Los no periodistas

El certificado de autenticidad de la información se ubica en los medios convencionales únicamente. Las redes sociales están más cerca de la demagogia que de la realidad, según la apreciación oficial.
Y es que los medios convencionales están sujetos a la voluntad del poder, voluntaria o involuntariamente. Son las redes las que salen del control. Cómo controlar lo que no puede censurarse, sólo descalificándolo.
Así, la versión de que ’los medios digitales y las redes sociales representan una buena plataforma para manifestar y denunciar lo que no funciona, pero también a través de los mismos se generan expectativas rápidas en la sociedad que, al no cumplirse de forma inmediata, a menudo producen frustración, desencanto con la democracia y pesimismo’, admitió el presidente Enrique Peña Nieto.
Si lo hubiera dicho un especialista en medios pudiera interpretarse como un análisis imparcial de lo que sucede. Siempre es necesario saber lo que se lee, a quién se lee y donde.
Es por ello que la intención de una pieza retórica con esas palabras tiene la intención de descalificar, no de ser analítico o de presentar un estudio, más o menos serio sobre el caso de la información en el país.
Se trata de una sensación, dijo, que existe en muchas sociedades y que suele ser "tierra fértil para la demagogia" y que abre la puerta para "soluciones mágicas o promesas irrealizables".
Es decir, que quienes se informan a través delas redes sociales simplemente están fuera de la realidad o la esquizofrenia les afecta de tal grado que creen en lo imposible. Crean expectativas que no son reales, en una palabra interpretan de manera equivocada la realidad de un país que nunca ha estado peor.
Ello implica el riesgo de que "en afán de salidas rápidas, las sociedades opten por salidas falsas. Donde se impone la demagogia, lejos del cambio anhelado se encuentra división y retroceso ", apuntó, como si la sociedad careciera de criterio propio y tuviera una especie de aceptación incondicional de todo lo que aparece en la computadora.
Así, se crea un nuevo campo de batalla entre la computadora y la televisión.
La computadora como la herramienta subversiva que sólo favorece la demagogia y la otra que difunde verdades absolutas a través de la televisión. Principal educadora de la infancia de México desde hace más de medio siglo.
Frente a ese riesgo, indicó Peña, los gobiernos democráticos tienen el reto de mejorar sus formas de interactuar y dialogar con la sociedad para explicar de manera convincente y sumar esfuerzos para superar desafíos. No es necesario este tipo de condiciones, simplemente con que desaparezca la censura es suficiente para que la democracia empiece a echar a andar su maquinaria oxidada.
Es preocupante que en medio de un sexenio de desastres comience a descalificar el único medio a través del cual la población se mantiene medianamente informada. La caída en el rating de los noticiarios televisivos se debe fundamentalmente a la carencia de contenido, su nula credibilidad y sus alabanzas a ultranza al gobierno.
Si lo que se hace en las redes no es periodismo, a pesar de la gran devoción de los priístas pro lo que llaman modernidad, entonces quienes trabajamos informando, analizando, aportando versiones y análisis de la realidad no somos periodistas, aunque hayan estudiado esa carrera.
Y al no ser periodistas quienes trabajamos en las redes atentar contra su integridad no es una agresión a la libertad de expresión sino un acto de justicia, seguramente por usurpar funciones.
Dentro de esa lógica, dentro del discurso de inauguración de la sociedad Interamericana de prensa, fue una advertencia que debe tomarse en cuenta porque anuncia peligro para los periodistas, muchas veces más profesionales y responsables que los de otros medios convencionales, de que somos demagogos.
Una cosa es ser demagogo y otra estar fuera del control y del presupuesto.