Mancera, buen policía

Mientras Mancera siga actuando como el policía de Enrique Peña Nieto, actividad que realiza desde la toma de posesión del presidente de la República, no podrá despuntar como posible candidato a la Presidencia, por ningún partido político.
Desde el primer día de gobierno de Enrique Peña Nieto, Mancera fue su perro guardián. Hizo el trabajo sucio de encarcelar a cuanto personaje detectaban los policías capitalinos como peligroso, incluyendo los lustradores de calzado de la avenida Juárez, quienes fueron tratados como terroristas luego de ser detenidos en la calle.
La identificación que tuvo Mancera con el presidente de la República no tiene paralelo en la historia, ni siquiera cuando el gobierno de la capital del país era encabezado por un regente designado por el Ejecutivo Federal.
Las diferencias son muy grandes; sin embargo, los intereses unen más que las coincidencias ideológicas o los objetivos partidistas. De esta manera la represión y sus consecuencias como la tortura y la desaparición, crecieron desproporcionadamente en este periodo comandado por Miguel Ángel Mancera Espinoza.
Si una constante hubo en el gobierno de Mancera fue la de la represión. Esta vez, integrantes de diversas organizaciones campesinas se enfrentaron con elementos del cuerpo de granaderos de la Ciudad de México, encabezados por alguien que quiere ser jefe de gobierno de la Ciudad de México, Hiram Almeida Estrada, como si la represión fuera un requisito indispensable para pensar en ascender de puesto en estos tiempos donde el retroceso histórico de los gobiernos y la democracia diluida son la práctica cotidiana en el gobierno mexicano.
El miércoles 1 de febrero, fueron golpeados campesinos que protestaban por el aumento a las gasolinas porque afectan directamente su producción, de por sí disminuida por el retiro de subsidios ordenado por el vecino del norte, desde el sexenio de Miguel de la Madrid.
Sobre la avenida Paseo de la Reforma, fueron golpeados cientos de campesinos, sin importar si eran mujeres u hombres. Los uniformados tenían órdenes preciosas de reprimir, mientras realizaban la protesta.
Los inconformes, quienes mantienen un campamento frente a la Secretaría de Gobernación, e intentaron trasladar éste a las instalaciones de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.
Sin embargo, los granaderos, en evidente estado de intoxicación, les impidieron dicha acción, lo que desató un enfrentamiento a golpes entre éstos y los campesinos, el cual dejo al menos 20 civiles lesionados, es decir campesinos.
Tras el enfrentamiento entre manifestantes del Frente Auténtico del Campo y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, dicha dependencia reportó 17 policías metropolitanos lesionados, por lo que fue necesario su traslado a un hospital para su valoración.
Es decir, el choque entre campesinos y los héroes de Almeida no era equitativo, pero la incapacidad de los uniformados que asisten drogados a realizar su trabajo; las señales de los infiltrados en la marcha, y toda una serie de estrategias del gobierno de la capital del país, no sirvieron de nada a la hora de ver menguadas sus fuerzas por la falta de entrenamiento y capacidad, misma que se extiende hasta los más altos niveles de una de las secretarías del gobierno de la capital peor pagadas.
Ante estos eventos Mancera a lo único que puede aspirar es a ser policía de crucero.