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No pidamos que renuncie el Presidente

No pidamos que renuncie el Presidente
Política
Septiembre 21, 2016 20:10 hrs.
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Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Hemos llegado a una situación extrema. La crisis político-social está en punto álgido. Es el momento clave para que las acciones presidenciales reviertan la mala imagen institucional y personal. No habrá más oportunidades para recuperar la confianza y la credibilidad de los gobernados. Es más importante actuar en el país, sin dejar de atender la política exterior, que minimizar las demandas de la ciudadanía que ya se lanzó a las calles, convocada por las redes sociales.
En la tarde del pasado jueves, horas antes del tradicional ’Grito’, unas tres mil personas desfilaron por avenidas y céntricas calles de la Capital del País. El propósito manifestar su demanda para que Enrique Peña Nieto renuncie a la Presidencia de la República. Considero que el asunto reviste gravedad y de ninguna manera debe ser calificado despectivamente. Basta que haya un ciudadano mexicano que proteste, para entender que el gobierno federal no ha caminado por buen sendero.
La renuncia del Presidente Peña Nieto no es la solución a los problemas nacionales. En todas formas nos afectaría a los 120 millones de mexicanos. Los problemas cobrarían una mayor dimensión y circunstancialmente saltarían los que ambicionan el poder, los que siguen presentándose como salvadores de la Patria, los que no pertenecen ’a la mafia en el poder’. Fuera de nuestras fronteras México caería más y a ello se sumaría la imagen de un país donde la corrupción y la impunidad han imperado. Además no debemos apoyar esa demanda, aunque haya quien la justifique por el hartazgo que se vive por la inseguridad, por altos precios en servicios y la carestía de los alimentos, la ingobernabilidad en algunas regiones de cuatro Estados.
No es válido alentar el movimiento que en las redes creció desde hace muchas semanas, porque las soluciones no se consiguen mediante presiones. Cierto es que ha faltado una real y efectiva política de comunicación con todos los sectores. Urge romper el círculo que tiene aislado, de la realidad, al Presidente Peña Nieto. Mantener la cerrazón, nunca dejará nada positivo. Creer que hablar todos los días, aparecer en las pantallas de la televisión y hacerse escuchar en la radio, es tener contacto con la gente, es vivir en un error y que lamentablemente no se corrige.
¿Qué es lo que la gente quiere del Presidente Peña Nieto? En primer lugar que deje sus viajes internacionales, porque poco es lo que han beneficiado al país. Que deposite la confianza en sus colaboradores, evitando el divisionismo que les ha caracterizado, sobre todo cuando el poder omnímodo lo ejercía su secretario de Hacienda y Crédito Público. Esa situación ha propiciado el prolongado conflicto creado por los dirigentes seccionales de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Un tercer aspecto es que la inseguridad sea abatida, así como se ejemplarice con hechos la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Desde hace mucho tiempo, en este sexenio, he señalado que el Presidente de la República no ha definido una política de comunicación, de relaciones públicas, de mercadotecnia. Parecen no importarle los medios periodísticos, salvo sus muy apapachados personajes de la industria televisiva. Se queja constantemente de que no se divulgan las buenas noticias, lo bueno que se cuenta. Tiene un vocero extremadamente elitista y un equipo de periodistas muy experimentados, maniatados, con oficinas en Los Pinos. En este 2016 es complejo el manejo de una oficina, dirección o coordinación de Comunicación Social y lo es más cuando se aplican criterios equivocados.
TRES RENUNCIAS PRESIDENCIALES
En nuestra historia están registradas las renuncias de tres hombres que despacharon como Presidentes de México. Las tres fueron por escrito y cada una de ellas se convirtió en un documento que debe ser analizado por los historiadores y por los estudiosos en materia política, porque los motivos y las consecuencias son diferentes, amén de que al ser cumplidas, ejecutadas, cambiaron la ruta de los firmantes y el curso de la administración presidencial.
Porfirio Díaz hubo de firmar su renuncia el 25 de mayo de 1911, después de sus más tres décadas en la silla presidencial. Aunque desde finales del siglo XIX se empezó a gestar la inquietud en contra del oaxaqueño, fue hasta después de las huelgas de Cananea y Río Blanco, cuando un coahuilense perteneciente a poderosa familia, en lo económico y en lo social, encabezó la lucha contra el dictador. Clubes y partidos antireeleccionistas, publicaciones con manifiestos y caricaturas, dieron vida al movimiento que derrocó al general Díaz, quien se autodesterró y murió en 1915 en París.
Bajo la presión del usurpador y traidor Victoriano Huerta, apoyado y dirigido por el embajador de Estados Unidos de América, el coahuilense Francisco Ignacio Madero González estampó su rúbrica en un texto que no redactó él. Era el 19 de febrero de 1913. Madero renunció y lo mismo hizo el vicepresidente José María Pino Suárez. Tres días después fueron asesinados. Una versión señala que el doble crimen fue cometido en las caballerizas que existían en Palacio Nacional. La oficial apunta que los asesinos consumaron su hazaña en un costado de la Penitenciaría del Distrito Federal, después conocido el lugar como El Palacio Negro de Lecumberri.
Corresponde al ingeniero militar, político, diplomático y escritor moreliano Pascual Ortiz Rubio ser el tercero y último Presidente de México que ha renunciado al cargo. Es un personaje mal juzgado por los historiadores y peor calificado por el pueblo. Su obra presidencial debe ser estudiada con detenimiento, porque tuvo logros muy trascedentes. Cumplía el encargo de embajador en Brasil, cuando Plutarco Elías Calles lo mandó regresar para figurar como primer candidato presidencial del Partido Nacional Revolucionario, el PNR, el abuelito del PRI. Ortiz Rubio fue Presidente de México del 5 de febrero de 1930 al 2 de septiembre de 1932. Renunció por no soportar las imposiciones del sonorense que para entonces era ya ’El Jefe Máximo de la Revolución’. Formó parte del gabinete del general Lázaro Cárdenas y el presidente López Mateos también lo contó entre sus colaboradores. Por cierto, nuestro personaje fue bautizado como Pascual José Rodrigo Gabriel.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
Insisto, ¿El Presidente Enrique Peña Nieto en verdad está dispuesto a pasar a la historia como el hombre que puso a flote su sexenio, después de tantos traspiés?
jherrerav@live.com.mx

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