sonorense, mientras que al presidente michoacano algunos casi lo elevan hasta la santificación. Ya en alguna ocasión lo comentamos en este espacio, en nuestro caso personal en el entorno familiar, desde la infancia tuvimos acceso a las opiniones extremas sobre el estadista sonorense. Del mandatario michoacano siempre hubo algo que nos impedía seguir el clamor de admiración que algunos exhibían. Al dedicarnos al estudio profesional de la historia pudimos aclarar dudas y establecer una opinión fundada y sustentada.
La perspectiva que algunos emiten sobre el estadista parte de lo que conocen a través de los libros que escribió Martin Luis Guzmán. En ellos, el escritor no hace sino pintar al estadista, junto con el Presidente Obregón Salido, como un par de matasiete que todo lo arreglaban a punta de balazos. Sin embargo, no reparan que dicha versión, la de Guzmán, está sustentada en el hecho de que este nunca pudo superar el trauma que le causo el no haber visto concretada la candidatura presidencial de Adolfo De La Huerta Marcor. A partir de ahí, los historiadores cardenistas crearon todo el mito de que aquel, Elías Calles, era un malvado y el otro, Cárdenas Del Río una alma en olor a santidad.
Ni una, ni otra versión pueden sustentarse. En la lucha por preservar el poder muchas son las acciones drásticas que deben tomar quienes lo detentan. Sin embargo, son las acciones de gobierno lo que los distingue. En materia petrolera al estadista Elías Calles lo atacan porque permitió la participación del capital estadounidense en nuestro país. Por su parte, al Presidente Cárdenas Del Río lo entronizan porque realizó la ’expropiación’ petrolera. Pocos analizan que en primero de los casos, se actuó con fundamento en un nacionalismo pragmático. Para poder instaurar el nuevo modelo era necesario contar con recursos monetarios y esos solamente podían provenir de los impuestos que pagaban las compañías petroleras, a más de la gran cantidad de empleos, y sus efectos multiplicadores, que generaban. No era un asunto de envolverse en el lábaro patrio y lanzarse al vacío, había mucho futuro por recorrer y se jugaba el de la patria. En el segundo caso, la llamada expropiación fue al final de cuentas un acto para inflamar el nacionalismo, pero, durante muchísimos años, se escondió la verdad detrás del acto. No fuimos tan independientes, los ingleses siguieron operando aquí hasta 1954; Hitler y Mussolini eran los mejores clientes de México ya que Cárdenas tuvo que ser pragmático y en algún lugar colocar el crudo mexicano para que le redituara recursos; y, en lugar de capital estadounidense, se abrió la puerta al japonés. Claro el discurso antiestadounidense se volvió la constante.
En eso también hay diferencias entre como uno y otro observaban la relación con esa nación. En el caso del estadista, nos encontramos con un reportaje que entre otras cosas abordaba los asuntos con nuestros vecinos del norte y la perspectiva del sonorense. El artículo en cuestión, firmado por Isaac F. Marcosson, fue publicado en The Saturday Evening Post de Philadelphia el 26 de febrero de 1927. En este documento, el Estadista Elías Calles contesta ante las acusaciones de que su gobierno era bolchevique que en materia laboral se había ’creado una legislación…muy drástica…Antes no se reconocía derecho alguno a la clase trabajadora y el gobierno ha tratado de resolver esta laguna reconociendo y codificando tales derechos. No hemos ido más allá de lo que han hecho otros países…Hemos otorgado a los trabajadores el derecho a organizarse, ir a la huelga, a ser indemnizados y a ser asegurados…no hemos ido más allá que el estado de Montana o algunos otros estados de la Unión Norteamericana.’ Y entonces apuntaba acerca del reclamo que hacían ’los capitalistas [quienes] gritan ‘radicalismo.’ Porque hemos reducido a ocho horas las doce que tenía el día laboral.’ Acerca de esto último nada mencionan los corifeos del presidente Cárdenas, para ellos todo los logros del movimiento obrero se lograron durante su gobierno y por ello, dicen los trabajadores lo adoraban. Pero vayamos a las relaciones con nuestros vecinos al norte y el proyecto para el campo mexicano que uno y otro proponían.
