SERGIO ENRIQUE CASTRO PEÑA

HABLEMOS DEL NUEVO MILENIO O DE ’VIEJOS PROBLEMAS’

HABLEMOS DEL NUEVO MILENIO O DE ’VIEJOS PROBLEMAS’
Periodismo
Mayo 25, 2016 23:47 hrs.
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SERGIO ENRIQUE CASTRO PEÑA › guerrerohabla.com

1999, fue un año que se inicio con un furor con una mezcla local por el inicio del penúltimo año de la administración del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y un ambiente de tensión política que normalmente se vive en vísperas del inicio en la carrera por el más alto sitio de la política mexicana. Por otra parte, compartimos con el exterior, las expectativas por el mayor acontecimiento que en su vida una persona pueda experimentar. En el mes de Diciembre, al concluir el día 31, no solamente pasaríamos de un año a otro o de una centuria a otra, también seríamos actores y presenciaríamos el fin de un milenio y el inicio de uno nuevo. Tendíamos ante nosotros la conjugación temporal de tres sucesos que no se repetirán hasta los próximos mil años. Sabemos que es solamente una formalidad que le da una cierta sensación de control y seguridad a la monótona cotidianidad, pero por más que quisiéramos aislarnos y lograr una falsa inmunidad al ambiente que esto producía, nuestros esfuerzos no rendían los frutos deseados. Era un cambio inusual y como tal implicaba un salto a lo desconocido y a sus consecuencias. Entre las que nos afectaba a nivel mundial, de acuerdo a ciertas informaciones provenientes de fuentes autorizadas, estaban los efectos en los relojes electrónicos en los procesadores, en el primer segundo después de finalizar 1999. Las predicciones, como todas las catastróficas, se diluyeron a medida que avanzaban los festejos de bienvenida al nuevo milenio.
Sin embargo, a medida que fue avanzando el año 2000, se comenzó a hacer patente que la opinión de los grandes medios de comunicación, no le eran tan afines al candidato del PRI, Francisco Labastida y, de igual manera a Cuauhtémoc Cárdenas abanderado de la izquierda. Del primero, esos medios se avocaron, preferentemente, a señalar los errores y pifias del candidato priísta, y a magnificar esos errores. Sin embargo, cuando los errores eran del candidato del PAN Vicente Fox Quesada, esos mismos medios le festejaba su actitud de ’bronco’, ’entrón’ y beligerante enemigo de las formas tradicionales de la política mexicana. Cualquier semejanza con lo actual es pura coincidencia. También, hay que considerar que esta estrategia, en el pasado le había dado buenos resultados. El primer incidente tuvo lugar al inconformarse en forma airada en los medios de comunicación disponibles, no hay que olvidar su origen gerencial en la refresquera Coca Cola, de los resultados en la elección a gobernador de Guanajuato, que dio origen al término contraconcesión, por la intervención del presidente Salinas para que el resultado aducido por Fox fuera aceptado por los priistas. Agregando con ello otra cualidad, la de defensor del voto.
Por su parte, su fama a nivel nacional provino en su intervención en la Cámara de Diputados, cuando se colocó boletas electorales en forma de orejas de burro, vaya proyección psicológica, para criticar la elección del presidente Salinas de Gortari. Posteriormente habría de convertirse en crítico de la política económica implantada por el del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Al respecto, el tiempo ha puesto a cada actor en su real ubicación. El ex presidente Zedillo es reconocido internacionalmente, no solamente con premios, que no son tan difíciles de obtener, sino con actos más reales como la contratación por universidades extranjeras, como la Universidad de Yale, y diversos organismos internacionales. Por su parte, el Sr. Fox al desenvolverse como presidente demostró su ignorancia, no solamente en materia económica, dejando escapar la oportunidad que le daba recibir un país con una economía funcionando con niveles de crecimiento alto, finanzas sanas y un valor del peso estable, que precisamente le fue legada por Zedillo. Pero el logro, si es que se le puede llamar así, que sí obtuvo el Sr. Fox fue la desaparición del carácter de respeto cívico de un poder hacia otro poder. Su accionar abrió la puerta, no para cuestionar, sino para hacer referencias de cualquier tipo hacia esos mismos poderes. Como resultado de ello, se dio una degradación paulatina de la percepción del ciudadano, si estaba justificada o no, era irrelevante.
Ya en la campaña política, al referirse al candidato del PRI, Francisco Labastida, lo llamaba ’la vestida’, un juego de palabras de su apellido, mismo que fue poco a poco calando en el léxico popular. Otro incidente se originó, en uno de los debates entre los tres candidatos a la presidencia: Francisco Labastida, Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Vicente Fox, en donde al surgir un tema y dado el tiempo transcurrido, el candidato Cárdenas proponía que se tratara en un posterior debate. La respuesta de Fox fue ¡no¡ ¡hoy! Al tratar, con diversos argumentos, el candidato de la izquierda solo obtuvo una sola respuesta ¡no¡ ¡hoy ¡hoy¡ ¡hoy!, respuesta que pronto fue a formar parte del léxico político y contribuyó a esa supuesta aura de firmeza.
