Opinión

La estrategia industrial planteada, y desechada, hace tres décadas

La estrategia industrial planteada, y desechada, hace tres décadas
Periodismo
Diciembre 03, 2016 05:16 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


Ahora, como si se tratara de una pócima mágica, nos vienen a descubrir que ante el entorno internacional adverso debemos de volver los ojos, nuevamente, hacia el entorno interno. Les entró la amnesia y olvidaron que fueron ellos quienes optaron por colgarse de las ventajas comparativas y creyeron que el país alcanzaría estadíos superiores de crecimiento convirtiéndonos en país maquilador porque eso es lo que somos actualmente. ¿Acaso hay alguien que nos diga que producimos algo con insumos generados en el país y no con lo que traen de otros lados para que aquí se arme? ¿En verdad creen que existen las cadenas productivas con insumos nacionales? Volvemos a insistir, ya lo hemos hecho en varias ocasiones en este espacio, en 1984-1985, tuvimos a la mano un instrumento que de haber hecho caso a su contenido hubiéramos estado en condiciones de enfrentar la realidad de lo que se nos venía encima. Sin embargo, las clases dirigentes, todas, optaron por rendirse al capitalismo salvaje y prefirieron adoptar el papel de empleados antes que asumir cada uno su responsabilidad. Sí, hace poco más de tres décadas que sobre papel se plasmó como deberíamos enfrentar el futuro, pero aquello acabó en cestos de basura de alguna oficina gubernamental o bien en los estantes de alguien como este escribidor quien tiene la mala costumbre de coleccionar impresos de todo tipo y de cuando en cuando, especialmente durante los últimos dieciséis años, cuando ve el desastre al que han llevado la hoy inexistente planta productiva nacional. Demos una visita por aquel programa que planteaba, a mediados de la década de los ochentas del siglo XX, fomentar la industria nacional y el comercio exterior.
Eran los tiempos en que el modelo de sustituciones de importaciones, el cual tuvo éxito en su tiempo mostraba la carencia de mecanismos para adaptarse a los escenarios nuevos que entonces ya se vislumbraban. En unos pocos años el mundo estaría globalizado y vendría a mostrarnos de que estaban hechos los hombres de negocios mexicanos acostumbrados a ser protegidos por el gobierno al cual hoy achacan toda la responsabilidad de sus errores. Y sí, el gobierno fue responsable en gran parte de haber sobreprotegido a un sector que nunca fue capaz de haber hecho que sus miembros pasaran de hombres de negocios-rentistas a empresarios-generadores de utilidades. Y aun cuando eso pareciera lo mismo, en la realidad son dos conceptos totalmente distintos. Sin embargo, en aquella mitad de los ochentas del siglo pasado, aun existían profesionales con visión de corto, mediano y largo plazo quienes creían que el país podía tener una alternativa para incorporarse a lo que vendría. En ese contexto, en diversos grados y con opiniones diversas, elaboraron aquel programa que fue conocido como PRONAFICE, la singularidad de este documento era que específicamente señalaba que y como sería factible poder cambiar el paradigma del desarrollo industrial mexicano.
Sin dejar de reconocer lo que había sido exitoso, también apuntaba lo que se debería de corregir. No planteaba colocar camisas de fuerza o volverse indicativo desde una perspectiva rígida de donde o como debería ser enfocada la inversión del industrial mexicano. Sin embargo, por ejemplo, proponía ’consolidar y ampliar al sector industrial endógeno mediante la integración de las cadenas productivas de bienes básicos e insumos de amplia difusión.’ Para ello habría que establecer ’dos niveles de prioridad. El primero se asigna a las ramas altamente generadoras de empleos directos e indirectos y cuyos bienes son consumidos por amplios sectores de la población o son insumos de uso difundido…En el segundo…se encuentran las ramas cuya producción no es fundamental para el consumo básico de la población, no producen insumos utilizados ampliamente ni son importantes generadoras de empleos directos e indirectos en comparación al primer nivel.’ Asimismo, en este contexto de armar cadenas productivas, el PRONAFICE planteaba ’el nuevo patrón de industrialización considerando la necesidad de vincular efectivamente la industria manufacturera con los demás sectores económicos. El sector industrial requiere del sector primario materia prima e insumos en cantidad y calidad adecuadas del sector servicios, los medios e insumos para el desarrollo de su actividad y del sector comercio la eficiente distribución de sus productos. Los sectores primario, de servicios y comercial requieren… del sector industrial insumos, productos terminados y bienes de capital…’ para lograr alcanzar un desarrollo sostenido. ¿Hasta qué punto fue factible armar las cadenas productivas con insumos nacionales? La respuesta es que lo realizado fue simplemente marginal. Hoy en día, los insumos provienen de otros lados y las cadenas solamente son vistas como el lazo que cada vez nos fue convirtiendo más y más en dependientes del exterior. Pero volvamos a los planteamientos de hace tres décadas.