Para el estadista, el proyecto miraba hacia las siguientes generaciones, para el presidente lo importante era la próxima elección. Elías Calles partía de la premisa de que el ejido era una etapa transitoria en el modelo de desarrollo de México. El campo debería ser fuente generadora de riqueza y para ello era necesario capacitar al campesino, proveerle de un espacio suficiente para que pudiera hacer rentable la operación, apoyarlo a obtener los insumos y la maquinaria requerida para la labranza y a partir de ahí convertirse en un ente productor. En ese contexto planteaba su programa agrario, el cual elevaría el nivel de vida de la población y decía ’aumentaremos nuestra capacidad económica en proporción geométrica. Nuestro plan implica requerimientos de más maquinaria, mas construcciones, mas material, y ¿de procederá lógicamente el abastecimiento? De nuestro vecino del norte.’ Esa era la forma en que el estadista Elías Calles veía el futuro del agro mexicano y su relación con los EUA. Por su parte, el presidente Cárdenas planteaba que con un esquema basado en el pospretérito habría de asegurar el voto en la elección de mañana. La repartición indiscriminada de tierras, en espacios pequeños que sus malquerientes dicen equivalía en términos económicos a fundamentar el desarrollo agrícola del país en siembras colocadas en macetas, y por supuesto eso únicamente generó votos para las elecciones subsecuentes y un incremento en los niveles de pobreza. Contrario al proyecto de Elías Calles, los resultados del cardenismo fue ver a los campesinos como entes generadores de mano de obra en el campo, pero en el estadounidense, sitio al que llegaron por varias vías. Primero bajo el programa bracero y después como ilegales. Claro que algún cínico nos pudiera argüir que son fuente generadora de riqueza, ‘¿Qué acaso no ves los miles de millones de dólares que envían de allá para acá cada año?’ Eso no es lo que crea el crecimiento y desarrollo de una nación. La mediosalva de una revuelta social y de la hambruna, pero no genera valor agregado.
En las relaciones con los EUA, el estadista Elías Calles tenía muy claro que nuestro socio natural eran los EUA. Por ello, se preguntaba: ¿No es, pues ilógico que los Estados Unidos se oponga a nuestro desarrollo y crecimiento, obligándonos a que busquemos en otras partes ese abastecedor?’ A ello, con un visión más allá de lo que entonces se pudiera percibir, le decía Marcosson: ’Tal procedimiento es particularmente absurdo dado el hecho de que en Europa se está formando una coalición poderosa para arrebatarle a los Estados Unidos su predominio comercial del mundo. El porvenir de los Estados Unidos no se encuentra en Europa sino en nuestro hemisferio occidental.’ Y lector amable, esto que parece lejano pudiera ser suscrito en nuestros días cuando la lucha que vemos, más allá de los asuntos de lavadero que ocupan a los más, es sobre como los EUA habrán de recuperar la supremacía retornando a las zonas de influencia con aperturas comerciales regionales o apegándose al modelo globalizante de gobierno único. Sí, esa es realmente la lucha, lo demás son fuegos artificiales para el consumo de la afición. Pero retornemos al presidente Cárdenas quien manejaba el discurso antiestadounidense envolviéndose en la bandera nacionalista. Sin embargo, dejaba de lado que fue Josephus Daniels, el segundo embajador estadounidense que hayamos tenido, con todo y su pasado de enviarnos los buques en 1914 y las acusaciones de racista que cargaba, quien evitó una nueva intervención armada estadounidense, a más de que cuando Daniels fue y le reclamó a Cárdenas el quererles ver la cara al permitir inversión japonesa en el sector petrolero, al presidente mexicano no le quedó sino recurrir al viejo expediente de que las concesiones fueron otorgadas por el ministerio de economía sin que él lo supiera. El estadounidense que no iba en busca de camorra simplemente le pidió que las parara y así se hizo.
