(Primera de dos partes)

Información y censura surgieron a la par y con fuerza: Gabriel Torres Puga

Información y censura surgieron a la par y con fuerza: Gabriel Torres Puga
Cultura
Octubre 13, 2016 12:12 hrs.
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Norma Lydia Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

Ante el exceso de información a que actualmente está sometida la sociedad, y aun cuando más que censura lo que importa es el control de contenidos, los analistas se han preguntado si esa abundancia significa que existan seres realmente bien informados, o sólo se trata de una ilusión.
Tal planteamiento hizo el doctor en Historia por el Colegio de México, Gabriel Torres Puga, durante su conferencia ‘Información y censura en los siglos XVII y XVIII’, ofrecida como parte del ciclo ‘Nuevas interpretaciones de la historia nacional’, auspiciado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM).
Hasta hace poco, aseguró, había una idea bastante simple de lo que era la historia de la información y la censura, es decir, que la opinión pública estaba en los periódicos y el principal enemigo u opositor a la libertad de imprenta era un gobierno temeroso de la crítica. Sin embargo, hoy las cosas se han complicado mucho, no sólo porque se conquistó la libertad de imprenta, de opinión pública y de expresión en todos sus sentidos, sino también porque, a pesar de ello, subsisten ciertas formas de censura.
Indicó que las redes sociales forman parte de la vida cotidiana desde hace dos décadas, por lo que referirse ahora a censura ya no significa que los censores utilicen tijeras o martillos para destruir unas imprentas, sino que se piensa más bien en intentos, tanto del gobierno como de distintos sectores, por controlar la información o para confundir al propio receptor de información con elementos diversos como consumismo o escándalos.
Estos últimos, pueden ser distractores frente a temas que verdaderamente podrían ser importantes para la sociedad. Pero también merecería ser discutido qué es en realidad lo importante, apuntó quien fue ganador del Premio Francisco Xavier Clavijero en 2001.
Empero, agregó, para hacer una historia de la censura tenemos que saber cuándo empezó a surgir lo que llamamos información. Hay muchos estudios, libros e investigaciones más o menos recientes al respecto, que han llamado la atención sobre una historia no solamente de la prensa periódica, ya que es necesario incluir otras formas de comunicación e información que han estado presentes a lo largo del tiempo.
En esa tendencia se inscriben los libros ‘Escribiendo noticias y contando historias’, del doctor Robert Darnton, y ‘La invención de noticias. Cómo el mundo llegó a conocer sobre sí mismo’ (editado por la Universidad de Yale en 2014), del profesor Andrew Pettergreen, quien hizo una reflexión para determinar en qué momento comenzó a surgir la idea de que había información que valía la pena que se conociera en una esfera más amplia, y en qué momento los gobiernos supieron que tenían que comunicar la información, comento el doctor Torres Puga.
Este asunto está vinculado de manera directa con la historia de la prensa, pero también con los cambios políticos que se van dando en el siglo XVI y con una historia que no conduce irremediablemente a la de las publicaciones periódicas, sino que puede encaminarse además a una serie de transformaciones culturales y políticas como el nacimiento de la imprenta, del libro, de la información oficial, de la política y de la censura.
De manera que el desarrollo y la fuerza de la imprenta, así como su capacidad -desde sus inicios- para generar polémica, para demostrar que había una posibilidad intrínseca de comunicar de manera mucho más efectiva nociones políticas a distintos grupos o sectores, y aun transmitirla fuera de los lugares donde se había producido, provocó que las autoridades civiles y eclesiásticas consideraran necesaria la censura, apuntó el especialista en inquisición novohispana.
Surgimiento de la censura en el siglo XVI

Un ejemplo básico sobre esta fuerza política del impreso, es el texto ‘El Cristo pasional’, de Martin Lutero, publicado en el siglo XVI y en cual empleaba el poder del escrito con el apoyo del grabado, algo entonces novedoso y que logró un efecto propagandístico, pues llegaba a un público relativamente amplio con un mensaje directo: la acusación de la simonía que hacía la Iglesia Católica al comerciar con los bienes espirituales.
Así surgieron los libelos, una manera innovadora muy efectiva de hacer política. Tanto, que la jerarquía católica reaccionó ante la amenaza del cisma luterano, primero con la prohibición y después con la publicación de escritos, de modo que la censura estuvo muy vinculada a la percepción del peligro potencial que podrían tener ciertos textos divulgados por la prensa.
El desarrollo de la prensa va muy relacionado con el de la censura, la cual se presentaba en grados que iban desde supresión de párrafos e imágenes, hasta de obras completas, precisó Torres Puga, y agregó que cuando aparecían los edictos de proscripción de algún libro, los encargados de las bibliotecas procedían a tachar las partes señaladas por los censores.
Y aunque la censura dificultaba la transmisión libre de opiniones a través de la imprenta, la gente de esa época se las ingeniaba para enterarse de ciertas cosas, lo cual ocurría en los espacios públicos de opinión, pero no en los que se dieron en Holanda, Francia e Inglaterra, porque no tuvieron equivalente ni en España ni en el mundo católico más ortodoxo, y mucho menos en el continente americano.
Ahora, los estudios particulares sobre el mundo hispanoamericano han ido mostrando poco a poco que, a pesar de la censura, hubo un intento de construcción de un discurso oficial que por fuerza informaba, es decir, aunque se limitaba o controlaba esa información, para la autoridad era indispensable darla a conocer así fuera de modo parcial.
De tal forma que la censura no sólo era tachar libros o prohibirlos, sino que consistía también en publicar información controlada para tratar de defender un punto específico; en este sentido, Lutero fue conocido en el mundo hispánico a través de textos cuya misión principal era combatirlo y denostarlo, pero dentro de ese ataque era preciso dar información, pues era importante crear una base de contenidos que se considerara verídica y aceptable.
Eran textos polémicos porque incluían parte de lo mencionado en aquellos que eran combatidos, y que se recuperaba en forma de diálogos o de escritos antagónicos, pero al menos había un mínimo de información.
A lo largo de los siglos XVI y XVII, pero sobre todo en el XVIII, en medio de la Ilustración -movimiento intelectual y cultural europeo- era muy frecuente encontrar textos antifilosóficos que recuperaban parte de lo que los autores ilustrados estaban escribiendo; por ejemplo, mostraban trabajos de Voltaire o Rousseau para luego combatirlos, apuntó Torres Puga, quien es autor de varios libros sobre la Inquisición.
De esta forma, a pesar de que existían la censura y las prohibiciones, había ciertos canales que permitían a la imprenta publicar algunas noticias, porque no era posible mantenerse al margen de lo que estaba pasando en el resto del orbe.
(Concluirá)

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