Obra de Armando Velasco Castrejón

La Comisión

La Comisión
Biografías
Enero 04, 2017 00:37 hrs.
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De la Redacción › diarioalmomento.com

¡Híjole! No introduje el artículo. Pero como les había prometido ¿O amenazado?..Les comparto los dos primeros capítulos del relato "La Comisión", que ya casi termino. Ojalá los lean, pues como mañana vamos a boicotear, tendremos el día libre para hacerlo.

"Hace ya varios años, en los setenta y tantos, cuando trabajaba en el Fideicomiso para la Organización y Capacitación Campesina (FOCC), un fideicomiso de los muchos que se crearon en los sexenios de Echeverría y López Portillo y que después fueron cerrados uno a uno, cuando el neoliberalismo se apoderó del país, me encontraba en Oaxtepec impartiendo una serie de talleres para capacitar al personal de la Secretaría de Agricultura, que en aquél tiempo tenía otro nombre del que no quiero acordarme, cuando me llegó una orden de mi jefe, para que lo dejara todo y me trasladara de inmediato a la Ciudad de México.
La orden era eso: Una orden que no admitía discusión ni retraso. Debo confesarles que me preocupé, pues como no sabía de qué se trataba, hice como mil conjeturas, pues se complementaba con la información de que me trasladara directamente al aeropuerto, donde ya se me esperaba con maletas y todo para viajar a Mérida, en la hermosa república hermana de Yucatán.
Llegué al aeropuerto con el corazón en la boca, pues el chofer que me trasladó desde Oaxtepec, tenía la ’pata pesada’ y me trajo como de rayo. En la sala de espera para abordar el avión, me esperaba mi jefe y un compañero de trabajo, al que decíamos ’el Michín’, sinaloense él, originario de ’Villa Atizón’ (Villa Unión, comunidad cercana al aeropuerto de Mazatlán). Allí, me explicaron que íbamos a Mérida a una reunión con el Gerente Regional del Banco Rural Peninsular y su equipo de trabajo, para atender una ’bronca fenomenal’ en los dos más importantes Nuevos Centros de Población de Quintana Roo, el nuevo y flamante estado.
Y como dijo un clásico de la política y la cultura modernas ..¿Y Yo por qué?...Pues porque eran órdenes de Los Pinos, del mero ’preciso’. Ah!... Chihuahua, pensé. No sabía que era ’soldadito de la patria’, creí que era un simple burócrata, ganándose su salario mediante su esfuerzo… Pero en fin. Mi jefe (hermano y cómplice) nos había seleccionado confiando en nuestra capacidad y lealtad.
Durante el vuelo, ’bajamos los nervios’ con unos ’wiskis’ y nos animamos un poco, pensando, qué, como siempre, estas comisiones eran pura ’llamarada de petate’ y que después de esos discursos plagados de lugares comunes y ojos de ’Guadalupe Victoria’(nuestro primer atleta olímpico ’recordman’ en el lanzamiento de sable) arrojando el sable dicen que a través de un río, para ver quien se animaba a ir por él, desahogado el fervor patrio, todo volvería a ser lo mismo. ¡Qué equivocados estábamos!...
Llegamos a la blanca Mérida. Ya pardeaba el atardecer cuando arribamos por fin al edificio que albergaba las oficinas del otrora poderoso Banco de Desarrollo, hoy venido muy a menos, como una simple ’oficinita de trámites’ para apoyar con crédito y financiamiento a los de siempre. Allí nos esperaba el señor gerente.
Entramos a la enorme sala de juntas y con la solemnidad con que nos manejamos los mexicanos, pertenezcamos o no al PRI, después de esas, a veces interminables presentaciones con los señores ’mucho gusto’, ’servidor de usted’, tomamos nuestros asientos. El jefe del Departamento de Organización Económica de Acreditados del Banco, Carlos Sobrino, hizo una somera descripción del problema: Resulta que en una de las múltiples giras que realizan nuestros presidentes para darse ’baños de pueblo’, López Portillo, ’el primer magistrado de la nación’ (¿quién les habrá puesto ese título tan ridículo a los presidentes?) junto con el flamante Gobernador del flamante nuevo estado de Quintana Roo, Jesús Martínez Ross, les fue interrumpida su gira faraónica por unos ruidosos y revoltosos campesinos que se quejaban de que ’pa` variar’, les habían hecho de ’chivo los tamales’ y los habían traído desde Tlahualilo, en la Comarca Lagunera, diversas regiones de Michoacán y otras partes del país, con muchas promesas para abrir dos Nuevos Centros de Población en las cercanías de Chetumal, la calurosa y en aquél entonces ’fayuquera’ capital del estado, de acuerdo con las disposiciones de la Nueva Ley Federal de Reforma Agraria y, como siempre, los habían dejado ’como novias de rancho’.