No podemos concluir este repaso breve sin aludir a la forma en que manejaron su sucesión. No se puede negar que el estadista Elías Calles mantuvo una influencia notable aun después de dejar el cargo. Las presidencias de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez Lujan son ejemplo de ello. Sin embargo, en descargo de esa influencia podemos decir que durante ese periodo fue factible consolidar las instituciones apenas creadas en años anteriores y que sobreviven hasta nuestros días. De cómo manejo el presidente Cárdenas su sucesión, nos dice mucho de cómo era realmente. En lugar de apoyar a quien supuestamente se acercaba más a su proyecto de nación, Francisco José Múgica Velázquez, optó por apoyar a Manuel Ávila Camacho quien era una opción menos incomoda, o más cómoda, para los EUA. Tras de una elección ’rechinando de limpia,’ recodemos la crónica del Alazán Tostado, Gonzalo N. Santos, de como dejó la casilla en donde votaría Cárdenas. En las sucesiones por venir, Cárdenas trató de influir sobre el candidato hasta aparecer detrás de la candidatura de Miguel Henríquez Guzmán en contra del candidato priista, Adolfo Ruiz Cortines o bien retar, en los días de la revolución cubana, al Presidente Don Adolfo López Mateos quien le mostró que la mano no le temblaba y lo puso en paz.
.Ambos personajes principales de este recuento breve, lo repetimos, tuvieron luces y claroscuros, positivos y negativos. Ninguno de los dos sería un candidato a canonización alguna. Ambos aportaron algo al proceso de crecimiento y desarrollo del país. Uno hay sido vilificado, el otro glorificado. Pero no hay duda de que uno enfocó sus acciones en función de las generaciones por venir, mientras que el otro encauzó sus actos en función de la próxima elección. Es por ello que diferenciamos entre el estadista Plutarco Elías Calles y el presidente Lázaro Cárdenas Del Río. Para recordarlo este miércoles que se conmemoran 71 y 46 años respectivamente del fallecimiento de ambos personajes. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) En la antigüedad el boxeador Raúl ’Ratón’ Macías Guevara clamaba: ’Todo se lo debo a mi manager y a la Virgencita de Guadalupe.’ En estos nuestros días, cuando a la gobernadora de Sonora, Claudia Artemiza Pavlovich Arellano, le preguntaron que a cuantos debía su logro (suponemos que acceder a ese cargo) respondió: ’A Dios. Soy gente de fe. A mis padres, a mi familia y a un gran ser humano, un gran amigo: Manlio Fabio Beltrones.’ Para los incrédulos quienes se niegan a ver lo mucho que el país y sus personajes han avanzado
Añadido (2) Para algunos es difícil distinguir entre sus muy personales y respetables creencias religiosas y el análisis de la historia de una institución cuya actividad, a lo largo de los tiempos, ha sido encaminada hacia la consecución del poder político. Nada se ganan con lanzar antemas, la historia está ahí y sobre eso sí sabemos. Acerca de las interpretaciones de la fe de cada quien, no discutimos.
Añadido (3) Tras de leer las reacciones de la prensa, aquí y allá, al contenido del debate presidencial en los EUA, tuvimos que recordar a Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana cuando escribió: ’Parecer quiere el denuedo/de vuestro parecer loco, /al niño que pone el coco/y luego le tiene miedo.
Añadido (4) Dado el nivel alcanzado en la contienda, todo indica que los ciudadanos estadounidenses decidirán su futuro sobre el tapete de una mesa de crap en Las Vegas..
Añadido (5) Nada queda de aquel diario que nos sirvió de fuente histórica para documentar eventos de las relaciones México-Estados Unidos de América durante las tres primeras décadas de la centuria anterior. Hoy, The New York Times está convertido en un tabloide similar a esos que uno encuentra en el camino a la caja de pago en cualquier supermercado estadounidense.
Añadido (6) Le negaron el Nobel al más grande escritor latinoamericano del Siglo XX, Jorge Luis Borges Acevedo, y ahora se lo otorgan a este fulano. Ya desde que galardonaron al plagiario mayor esto apuntaba hacia el desprestigio, pero no creíamos que llegarían a tanto.


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