Conscientes de que el futuro planteaba un esquema totalmente nuevo al vivido hasta entonces, los profesionales quienes elaboraron el PRONAFICE planteaban que México participara en ese nuevo contexto ’incorporando ramas industriales con tecnologías nuevas y de punta, que serán en parte las que determinaran la competitividad futura de las economías en el mercado mundial.’ Con ello, apuntaban, se ’permitirá una mayor articulación, en el largo plazo, entre industria y comercio exterior.’ Tenían muy claro que ’el progreso tecnológico no es un fenómeno espontaneo sino que forma parte de un proceso planeado de inversión en investigación y desarrollo.’ Claramente señalaban que el desarrollo tecnológico [habría de efectuarse] a nivel de la planta productiva.’ Asimismo, enfatizaban que con el PRONAFICE no se pretendía ’indicar a las distintas ramas industriales como desarrollar sus tecnologías, sino facilitarles la innovación tecnológica mediante el fomento a las actividades de investigación, desarrollo y asimilación de tecnología en áreas específicas, diseñando un conjunto de instrumentos financieros fiscales y de infraestructura…’ Al respecto estaba muy claramente definida cual sería la estrategia para implantar un ’nuevo patrón tecnológico…selectivo por rama industrial y…’ en el cual se distinguían ’tres tipos diferentes de tecnologías: maduras, nuevas y de punta.’ Sin embargo, para adoptar esas tecnologías era requerido algo más, capacitar a quienes las fueran a operar. Para ello, era necesario considerar que las ’tecnologías maduras enfatiza la necesidad de formar cuadros técnicos y medios la asimilación de tecnologías nuevas requiere profesionistas técnicos y la innovación en las tecnologías de punta necesita recursos humanos con niveles de excelencia, lo cual involucra grados superiores de especialización.’ Aun cuando esfuerzos fueron realizados en este sentido, poco fue lo que se avanzó y todo quedó supeditado a actuar en función de lo requerido en otros lados. Así que nada de que no teníamos definido hacia donde queríamos ir y de que no sabíamos cómo hacerlo, todo fue que alguien decidió optar por otro camino.
Así llegamos al papel que deberíamos asignar a la inversión extranjera, misma que se planteaba, ’se promoverá selectivamente su entrada directa hacia actividades capaces de contribuir al desarrollo tecnológico nacional.’ El objetivo era promover la ’coinversión como un mecanismo para asegurar la transferencia real de tecnologías en áreas donde este factor sea decisivo para alcanzar niveles de competitividad internacional y para la sustitución de importaciones en la integración de cadenas productivas prioritarias.’ Asimismo, para evitar que al mentado PRONAFICE lo fueran a acusar de estatista, quienes lo elaboraron mencionaban que ’el empresario [así los apodaban, ya sabemos que en México en toda su historia no hemos tenido más que tres] tendrá toda la libertad para seleccionar la tecnología y los proyectos de investigación que considere más adecuados. Cuando estos coincidan con las prioridades nacionales, serán sujetos de estímulo.’ Con lo que no contaban aquellos profesionales era con que la inmensa mayoría de nuestros hombres de negocios acabarían optando por vender sus centros de producción para convertirse en empleados de empresas extranjeras, por eso siempre nos hemos negado a llamarlos empresarios. Pero esto no era todo lo que planteaban quienes tenían una visión clara y sentían un compromiso con el país. Ellos sabían que las naciones industrializadas no habían llegado a convertirse en eso por la simple promoción y establecimiento de grandes conglomerados.
Indicaban claramente que ’la estrategia de racionalización de la organización industrial tiene en la actualidad en México dos dimensiones específicas. La primera consiste en aumentar la articulación entre las grandes y las pequeñas y medianas industrias para evitar la duplicidad de inversiones y los excesivos costos de integraciones verticales ineficientes y reducir los costos de producción a partir de la especialización de procesos. La segunda dimensión se refiere a la racionalización de la estructura de concentración industrial y de competencia para poder desarrollar plantas productivas con dimensiones tales que aprovechen plenamente las economías de escala que permite la tecnología moderna.’ En especial, se enfatizaba cuán importante era ’la consolidación de empresas de tamaño medio y [dar] atención prioritaria a la microempresa…’ Bajo esa perspectiva, ’la estrategia de racionalización de la organización industrial señala que mediante la subcontratación se impulsara la articulación entre empresas de diferente tamaño y a través del apoyo al aprovechamiento pleno de las economías de escala se buscara una mayor eficiencia y competitividad de la planta productiva…’ Pero llegaron los globalistas y se dieron a la tarea de ’pensar’ en grande y a terminar con todos los talleres y negocios pequeños y medianos. Como resultado tuvieron un éxito inusitado, las exportaciones mexicanas de mano de obra, legal e ilegal, se incrementaron en forma inusitada hasta alcanzar los once millones de mexicanos viviendo en los EUA, lo cual permite que cada año se capten entre 20 y 25 mil millones de dólares vía remesas. Les salió bien el negocio, se despreocuparon de un buen número de demandantes de satisfactores, además que de gratis captan los montos mencionados. Pero como en los ochentas no habíamos llegado a eso, pues los profesionales podían seguir soñando como habría de ser la planta productiva nacional del futuro.
