En las Nubes
Carlos Ravelo Galindo
Una broma, después de tanto presagio de tormenta, es necesaria. Y esta historia, que no anécdota, representa un buen augurio de alegría. Es uno que, mañana, no irá al Grito, en Palacio. Te diría.
Una desolada soltera, de muchos años, decidió que había llegado el momento de casarse nuevamente.
Por eso, decidió publicar un anuncio en el diario local que decía: ’Se busca marido. El pretenso debe tener mi edad aproximadamente. No debe engañarme con otras. Pero ser bueno en el tálamo. Otro requisito es que debe presentarse en persona.’
Al segundo día, la dama escuchó el timbre y se dirigió a la puerta.
Para su pesar, al abrir la puerta, la señora se encontró con un caballero de cabello canoso, abundante, sentado en una silla de ruedas. Sin brazos y sin piernas. El.
Ella le dijo: ’No pienses que te considere como pretendiente. Ni siquiera tienes piernas…’ El viejo sonrió y le respondió: ’Si, y por eso no te puedo engañar’
’Pero tampoco tienes brazos’, respondió la mujer.
’Si, y por eso nunca podré golpearte’, contestó el hombre.
La viuda levantó la ceja y le preguntó: ’¿Y aun así eres bueno en la cama?’
Con una enorme sonrisa el caballero respondió: ’De alguna forma toqué el timbre ¿No?’
En verdad no le entendí. Pero muchos se carcajearon cuando lo platiqué.
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