Tiene dos

La vida como es…

La vida como es…
Religión
Abril 22, 2016 21:23 hrs.
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Octavio Raziel › diarioalmomento.com

El humo blanco ha salido de la chimenea del Vaticano. Habemus papam (tenemos Papa) ha pronunciado el cardenal protodiácono. El elegido por el colegio cardenalicio en un cónclave que pudo haber durado varios días enviará en breve un mensaje Urbi et Orbi; sólo faltarían pequeños detalles de un protocolo que data de centenares de años. El representante de Cristo en la tierra será investido y vestido conforme la parafernalia pontificia. Él se levantará el alba (habito interno) y se dirigirá a una silla especial, la sedia stercoraria, que tiene un agujero en el medio. Un diácono joven deslizará su mano por abajo y tocará sus genitales. Con voz fuerte que retumbará en la Capilla Sextina declarará: Duos habet et bene pendentes (tiene dos y bien colgantes), Una vez anunciada la frase los purpurados dirigirán su vista y sus brazos al cielo y declararán Deo Gratias (Gracias a Dios). Acto seguido al Santo Padre le colocarán la casulla, la mitra, el palio, el anillo, el báculo del pastor y las sandalias del pescador.

Con todo ese protocolo se asegurará la Iglesia Católica de que no se cuele una mujer al trono de San Pedro.

Juan VIII ascendió al papado en el siglo IX (855 d C) y resultó papisa. Juana, hija de un monje, nacida en Maguncia en 822, fue ascendiendo peldaños en la jerarquía cristiana, hasta que alcanzó el cardenalato y finalmente fue ungida como Papa Juan VIII sucediendo a León IV.

Durante una procesión entre San Pedro y San Juan de Letrán, Juan VIII comenzó a sentir los dolores de parto. Ante la estupefacción de los feligreses nació un niño que, junto con su madre, fue lapidado en el mismo lugar. Por ese sitio, la iglesia de San Clemente, está vedado el paso de cualquier procesión o la realización de ceremonia religiosa alguna.

En la historia de los papas, se incluye a un Benedicto III que conservó el Trono de Pedro de 855 a 858, extrañamente el mismo periodo de la papisa Juan VIII, que sucumbió a los encantos del embajador Lamberto de Sajonia.

En el Museo Vaticano se conserva aún la famosa silla sedia stercoraria, expuesta a los visitantes; aunque aseguran que hace años o siglos no se usa.

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