Como estaba de moda el ’colectivismo’ y el grupo de técnicos al que yo pertenecía, había escrito el Libro de la ’Organización Económica de Acreditados’ (para el Banco Agropecuario), conocido como el ’Libro Verde’ por el color de sus pastas, pues se suponía que nosotros podríamos resolver el problema, ya que a los ’neocolonos’, se les había organizado siguiendo la filosofía y lineamientos del libro y de la Ley Federal de Reforma Agraria.
En síntesis, lo que se esperaba de nosotros es que les sacáramos el ’gato del agua’ y para tal fin, nos ofrecían todo el apoyo necesario con técnicos, vehículos y oficinas para nuestro servicio, porque temían una revuelta encabezada por los líderes de los neocolonos que eran ’bravos y bragados’. El Señor Gerente General, Don Homero Gómez, como todopoderoso señor de toda la península de Yucatán (en ese entonces, un gerente regional del Banco, tenía más poder que tres gobernadores juntos, no que ahora, no sirven ni para servir el café), habló con la solemnidad de nuestros políticos, que aunque digan puras pendejadas, les gusta entornar los ojos y hacer gestos heroicos, como si con cualquier guiño, estuvieran salvando a la patria amenazada, preparándonos para la reunión que sostendríamos al otro día, con el Sr. Gobernador y su gabinete, a la cual, deberíamos llegar como un equipo fuerte y bien integrado, y nos soltó, a la noche emeritense.
1. Mérida es una Fiesta.
Mario mi jefe, por ’su- puesto’ se fue con el señor Gerente a cenar y yo aunque joven aún, que pertenecía a la ’generación valiente’ o sea, a la que no teme las ’crudas’ de alcohol, música, mujeres y tabaco, me colé a una invitación que nos hicieron nuestros nuevos compañeros a cenar y disfrutar de una velada yucateca en la casa de uno de ellos.
Los jóvenes técnicos hicieron inmediatamente migas con ’El Michín’ un tipo inteligente, simpático y carismático y Yo, pues me tuve que ir con la ’gente adulta’. Se hicieron las presentaciones de rigor, rendí tributo a la hospitalidad yucateca y a la matrona de la casa, una mujer de atractivos rasgos mayas, quien nos invitó a pasar a un patio en el que habían montado una mesa con las exquisiteces de la comida peninsular, algunos licores, cervezas ’del país’ (Montejo, León Negra y otra cuyo nombre no retuve, que sabía a agua de arroz sin azúcar) y para el ’desempance’ un Xtabentum de no malos bigotes (licor dulce, digestivo hecho con anís silvestre, Xtabentum).
Las delicias culinarias con que se nos agasajó fueron degustadas con singular alegría: la deliciosa sopa de lima, poc chuc, tamales, cochinita pibil, ’tzil de venado’…y otras exquisiteces más, con sus respectivos chiles habaneros encurtidos, que por ser mi primera vez, me hicieron sufrir, cual si hubiera mordido un soplete con la llama al ’rojo blanco’. Sentía que por mis oídos salían llamaradas y gruesos lagrimones bañaban mis mejillas. (Después, me aficioné tanto a este picante, que aún ahora soy su ’fan’).
Y comenzó la función. Realmente, Yucatán y Mérida en particular, son un semillero de artistas. La o el que no tocaba el piano o la guitarra, cantaba con magnífica voz las bellas y tradicionales canciones de Guty Cárdenas, Ricardo Palmerín, Pastor Cervera, Sergio Esquivel, Manzanero y otros más; o recitaban los versos de los grandes poetas de la región.
A qué horas comenzó la ’fogata’ no supe. Pero de pronto un olor a petate quemado, invadió el ambiente y la ’estufa y sus quemadores’ con singular fe, rendían tributo a la yerbabuena sagrada. La ’hornaza’, debe haber sido fenomenal pues aunque directamente no le di ’cuartazos al macho’, hasta los labios se me ’durmieron’ de tanta ’cannabis’, no sé si peninsular o importada del altiplano o de las doradas playas sinaloenses.
Como teníamos que viajar a Chetumal a la reunión con ’el Señor Gobernador’, la función –y la ’hornaza’- terminó relativamente temprano, por allí de las 2 A.M. y nos fuimos a nuestro hotel a descansar. Un hotel, limpio, bonito, cómodo, tradicional, en el hermoso Paseo Montejo, muy cerca del Palacio de Cantón"..

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