Constelación Andrómeda
Norma L. Vázquez Alanís
Aunque para los amantes de los libros resulta muy difícil deshacerse de algunos ejemplares, cuando ya representa ’un problema verse envuelto entre ellos, verse, ya no arropado, sino verdaderamente invadido por cientos de volúmenes’, como dijo en una entrevista la escritora y catedrática universitaria Rosa Beltrán: es hora de pensar en echarlos a volar.
Pero no crea, respetado lector, que lanzándolos al vacío por la ventana o desde la azotea -porque además podría provocar un accidente- sino dejando uno o varios libros en lugares públicos como autobuses, parques, centros comerciales, vagones del Metro, salas de espera o cafeterías, con el propósito de que alguien los recupere, los lea… y los vuelva a liberar.
Así lo hacen los días 7 de cada mes (la primera vez fue en octubre de 2003) miles de personas en toda la República Mexicana y diversas ciudades de América Latina, a través del movimiento ‘Libro Libre’, capítulo latinoamericano del mundial Book Crossing (BC) cuyo punto de partida es la convicción de que los libros no están hechos para que los lea una sola persona, sino para ser leídos muchas veces por gran cantidad de gente y, en ese sentido, liberar libros fomenta el cumplimiento de esa meta.
A este club global, concebido por el informático estadounidense Ron Hornbaker en 2001, se suman alrededor de 350 individuos cada día en todo el planeta; actualmente hay más de 700 mil miembros, de los cuales tres mil 200 son de México, mientras que el número de libros liberados en todo el mundo asciende ya a más de 4.5 millones.
Aunque también se han unido a este proyecto para crear una ‘enorme biblioteca universal’ la editorial Seix Barral, que cada año -a partir de 2008- distribuye libremente mil ejemplares de su colección ‘Biblioteca Breve’ en España, Argentina y México, así como la librería ‘El Péndulo’, que en agosto de 2011 empezó a liberar cien libros el día 7 de cada mes en lugares públicos cercanos a sus seis sucursales en la Ciudad de México, e invita a sus clientes a formar parte del movimiento.
Los datos sobre el número de participantes en el proyecto y de libros ‘liberados’ se obtienen del registro en la página web de Book Crossing, ya que para participar es necesario obtener un registro BCID, o número de identificación de Book Crossing, que distinga cada ejemplar en la base de datos del sistema, a fin de permitir un rastreo del recorrido del libro de mano en mano por diversas ciudades o países.
Para asegurarse que los volúmenes dejados en sitios públicos tengan un flujo continuo de circulación, el creador de esta colectividad determinó que el número de BCID se escriba en una etiqueta, en la que igualmente deberá pedirse a la persona que lo encuentre notifique el hallazgo con algún comentario de la obra en la web de Book Crossing y que cuando termine de leer el libro lo suelte de nuevo.
Libros Libres, la sección mexicana de Book Crossing, promovida por la organización Letras Voladoras e integrada por jóvenes escritores encabezados por José Salgado, propone que el dueño del ejemplar ‘liberado’ escriba una dedicatoria personal dirigida a quien lo encuentre, en la cual le indique que una vez leído deberá dejarlo del mismo modo en que lo encontró, es decir un lugar público, y que ese volumen pertenece al movimiento ‘Libro Libre’.
Esta es una forma de compartir los libros que ya leyó, que no le interesa conservar y que ’están aburridos de permanecer en su estantería’, porque además no es forzoso liberar los ejemplares en la fecha señalada, puede hacerlo cuando quiera o pueda.
