Retornamos a la tierra
Mario Andrés Campa Landeros
Retornamos a la tierra, Valle de Anahuac,
con paso lento, sangrante, entre maizales
riscos, montañas, platanares y nopales.
Tribus nahuatlacas con ojos de la Luna;
Ardiente camino del Sol que los cobija.
Se sufre, lloran a los dioses, la noche
de las fieras entre polvo y manantiales.
Muchos quedaron muertos, allá en Tenochtitlan.
Padres y hermanos, dispersados con tristeza.
El humo del copal asciende hasta los dioses.
Las Chirimias y el tam tam del Teponaxtli
los acompaña a la salida de Chicomoxtoc
Para asentarse en la hermosa Xochimilco,
con sus chinampas y raíces de ahuejotes.
Canales de aguas cantarinas, los caminos.
Ahí está, el cerro sagrado Cuahuilama,
cuna infantil, en Santa Cruz Acalpixca.
Asemeja un gran vígía de sus dominios;
Su Tlayacapan, Xumiltepec, Mixquic,
Su Huayapan, Tlahuac y Chinameca.
Patos, ahuautle, raíces, peces su comida.
Avanzaron a Tlilán, nuestros ancestros
y sobre este mismo techo, el español,
a un lado de la cienaga, marca con sangre
indía, su templo de San Bernardino de Siena.
Barrios de oficios; cementera de las flores,
donde se vive la dulce magia del pasado.
¿Dónde queda el agua de 14 manantiales?
Los ríos, los valles convertidos en casonas.
Venimos desde Tula caminando y agotados
influenciados por Cuicuilco y Tenochtitlan.
Hallamos triste y dividida a Xochimilco:
las de antaño Tecpan, Olac y Tepetenchi.
Llegamos 100 años antes que el mexica.
Sometidos y salvados por Tezozomoc.
El tiempo nos derrota y nos consume
y se inicia la procesión de los caídos.
El caracol resuena en las montañas
anunciado después nuestra victoria.
Los mensajeros han callado ahora
la golondrina vuela bajo, viene lluvia,
dolor, angustia, tristeza y llanto;
aviso que apunta hacia el hambre.
El águila vuela adelante y silva...
el hombre de pronto cae y muere.
Retornamos a la tierra, Valle de Anahuac
… a mi querida y hermosa Xochimilco.