Les comparto una pena, menor en estos días de desolación, de herida a nuestra ciudad; pero, a fin de cuentas, una perdida de las grandes.
Hoy en la tarde se derrumbó la cúpula, una de las de mayor altura y diámetro de la ciudad, del Templo de los Ángeles en la colonia Guerrero.
Es un templo que desde el siglo XVI reunió a gentes sencillas, del barrio.
Atrás estuvo una gran fábrica de muebles:Lerdo Chiquito que una aciaga mañana se incendió. Su dueña Lucha Franco perdió todo hasta su casa y tuvo como su único recurso orar a la Virgen de los Angeles en esta su casa que hoy se derrumbó.
Yo estuve ahí muchas veces. Recuerdo un muy doloroso día cuando cientos de indignados nos reunimos para en una misa decir No se Vale al asesinato de ocho jesuitas en el Salvador
Durante años de ese templo surgieron varias acciones destinadas a unir, dignificar, dar vida a la colonia Guerrero.
Y hoy, su cúpula neoclasica cayó.
Me duele, me cercena parte de mis recuerdos y de mi orgullo de ser parte de esos barrios del Centro que nos dan identidad y que con ese templo a tantos nos hicieron sentirnos, cuando niños, muy queridos por la Virgen.
Estamos hechos por el recuerdo y la presencia de las calles, las casas, los mercados,las iglesias, las escuelas de nuestra Ciudad. Sin ellos no nos entenderíamos. Cuando algo se destruye quedamos también empobrecidos, amputados.