A las expectativas normales que acompañan un cambio de año, hay que agregarle las ocasionadas por un nuevo siglo y, a éste, un nuevo milenio, en el caso de nuestro país había que agregarle, la posibilidad de una alternancia en el gobierno proveniente de un partido diferente al PRI. Posición, reiterada por la Comisión de Asuntos Extranjeros del Senado de los EUA, presidida por un archí-enemigo de México y del PRI el senador por Carolina del Norte, Jesse Helms. Los resultados de la elección, no cuestionada y aceptada por el presidente de la república, tuvo, por disciplina, que ser acatada tanto por el candidato como la dirigencia del PRI. Sin embargo, la información de los resultados fue dada tiempo después, por cuestiones de recuento y sin mucho ruido. La elección era cosa juzgada, no por el organismo electoral, sino por el presidente, obviamente del PRI, saliente.
Sin embargo, las ’expectativas recurrentes’ y, con un plazo largo, como es el caso de la alternancia en el poder y en particular las acumuladas en el PAN desde su fundación y, que además, contenían, para sus miembros de un purismo intachable, no solamente la alternancia y sacar al PRI del poder, sino lograr su eliminación del panorama político. Pero el destino le tenía una mala jugada al PAN. Su candidato triunfante no era de pura cepa panista, era, como ellos dicen, un ’arribista’, esa impureza ideológica, pronto se pondría en evidencia con el proceder, no tan extraño por sus antecedentes, simplistas y la poca seriedad del Vicente Fox Quezada y de algunos funcionarios, principalmente en el área de asuntos internacionales. Los ejemplos más palpables de los desvaríos diplomáticos los tenemos primero, en su visita oficial a España, en donde su acto más relevante fue la presunción de sus botas de charol ante los Reyes de España. Años después, en la comida de despedida de la reunión de mandatarios celebrada en Monterrey, se escenificó el segundo incidente, al querer o, por instrucciones, evitar que se encontraran el Primer Ministro de Cuba, Fidel Castro y el Presidente de EUA, George W. Bush, al primero le dijo Fox, ’comes y te vas’, otra de sus ya conocidas frases. Mientras, según las crónicas de la época las revistas del corazón y las políticas, daban cuenta de cómo su secretario de relaciones exteriores cumplía con los deberes que le imponían otro tipo de relaciones que implicaban mayor acercamiento.
Dentro de los principales objetivos que enarbola el PAN está el combate a la corrupción. Por ello, el señor Fox, pretendiendo congraciarse y mostrar a las corrientes más conservadoras del panismo, su adhesión y su pureza partidista, como primer acto de gobierno inicio una campaña moralizadora, no se le puede llamar de otra forma, porque se iniciaba sin considerar que el país estaba regido por leyes y no por deseos moralinos. El resultado de esta campaña, con sus respectivas revisiones administrativas y de manejo de recursos presupuestales, por la entonces Secretaría de la Contraloría de la Federación, que cubrió a una gran mayoría de los funcionarios de la administración saliente, llevó a que casi el 100 por ciento de los funcionarios investigados fueran sancionados. Sin embargo, el pequeño desliz de ignorar que somos un país de leyes, el gobierno foxista no esperaba la andanada de demandas para que se revirtieran los fallos de la secretaría en cuestión. El resultado, como en otros casos, la realidad era muy diferente a la mitología panista que por alguna razón pensaban que constituía una realidad. Los fallos en las cortes les fueron desfavorables, tuvieron que reintegrar a los funcionarios separados de sus puestos, con sus respectivos salarios caídos, pero eso sí, muy discretamente.
Por lo que respecta a su actuación o a su grupo cercano las cosas no fueron tan nítidas como se pretendía. Las acciones de Martita Sahagún, primero compañera y posteriormente esposa en 2001, estuvieron plagadas de actos de corrupción y tráfico de influencias por medio de sus hijos, de ella nada más, en el otorgamiento de contratos para la construcción de complejos habitacionales del INFONAVIT. Además, de una constante inferencia de la Sra. Sahagún en las actividades inherentes al presidente, deteriorando mucho, si es que alguna vez existió, esa falsa imagen de firmeza, pero afianzando su carácter irreflexivo en cuestiones institucionales. En otras palabras termino siendo, como expresa el refrán: ’farol en la calle, obscuridad en la casa’.
Sin embargo, no estando muy contento con los desvaríos en la política, las relaciones exteriores y en su actuar como presidente. Fox quiso, más con el propósito de proteger a sus funcionarios que lograr eficientar el gobierno, como pregonan sus jilgueros, dejar su huella en la administración pública, quizás inspirado en sus andanzas en la Universidad de Harvard, no sabemos si lo tuvieron en observación o fue a tomar algún curso, pero cosa curiosa no estamos enterados de alguna comunicación de esa institución educativa con su egresado. Sin embargo, arguyendo su experiencia, expidió en el último año de su gobierno, 2006, la Ley del Servicio Profesional de Carrera de la Administración Pública Federal. En ella, se otorgaron a esos funcionarios todas las prerrogativas de inmovilidad del empleado de base, pero con los sueldos de nivel superior y las prestaciones en el área médica, transporte y gastos de representación, aunado a todo esto, un incremento de la ineficiencia, no existe una forma de evaluación seria que determine su permanencia o su despido. Afectando, posteriormente la eficiencia y eficacia de los gobiernos, como lo constato, a su tiempo, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón y en gran parte la actual administración, al ser atacadas de ineficientes, dentro de todos los análisis sobre la actuación de esos gobiernos, brilla por su ausencia el factor de esa ley en la eficacia y eficiencia del aparato gubernamental.
