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Las cruzadas (Una de dos)

Las cruzadas  (Una de dos)
Entretenimiento
Noviembre 16, 2017 20:26 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Don José Antonio Aspiros Villagómez y don Octavio Raziel García, amables y cultos colegas, ponderaron nuestro comentario sobre Los Caballeros Templarios. Nos hacen abrevar de sus conocimientos. Por ello, por considerarlo pertinente, ampliamos el mismo tema. Y qué mejor con otro experto en la historia. Claro que nos entusiasma platicar con gente culta. Nutrirnos de sus conocimientos. Y transmitirlos a nuestros amigos que nos leen. Fernando Calderón Ramírez de Aguilar no deja de sorprendernos también. Como médico en el retiro disfruta del tiempo para leer. Nos incluye en su haber, saber y deber. En sus investigaciones. Y las compartimos. Quedamos que por antonomasia las cruzadas pueden definirse como una serie de expediciones militares impulsadas por el Papa o Sumo Pontífice o contra los infieles. Concedía indulgencia a los que a ellas concurriesen, por lo que se alistaban voluntariamente soldados de toda la cristiandad para arrancar de los Santos lugares el poder de los infieles. Al mismo que impedían la invasión de Europa por los musulmanes que la amenazaban por su parte de Levante. Las persecuciones sufridas por los cristianos en sus peregrinaciones a Tierra Santa provocaron en Europa un movimiento encaminado al rescate de los Santos lugares. Sin embargo, tanto como el fervor religioso, impulsaba a los guerreros el afán de aventuras y la esperanza de jugoso botín que les mermara a algunos su pobreza ancestral y a otros les aumentara su riqueza. En menos de dos siglos (1096-1270) la cristiandad europea fiel al Papa llevó a cabo ocho cruzadas contra los musulmanes de Oriente. Se llamaron así por la señal de la cruz que en sus vestiduras adoptaron como distintivo los que tomaron parte en ellas. Las cruzadas representan en la historia de la humanidad la expresión más elevada del sentimiento religioso de los tiempos medios, y manifiestan la influencia del Sumo Pontificado sobre la sociedad cristiana. Algunos autores piensan que, aunque estas grandes expediciones no tuvieron el éxito que de momento se prometían sus organizadores, fueron un inmenso bien a la causa de Europa y de la civilización. Varias fueron las causas que produjeron y sostuvieron las cruzadas. Una de ellas la constituyeron las peregrinaciones que con frecuencia emprendían los fieles a Tierra Santa y que eran efecto del fervor religioso por expiación de graves faltas. Al cesar las persecuciones contra los cristianos, esas peregrinaciones se multiplicaron, especialmente cuando por orden de Santa Elena, madre del emperador Constantino, se construyeron iglesias en los lugares donde sufrió pasión y muerte el redentor. Nunca del todo cesaron las peregrinaciones a Jerusalén a pesar de haber pasado la ciudad por la dominación de los persas, los árabes, los fatimitas de Egipto y los turcos seldjúcidas. Por el contrario, se multiplicaron. A su regreso, los peregrinos se condolían que los Santos Lugares estuviesen en poder de los infieles. Otro factor lo constituyeron los intereses comerciales, especialmente los de las repúblicas marítimas de Italia que querían extender sus especulaciones mercantiles con los pueblos orientales. Fue también otra de las causas la necesidad de oponerse a la invasión de Europa por los turcos que amenazaban la ciudad de Constantinopla. Esta causa fue sin duda la inmediata. La invasión de los turcos seldjúcidas, duros y feroces, no perdonaban medio para oprimir a los cristianos de Palestina, y representaba un enorme peligro para el Oriente cristiano. El emperador bizantino Miguel Parapinacio pidió auxilio al prometer la reconciliación con la Europa latina y Gregorio VII le apoyó. E invito a los cristianos a reunirse bajo el estandarte de San Pedro. Sin embargo, aunque 50,000 guerreros estuvieron prontos a ello, otros asuntos impidieron la empresa. Víctor II continuó la idea y los italianos se levantaron para combatir a los sarracenos en África. Recibieron de manos del Papa el estandarte de San Pedro y llegaron al país enemigo al que derrotaron y volvieron cargados de ricos despojos. Esto no fue más que el preludio de las verdaderas cruzadas. Fueron ocho. Mañana, digo, seguimos.
craveloygalindo@gmail.com

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