Opinión

La política exterior estadounidense: la doctrina Monroe y el corolario Roosevelt / C

La política exterior estadounidense: la doctrina Monroe y el corolario Roosevelt / C
Periodismo
Agosto 12, 2017 00:46 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


En el contexto de la política exterior estadounidense, América Latina ha ocupado un lugar preponderante al encontrarse dentro de su esfera de influencia. En base a ello, se arguye que cuando la Doctrina Monroe establece aquello de ’América para los americanos,’ entendamos como sinónimo de estos últimos a los estadounidenses y no al continente que comprende desde el norte del Bravo y hasta la Patagonia. Si bien, la Doctrina fue un acto unilateral de los EUA en función de preservar para sí el control de América Latina y evitar cualquier intervención europea, rememoremos que cuando nace, en 1823, apenas nos acabábamos de sacudir tres centurias de dominio español, el cual sin negar que nos legó el mestizaje de donde provenimos, poco o nada dejó en términos de bienestar para la población. En ese contexto, los EUA vieron que en estas tierras había un espacio en donde ejercer su influencia y a partir de ahí instrumentar su política exterior para nuestros países. Antes de que por ahí salga un ensabanado en el lábaro patrio, recordemos que este análisis está fundado en datos duros y no en ’wishful thinking.’ En ese contexto, no olvidemos que esta es una revisión de la política exterior estadounidense, la cual no fue diseñada para ver si nos gustaba o no. Con ella han lidiado nuestros gobernantes. Varios de ellos han mostrado un grado alto de dignidad por lo cual han sido respetados y capaces de desarrollar políticas conjuntas, los otros han utilizado conforme al nivel exhibido. Vayamos al recuento de las dos primeras décadas del siglo XX en el entorno de la política exterior estadounidense durante ese lapso.
Al momento en que la Doctrina Monroe aparece, los EUA eran aún una nación en vías de formación. Sin embargo, los alcances de la misma fueron más allá de lo esperado. Acabaría estableciendo las bases para el futuro de la política exterior estadounidense en general. Inmersa en ese proceso, llegó a los albores del Siglo XX y ya no era factible utilizar las medidas empleadas cuando apenas se configuraba el país que cuando ya había obtenido el estatus de potencia. Por ello, el Presidente Theodore Roosevelt decidió tomar los principios de la Doctrina Monroe al nivel siguiente. Ahí, nació el llamado Corolario Roosevelt.
Conforme a lo citado por uno de los historiadores estadounidenses más connotados, Walter Lafeber, ese Corolario establecía como falso que los Estados Unidos ’estuvieran hambrientos por adquirir posesiones territoriales nuevas o considerara cualquier proyecto al respecto para otras naciones del Hemisferio Occidental, excepto la búsqueda de su bienestar. Todo lo que [los EUA] desean para sus naciones vecinas, citaba LaFeber, es estabilidad, orden y prosperidad…’ Acto seguido venia la admonición preventiva. Sin embargo, de persistir ’situaciones equivocas crónicas o la impotencia que den por resultado la pérdida de vínculos con la sociedad civilizada puede en América [entendida como el Continente Americano], como en cualquier otro sitio, requerirse la intervención de alguna nación civilizada…’ Y como por estos rumbos ya sabíamos quien representaba eso, pues indicaba claramente: ’En el Hemisferio Occidental, la observancia por parte de los Estados Unidos a los principios de la Doctrina Monroe podría forzar [a que esta nación], aun renuentemente, en los casos en que persistieran las situaciones equivocas y/o la impotencia flagrantes, tuviera que actuar como un poder policial internacional…’ Pero no fueran a creer que aquello se daría de forma automática, ’[Los EUA] intervendríamos en [América Latina] únicamente como un recurso último, y solamente si fuera evidente que su incapacidad u oposición a impartir justicia en casa y hacia el exterior hubieran violado los derechos de los Estados Unidos o bien se hubiera recurrido a llamar a otras fuerzas externas de agresión, lo cual generara el detrimento de todo el conjunto de las naciones [del Continente Americano].’ Para algunos era la puesta en práctica de las palabras que Roosevelt pronunciara años atrás: ’speak softly and carry a big stick, you will go far’ (habla suavemente y carga un garrote, así llegaras lejos). Si bien la Doctrina y el Corolario parecían un elemento unificado, existían algunas diferencias.