Pero, el Sr. Fox no es persona que quiera dejar las cosas a medio camino, su meta ha sido siempre terminar lo que inicio, no importando las nefastas consecuencias, más para nosotros y el país que para él mismo. Así, contribuyó con su granito de arena en el sistema y el proceso electoral, primordialmente en el relevo presidencial y de forma señalada en la designación del candidato de su partido el PAN a la presidencia de la República.
Sin una experiencia previa en los asuntos de la gobernabilidad y por los efectos de las ’expectativas recurrentes’, el PAN y con ello sus militantes, no contaban con una visión de Estado y, por lo tanto cuál era su papel de gobierno y debería de ser su proceder, no solamente al acceder al poder, sino para contar con los mecanismos que permitieran un relevo en forma pacífica. Lo cual es confuso dado que constituyó un tema recurrente de sus ataques al PRI, en sus días de partido de oposición. La cuestión es, que sin este conocimiento, al presidente Fox, a él si se le enredó el engrudo y se ’hizo bolas’ en su proceso interno, consecuentemente el candidato apoyado por Fox fue superado en el proceso interno del PAN logrando la designación su antiguo y renegado empleado Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa. Con un partido dividido, el PAN se enfrentaba a un candidato de izquierda, lo que en México se conoce como izquierda, que había tenido seis años de campaña para lograr esa candidatura, Andrés Manuel López Obrador. En esta ocasión, no nos detendremos a señalar todos los desmanes que produjo, con la complacencia de su empleado Marcelo Ebrard, en el Paseo de la Reforma en el hoy, nuevo estado de la Ciudad de México, sino que enfocaremos nuestra atención a las consecuencias de esta división en el PAN y su incidencia en los resultados electorales del 2006.
Para una gran parte de la clase política mexicana, incluidos comentaristas del ramo, las expectativas de la primera elección ’libre’ eran incalculables, sin embargo su desarrollo y el poco ortodoxo final han contribuido a que se le relegue al recóndito de los malos recuerdos. Con dos actores principales, PRD y PAN, el PRI no tuvo una participación neurálgica por los errores cometidos por su dirigente y su insistencia a imponer su candidatura en contra de las preferencias de sus militantes, protagonizaron una contienda en donde parecía más una disputa entre el presidente Fox, quizás incentivado por la relegación de su partido en su proceso interno y el candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, en donde el primero acusaba al segundo como un ’peligro para México’ y la repuesta obtenida fue ’cállate chachalaca’. Esta primera elección del nuevo México ’libre’ o de la ’incipiente’ democracia mexicana, el PRI ya no gobernaba, será conocida como una de las más desaseadas y, que estuvo a punto de quebrantar en orden institucional.
El 2 de julio de 2006, se desarrolló entre un mar de información sobre el desarrollo de la contienda electoral. El Instituto Federal Electoral (IFE) no dejaba de emitir boletines para los productores de noticias y comentarios políticos. Sin embargo, a medida que el día se acercaba a la media noche, el flujo disminuyó hasta que se detuvo. Aquí, el sistema no se ’cayo’, sino que se ’callo’. Ante las acusaciones de irregularidades al por mayor, por fin el IFE en voz de su presidente Carlos Ugalde, dio a conocer que el vencedor de la contienda electoral, por un poco más de trescientos mil votos, era Felipe de Jesús Calderón Hinojosa. La reacción del candidato derrotado, Andrés Manuel López Obrador fue de acusar al instituto electoral de ser cómplice con el PAN para arrebatarle el triunfo, iniciando una lucha para impedir que el ’impostor’, Felipe Calderón, él se autonombraba ’presidente legítimo’, pudiera tomar posesión en el Congreso Nacional como Presidente de México.
La toma de protesta de Felipe Calderón como presidente, irónicamente, presentaba muchas similitudes a la ocurrida doce años atrás, con la de Ernesto Zedillo, cuando los panistas pretendían impedir ese ceremonial, porque, no es más que un ceremonial, el presidente saliente entrega y el entrante recibe el poder en el primer segundo del día uno de diciembre y, en esta ocasión, correspondió al PRI que ese ritual institucional se cumpliera. En este caso, como en otros el PAN ha sido protagonista y promotor, con la complicidad de grupos de la llamada izquierda, de una más de las ceremonias que le daban sentido a ese México que se diluye en ese pantano que esotéricamente llaman ’democracia incipiente’. Bajo estas circunstancias, se inicia la segunda parte del experimento panista, mismo que trataremos de manera muy amplia en una segunda entrega. sergiocastro6@yahoo.com.mx

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