Hablaban de lo importante que era descentralizar las actividades industriales en función de aprovechar las ventajas que las diversas regiones del país ofrecían, las potencialidades de cada una y el tipo de bien o producto que fuera a generarse. Inclusive, para quienes hoy se las dan de descubridores del agua tibia y anexas, desde entonces los profesionales planteaban que ’el principio básico inherente a la estrategia de localización industrial es el aprovechamiento racional del patrimonio ecológico, evitando su deterioro y preservando su calidad.’ Asimismo, se hacía mención a la forma en que el estado debería de irse retirando de aquellas áreas que no fueran estratégicas, y solamente quedarse en aquellos rubros en donde la premisa fuera operar con eficiencia, generar divisas y crear una base tecnológica propia. Sin embargo, todo quiso hacerse a rajatabla y los resultados los vemos hoy en día.
Nuestros globalizadores, hoy muy reconocedores, de que el mercado interno existe y que es una alternativa para sacarnos del atascadero en que estamos metidos. Sin embargo, durante tres décadas trabajaron afanosamente en quererse incorporar a las grandes ligas para terminar convirtiendo al país en un gran centro maquilador en el cual simplemente se arman productos o llegan elaborados en otras naciones, hasta con la etiqueta ’Made in Mexico,’ para enviarse al mercado estadounidense. Hoy, ni tenemos política industrial, ni existe una planta productiva mexicana real, más allá del membrete en el papel, y el país vive a merced de lo que otros decidan en sitios lejanos. Eso sí, se les llena la boca al decir que hoy somos una sociedad democrática y los grandes avances logrados con crecimientos anuales paupérrimos de alrededor del dos por ciento, eso si el estado ya no pinta en su intervención en la economía y eso dicen es un gran logro. A la par, lanzan loas a China y sus altos niveles de crecimiento. Sin embargo, olvidan un detalle pequeño. En dicho país, la economía está totalmente estatizada y es el gobierno quien rige las actividades económicas en donde también interviene la iniciativa privada, pero el estado es fuerte. En asuntos de democracia, pues no andan preguntando qué les parece a los de fuera. Aquí no queda sino lamentarnos de no haber optado por una política industrial que permitiera al país incorporarse a lo que venía para participar como agente activo y no como simple ente pasivo en espera de lo que otros nos ordenaran hacer.
Quienes diseñaron la política económica de nuestro país, a lo largo de los treinta años anteriores, eligieron por echarse en brazos del capitalismo salvaje o, como dicen ellos, todo lo dejaron para que fuera el mercado quien lo determinara. Se les olvidó recordar que si en las escuelas, en donde fueron dizque a aprender economía, les hablaban de la mano invisible y lo bien que esta operaba, ello se daba bajo la premisa de competencia perfecta y esa, lector amable, solamente existe en los libros de texto y en la mente de algunos crédulos. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Como colofón de nuestra visita por Chile fue muy agradable volver a reencontrarnos con la calidez de la amistad de la periodista y catedrática de la Pontificia Universidad Católica de Chile, María Elena Gronemeyer Forni y la del virtuoso de la música y profesor de la Universidad de Chile, Rolando Cori Traverso. En medio de remembranzas e intercambios de opiniones diversas, coincidentes y no tanto, sobre todo tipo de tópicos, trascurrieron un par de reuniones que, como siempre, nos dejan recuerdos muy gratos.
Añadido (2) Nada más para reafirmar lo que es de sobra conocido. El chico, quien se cree grande, llama ’grandes estadistas’ a Nicolás Maduro y Daniel Ortega. ¿Habrá algún patrocinio de por medio o es simplemente otro dislate producto de su realidad distorsionada?
Añadido (3) Hasta ternura inspiraba escuchar al potrillito domesticado del noreste. Nosotros vamos, decía, por las inversiones asiáticas y europeas, los estadounidenses no son importantes. El corcelito olvidó el destino de esos productos. Ni marchan para Asia, ni son remitidos a Europa. Habría que recordarle un detalle pequeño, cuando se renegocie el TLC sus favoritos no van a ver a México tan atractivo. Entonces, no le quedara sino ir a tocar la puerta del vecino no necesariamente para solicitarle una tacita de azúcar.
Añadido (4) Siguen con su lamento los herederos de Miramar en su versión Siglo XXI. Hacen responsables, de que hoy Donald John Trump sea el presidente electo de los EUA, a los ciudadanos de ese país quienes no salieron a votar y les endilgan una retahíla de adjetivos. Ya hasta crean sospechas de que hubo algo más que mera simpatía a la hora de expresar sus opiniones. A la par, uno de ellos, se dedica a convertir en mártires a cualquiera que, metido en asuntos judiciales en proceso, se le acerque y le pida un espacio para santificarse. Son los puros y castos embutidos en la misma talega.
Añadido (5) Culpan de lo que sucede a los resultados electorales del vecino. Sin embargo, no recuerdan que una cosa es perdonar y otra olvidar. Si supieran historia…
Añadido (6) Se los comentamos en su momento. La carrera política del senador Ernesto Gándara Camou no terminaba al perder la nominación al gobierno de Sonora.

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