Madres indígenas en situación de calle: retrato de la miseria


Cuadros lastimeros

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Madres indígenas en situación de calle: retrato de la miseria
Política
Julio 27, 2014 09:59 hrs.
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Yolisbeth Ruiz García › diarioalmomento.com

Cada vez es más común encontrar en distintos pueblos o ciudades de México, cuadros lastimeros de una mujer indígena custodiando a un niño en brazos, otro durmiendo en el rebozo que le cuelga en la espalda y en algunos casos, hasta es evidente que hay un embarazo en etapa avanzada.

En estas condiciones, muchas mujeres de origen humilde suelen salir a las calles a vender chicles, flores, pulseras o algún bordado o artesanía. Ese es el destino que se vislumbra para las mujeres indígenas de México.

El alarmante crecimiento de estos cuadros que apenan a algunos gobernantes y hasta han sugerido que “afean la ciudad”, prende focos de alerta en grupos de investigadores universitarios o gobiernos pero aun así es un problema poco documentado.

Un estudio de la Cámara de Diputados reveló que en México existen 4,5 millones de madres solteras, separadas o viudas, sujetos de discriminación. Esas mujeres son segregadas cuando solicitan servicios médicos, de vivienda y seguridad social. Cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) evidencian que sólo 880 mil mujeres se consideran madres solteras, de las cuales nueve de cada 10 tienen hijos menores de 18 años, mientras que 6 de cada 10 de estas mujeres tuvieron que regresar a su hogar paterno. Solo el 71.8 por ciento de ellas trabaja, y una tercera parte de esta población vive en condiciones de pobreza.

Cuando se habla de mujeres indígenas la cifra supera por mucho la media nacional, solo en San Cristóbal de las Casas, Chiapas (región al Sureste de México y con población mayormente indígena) en pasadas fechas se entregaron 40 mil ayudas económicas y despensas a madres solteras indígenas, como parte del programa “Bienestar, de corazón a corazón” que promueve el gobierno del estado. Con una inversión total de 200 millones de pesos, este programa beneficiará a 40 mil mujeres durante este año, con la cantidad de 500 pesos mensuales a través de las tarjetas “Bienestar”, con lo que tendrán acceso a orientación educativa y servicios básicos de salud para ellas y sus hijos, a través del Seguro Popular.

Sin embargo, esta ayuda se considera insuficiente, ya que las mujeres indígenas de Chiapas y de todo el país, han tenido que migrar a las ciudades en busca de mejoras económicas que permitan sostener por lo menos el alimento de sus familias.

Según Elizabeth Maier quien hizo una gran investigación titulada “Tránsitos territoriales e identidad de las mujeres indígenas migrantes” publicada en marzo del 2006 por la Universidad Autónoma del Estado de México, señala que la migración de mujeres indígenas es de orden multifactorial. Las principales razones para que una mujer indígena deje su tierra son la pobreza, las tradiciones y la educación.

Es común encontrar casos en los que por alguna razón, el varón de una familia abandona la abandona; ya sea porque sale a otra ciudad o país como Estados Unidos en busca de mejoras económicas y ya no vuelve o porque la misma mujer motivada por algún abuso, desea salir de su hogar llevando consigo a sus hijos.

Sin duda la pobreza es el problema principal pero también lo es la violencia que se ejerce dentro y fuera de la familia contra las mujeres indígenas. El alcoholismo y la violencia física a la que es sometida la mujer por parte de su compañero es una constante muy arraigada. Las comunidades indígenas suelen ser patriarcados en los que la mujer se considera al mismo nivel que un perro o una vaca. Los matrimonios arreglados son habituales y la poca o nula educación que reciben siempre está controlada por el padre o el marido. En estas circunstancias, las mujeres huyen de sus tierras y prefieren enfrentarse a las grandes urbes con tal de encontrar una mejora en su calidad de vida para ella y sus familias.

Frente a este panorama, las acciones en salud, educación y apoyos, han sido insuficientes. Los gobiernos han tratado el problema de las madres solteras indígenas y migrantes desde un panorama populista y no preventivo.

La reducción de fuentes de trabajo e ingresos para la comunidad autóctona se ve cada vez más amenazada si pensamos que sus principales ingresos son desde el campo. En el sector salud, la reducción de presupuestos en hospitales especializados y regionales han generado tal caos que ya hemos constatado como muchas mujeres indígenas no pueden dar a luz en un hospital y lo hacen en plena calle o en el jardín de un nosocomio que les negó el ingreso, tal como fue el caso de una mujer mazateca de Oaxaca quien parió en pleno jardín del hospital que le negó el servicio a pesar de los avanzados grados de dilatación que ya había presentado.

La negativa parental de que las mujeres indígenas asistan a la escuela, también complica la difusión de sus derechos humanos y reproductivos como mujeres pertenecientes a una sociedad.

Si consideramos el panorama general antes planteado, nos damos cuenta de manera inmediata que la avalancha de mujeres indígenas en situación de calle va en franco aumento. Se están arrojando a la miseria más niños en estado de indefensión y las mujeres, en su lucha por conservar la vida y buscar oportunidades para sus menores, corren tantos riesgos como miseria pero que están dispuestas a sufrirla a cambio de un poco de esperanza, confiando en la buena voluntad de alguno de nosotros ,que le compramos un chicle o un bordado, y con ese dinero pueda alimentar a su familia y si se le alcanza, ella también comerá.

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