La Doctrina apoyaba las revoluciones en América Latina, el Corolario se oponía. Esto se explica ya que, a inicios de los 1800s, los enemigos eran los europeos quienes desafiaban la predominancia estadounidense en el Hemisferio Occidental. En los albores del Siglo XX, las revoluciones podían estallar para combatir la intervención de los EUA en el área.
Monroe demandaba la no intervención de fuerzas externas, incluyendo los EUA, en esas revueltas, Roosevelt declaraba que intervendría para mantener el orden civilizado. Cuando Monroe proclamó su Doctrina, los EUA no poseían un ejército fuerte para intervenir en esas insurrecciones, era mejor prohibir cualquier intervención. Pero una vez que se tiene un apoyo militar fuerte, no iba a permitir que nadie iniciara un fuego en la puerta de su casa.
La Doctrina había visto el poder económico actuando en un mercado tradicional, comprando y vendiendo de acuerdo a las reglas establecidas por el país de origen. El Corolario planteaba usar el poderío económico del país para controlar esos mercados y revertir el control ejercido por el país de origen para que fuera ejercido por los EUA. O, como se dice, quien tiene el oro escribe las reglas, una potencia tiene capacidad para dictar los términos de intercambio.
Monroe argumentaba que al mantenerse alejado de los asuntos internos de América Latina, no requeriría una intervención militar. La propuesta de Roosevelt implicaba que si las cosas no se daban correctamente, en función de los intereses de los EUA, en esa región o en uno de los países de la misma entonces había que hacer uso de la fuerza para corregir el problema.
La Doctrina establecía abstención. En Congreso no tenía un rol específico y el presidente no tenía que preocuparse por problemas constitucionales con la legislatura. Roosevelt siguio un camino que constitucionalmente requería la aprobación del Congreso, pero lo ignoró cuando se le oponía.
Para el Presidente Roosevelt, el futuro de los EUA no estaba solamente en el Hemisferio Occidental, había una oportunidad muy importante en Asia. Los estadounidenses tenían que conquistar el mercado más grande del mundo que ofrecía la mano de obra más barata. El presidente estadounidense trató de garantizar la política de puertas abiertas al mercado chino mediante el apoyo otorgado a Japón, mientras obstaculizaba los intentos de Rusia por colonizar Manchuria y controlar Corea. Al final, Roosevelt fue capaz de sentar en la mesa de negociaciones a ambas partes, Japón y Rusia lograron un acuerdo de paz el cual colocó al gobierno ruso en una situación tal que años más tarde concluyó con la erupción de la Revolución Bolchevique. Al respecto, revisemos la perspectiva de un experto en el tema.
En la opinión de Henry Kissinger, lo que Roosevelt hizo fue utilizar las reglas del equilibrio de poderes. Esto implicaba querer debilitar a Rusia, pero sin llevarlo a un grado en que fuera derrotado y los japoneses se convirtieran en la amenaza sustituta de los rusos. En el llamado Tratado de Portsmouth, los arreglos se basaron en la premisa de un equilibrio de poder asiático en el cual Japón, apoyado por la Gran Bretaña, compensaría a Rusia, mientras los Estados Unidos mantendrían el balance final entre las dos partes de Asia, tanto como Gran Bretaña preservaba el equilibrio en Europa.
Quien sucedió a Roosevelt fue, otro Republicano, William Howard Taft (1909-1913). Su ritmo de trabajo fue lo opuesto a su predecesor en términos energéticos, lo cual no significó que cayera en la inactividad. La política externa de Taft quedó en manos del secretario de estado, Philander C. Knox, de quien un diplomático británico dijera que concebía los asuntos internacionales en igual forma que la práctica de la abogacía. Para Knox, un tratado era un contrato, la diplomacia era un litigio, y los países involucrados son partes en una demanda.
Bajo esa suposición, Knox and Taft creían que no era necesario el uso de la fuerza para continuar la consolidación del poder estadounidense en el mundo. Según su perspectiva, era suficiente con utilizar el capital creciente del país e invertirlo en otras altitudes. A esa política se le llamó ’Dollar Diplomacy.’ De acuerdo al Presidente Taft, mediante su implantación, sería factible crear sociedades ordenadas al ayudar a industrializar las naciones y a la vez generar utilidades para los inversionistas estadounidenses. La realidad habría de hacerle ver que aquello funcionaba mejor si le aderezaba un poco de orden. La utilización de la ’Dollar Diplomacy’ en China casi termina en catástrofe tanto para los chinos como para los EUA.
