Una de las primeras mujeres que incursionó exitosamente en la política en México,
Norma L. Vázquez Alanís
(Primera de dos partes)
Una de las primeras mujeres que incursionó exitosamente en la política en México, cuando los hombres dominaban todos los ámbitos de la vida pública, fue Amalia de Castillo Ledón, quien entró al círculo del poder ejecutivo y se supo mover en ese ambiente a través del liderazgo de organizaciones amplias de mujeres, con las cuales empujó las causas en las que ella creía.
La doctora en Historia por la UNAM Gabriela Cano, quien ha estudiado la evolución de las mujeres en México durante el siglo XX en los entornos cultural, social y político, habló de la vida y obra de la tamaulipeca Amalia de Castillo Ledón, en la última conferencia del ciclo ‘‘Nuevas interpretaciones de la historia nacional’, auspiciado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM).
Amalia de Castillo Ledón es conocida en la historia de México en especial por el liderazgo que ejerció para lograr el establecimiento del sufragio femenino universal en 1953, dijo la doctora Cano.
En su calidad de dirigente de organizaciones femeninas afiliadas al Partido Revolucionario Institucional (PRI) desempeñó un papel clave para que la iniciativa presentada en el Congreso por el presidente Adolfo Ruiz Cortines, y aprobada en octubre de 1953, obtuviera el respaldo necesario para ser aceptada por la élite política y por la sociedad mexicana, lo que no era poca cosa a mediados del siglo XX, explicó la también catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y de El Colegio de México.
Aunque la contribución de Castillo Ledón a la historia política de México en la segunda mitad del siglo pasado es poco conocida, su vasto archivo documental particular ha permitido registrar su participación en hechos importantes de la vida nacional como lo fue la concesión del voto a las mujeres, cuando casi todos los países de Latinoamérica llevaban la delantera en ese sentido, pero también la manera en que llegó a dominar el arte de la política en una época de autoritarismo, de relaciones políticas corporativas y clientelares.
Ella entendió esa manera de hacer política y eso fue lo que le permitió mantener su poder durante tantos sexenios; de ahí el título de esta charla: ‘Amalia de Castillo Ledón, la política más poderosa a mediados del siglo XX’, puntualizó la doctora Cano.
Promoción del sufragio femenino impulsó su carrera política
La campaña presidencial de Ruiz Cortines enfatizó dos temas: el sufragio femenino y la lucha contra la corrupción. Para el primer asunto llamó a Amalia de Castillo Ledón a fin de que se encargara de formar una organización amplia, la Alianza de Mujeres de México, afiliada al PRI, que apoyara la reforma constitucional que otorgaría a ellas el derecho de participar en los procesos electorales como votantes y como candidatas, aunque solamente para escaños en el Congreso de la Unión.
Amalia actuó como los hombres fuertes de la época, que reunían grandes organizaciones de masas y que se pronunciaban todos por una misma posición, de manera que la Alianza de Mujeres de México fue una organización crucial, cuyo propósito era respaldar el sufragio femenino y al candidato del Partido Revolucionario Institucional frente al de la oposición, Miguel Henríquez Guzmán, quien también tenía el voto de la mujer en su plataforma política, explicó la doctora Cano, quien es autora de varios libros sobre feminismo.
Con la reforma constitucional para conceder el sufragio a las mujeres hubo un cambio muy importante, se duplicó el padrón electoral, y si bien la reforma fue en 1953, sólo hasta las elecciones de 1958 la población femenina participó en una elección presidencial y Adolfo López Mateos, quien resultó electo la primera vez que votaban las mujeres, ha sido el presidente que ha recibido el mayor número de sufragios a favor.
Para ese momento, Amalia llevaba casi diez años fuera del país; había sido embajadora en Suecia, Finlandia y Suiza, había escrito una obra de teatro en Suecia y estaba en sus labores diplomáticas, pero decidió venir a votar, a pesar de que para ello tuvo que saltarse el protocolo diplomático, ’pero no iba a estar en Suiza mientras las mujeres acudían a las urnas por primera vez’. Desde luego aprovechó la oportunidad para dejarse ver por la prensa y la elite política del país, con un amable pero contundente recordatorio de que ella había sido la que encabezó la campaña para el establecimiento del sufragio femenino.
Se trataba de un acto político con la imagen que siempre manejó, muy femenina; lo que ella llamaba el ‘feminismo femenino’, una manera de mantener este ejercicio cabal del poder de las ligas mayores, pero de una manera suave y ‘muy femenina’, esto significaba que a veces se cambiaba el vestuario tres veces al día, así llamaba la atención de la prensa y también hacía que los políticos no se imaginaran que ya tenía claro hacia dónde iba y por qué iba.
(Concluirá)