Durante la era de la ’Dollar Diplomacy,’ específicamente en 1909, se propuso un tratado de reciprocidad el cual implicaba disminuir las tarifas en el intercambio comercial con México y Canadá. Sin embargo, la propuesta se vino abajo debido a los desacuerdos surgidos entre Republicanos conservadores quienes demandaban tarifas más altas y los Progresistas quienes apoyaban a Taft. Asimismo, la diplomacia promovida por Taft fue puesta en práctica en América Central. En Costa Rica y Honduras, la United Fruit jugó un papel importante en las plantaciones de plátano y los ferrocarriles, lo cual le permitió extender su control sobre el trasporte de carga, la banca y el gobierno.
El Presidente Taft, se preocupaba por ver cuál era la situación de los negocios estadounidenses en el mundo. Creía que los préstamos y la inversión de capital generarían orden, estabilidad y prosperidad a las naciones. Prefería esperar los resultados en lugar de ir a buscarlos o implantar medidas para lograr que se presentaran conforme a los planes. No obstante todas esas acciones, estallaron revoluciones en México y Nicaragua. Mientras tanto, en Europa, el sistema sustentado en el equilibrio de poder mostró una estabilidad muy endeble lo cual conduciría a la Primera Guerra Mundial.
En 1912, empieza a aparecer una fase nueva en materia de comercio. El entonces candidato presidencial Demócrata, y futuro presidente, Thomas Woodrow Wilson (1913-1921), señaló, tal como es citado por LaFeber, que era necesario encontrar la frontera nueva de los mercados mundiales para reemplazar la frontera geográfica. El gobierno, encabezado por un presidente fuerte, debe de abrir y ordenar esas fronteras nuevas. Wilson reconocía que las corporaciones serian un factor diferente de carácter nacional, pero deseaba emplear al gobierno para reforzar los valores políticos y morales tradicionales.
La presidencia de Wilson se distinguió por ser una combinación de idealismo con pragmatismo. De acuerdo a Kissinger, las ideas de Wilson habrían de dar forma a la base conceptual de la política exterior estadounidense durante el resto del siglo XX.
Una vez en la presidencia, Wilson realizó su primer movimiento diplomático cuando, con la finalidad de estabilizar China, sacó a los banqueros estadounidenses del consorcio de las seis potencias integrado también por Rusia, Francia, Alemana, Japón y Gran Bretaña. Esta medida la tomó no porque careciera de conocimientos sobre lo que China representaba, sino debido al hecho de que Rusia y Japón, que controlaban el grupo, mostraban muy poco interés por la política de puertas abiertas. Utilizaría el poderío económico creciente de los EUA e iría solo en China. Trabajaría con el líder chino quien prometiera estabilidad y cooperación.
En relación a Japón, Wilson, a través del secretario de estado, Robert Lansing, obtuvo un acuerdo en el cual los EUA reconocían el dominio de Japón en áreas como el sureste de Manchuria. A cambio, Japón reafirmaba su participación en la política de puertas abiertas.
La imagen que Wilson proyectó durante su campaña fue la de un pacifista. Sin embargo, durante su administración implantó una política exterior más agresiva aun que la de Theodore Roosevelt. Wilson no tenía duda de que el uso de la fuerza era necesaria para poder alcanzar el orden. Aun cuando cabe mencionar que también utilizó el poder del dinero para hacerse de territorio como fue el caso de las Islas Vírgenes por las cuales le pagó 25 millones de dólares a Dinamarca. Tras de que en su campaña para reelegirse, les prometió a los estadounidenses que no enviaría sus hijos a la guerra, al final no tuvo otra opción sino involucrarse, y ganar, en la Primera Guerra Mundial. Por tierras Latinoamericanas durante el gobierno de Wilson seis fueron las veces en que envió tropas para ’pacificarnos’ o ’ayudarnos’. No olvidemos que dos de ellas fueron aquí en México, mismas que trataría de justificar años después, pero que en su momento no fueron bien recibidas por nadie y solamente la testarudez positiva de Venustiano Carranza Garza hizo factible que no termináramos en protectorado o de achichincles durante la Primera Guerra Mundial.
Retornando a Kissinger, desde su perspectiva los motivos que indujeron a Wilson a involucrarse en la Guerra no fueron generados por el deseo de preservar y fortalecer el equilibrio de las potencias en Europa. Lo que en realidad Wilson buscaba era terminar conjuntamente con ese equilibrio y el sistema de Westfalia. Aquí cabe hacer un paréntesis y precisar a lo que se refiere esto último. En 1648, se firmó la Paz de Westfalia dando fin a la Guerra de los Treinta Años. Era un acuerdo para respetar el principio de integridad territorial. En el sistema de Westfalia, se asumía que los intereses nacionales y los objetivos de los estados (más tarde estados-naciones) estaban por encima de cualquier ciudadano o gobernante. Los estados, se convirtieron en los agentes institucionales primarios en un sistema de relaciones regionales. Hasta aquí la disgregación, retornemos a principios el siglo XX en los EUA en donde el presidente Wilson estaba convencido de que las relaciones entre países no deberían fundarse en un equilibrio de potencias , sino en una comunidad de potencias; no en un conglomerado de rivalidades organizadas, sino sustentada en la instauración de una paz común. A partir de ahí, el Presidente Wilson habría de delinear los tres temas básicos en los cuales se sustentaría la política exterior estadounidense del futuro.
Primero, habría que considerar la prevalencia de la harmonía como el orden natural de los asuntos internacionales. Segundo, generar el cambio mediante el uso de la fuerza es inadmisible; toda transformación debe de suscitarse mediante un proceso basado en la ley, algo que se asemeje a ella o mediante un procedimiento legal. Tercero, cualquier nación construida bajos dichos principios nunca debería optar por la confrontación violenta; aquellos estados que no adopten estos criterios más temprano que tarde llevaran al mundo a un conflicto. El objetivo de Wilson era extender al resto del mundo lo que ellos llaman los valores estadounidenses por lo cual se convierten en una política exterior activa.
En ese contexto, al finalizar la Primera Guerra Mundial, Wilson promovió la creación de un parlamento mundial liderado por los EUA. Esto generaría seguridad colectiva y representaría un acuerdo en pro de la paz permanente. Bajo este esquema, se creó la Liga de las Naciones. Tras convencer a los otros líderes ganadores de la Guerra, Wilson retornó a los EUA para promover la incorporación a su país a dicha Liga. Sin embargo, pagaría el olvido que tuvo cuando se fue a Paris sin invitar a miembros del Congreso como parte de la delegación estadounidense. El triunfo lo cegó y creyó era un mero trámite convencer a los integrantes del legislativo en su país. Sin embargo, su rival acérrimo, el senador por Massachusetts, Henry Cabot Lodge, encabezó la oposición para que los EUA ingresaran a la Liga de las Naciones. Cuestionó el contenido del artículo X de la Liga que se refería a la seguridad colectiva. Esto significaba que si una nación estaba bajo ataque, todos los demás miembros habrían de defenderla, lo cual argüía, ponía en riesgo a los EUA. Se requerían dos tercios de votos aprobatorios del Senado para aprobar la participación de los EUA en la Liga, pero Wilson y los Demócratas no pudieron alcanzarlos. Eso, le costó la salud a Wilson y el poder presidencial disminuyó. A partir de ahí, aseguran algunos historiadores, da inicio un periodo de aislamiento de los EUA con respecto los eventos mundiales, algo con lo que de acuerdo a nuestras investigaciones no ocurrió, eso lo trataremos en la colaboración siguiente. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) A poco creían que era un partido de pelados, pues no. Ya tenía a la princesita plagiaria, ahora muestra al rey de mazapán. Desde la cúspide, luce complacido su Alteza Serenísima, el del Siglo XXI, no el del XIX.
Añadido (2) Un amigo, quien como militante de toda la vida ha sudado la camiseta por su partido, nos hizo el mejor resumen sobre el sentir de los miembros acerca de la asamblea priista: DECEPCIONADOS.
Añadido (3) En el boxeo, los antiguos aconsejaban golpear al cuerpo para minar la velocidad del contrario y que llegara exhausto a los rounds finales. De continuar a ese ritmo el ’traca-traca,’ como dijera el cronista nigropetrense Agustín Álvarez Briones, cuando los negociadores mexicanos se vayan a negociar el TLCAN o NAFTA llegaran con los brazos caídos pesarndoles una tonelada. Primero fue la papaya, siguió el batacazo del dinero sucio, a ver mañana que nos anuncian. Y aquí, impávidos en espera de que les asignen otra chambita en pro de la democracia.

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

La política exterior estadounidense: la doctrina Monroe y el corolario Roosevelt / C

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.