Decidido a dar por terminado el problema político derivado de la represión en San Bernardino Chalchihuapan, Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla, ha puesto en marcha una operación mediática en la que, guste o no, “se demostrará la inocencia” del gobierno estatal en los cruentos sucesos del pasado 9 del presente.

Así, con todo el peso del aparato del gobierno y con una imaginación digna de mejores causas, las instituciones encargadas de la seguridad en Puebla llegaron a la conclusión de que el jovencito Alberto Tehuatlie Tamayo murió a causa de la “onda expansiva” provocada por un cohetón.

En otras palabras, la policía encargada de la represión no tuvo nada que ver.

El problema para el gobernador es que el procurador del estado, Víctor Carrancá, entró en serias contradicciones con sus propias versiones de los días anteriores.

Aún así, el eje de la defensa del equipo de Moreno Valle es la “onda expansiva”. Y aquí es donde, entre otras muchas cosas, se requiere de una imaginación singular para aceptar las palabras de los expertos en los que se apoya la versión oficial.

Una onda expansiva, y no se requiere ser un experto en física para entenderlo, es algo que avanza de una manera “global”. Esto es, no se desarrolla en partes. Y su fuerza es general y disminuye, también de manera general, al paso de la distancia recorrida.

Pero en la versión del gobierno poblano, la onda que provocó la muerte del joven Tehuatlie Tamayo impactó sólo una parte de su cabeza. Esto es, la onda llegó con fuerza sólo a una parte del cuerpo. Y no como por lógica tendría que ser, por lo menos a toda la cabeza.

Le provocó una lesión que se podría considerar como “un hoyo”, lo cual sería difícil de aceptar como efecto de una onda expansiva, ya que con la fuerza que aplicó en la parte dañada, con fracturas múltiples, tendría que haber lastimado muchas otras partes de la cabeza.

Pero el equipo de Moreno Valle quiere que se de por buena una versión más que fantasiosa.

Ante estos hechos, lo que salta a la vista es que, para las autoridades poblanas, todo este asunto ha sido ya “resuelto”. Y poco importa si la sociedad acepta o no, la solución.

Moreno Valle demuestra con todo esto que, primero lo que menos le importa es la justicia. Lo que pretende es contener el daño que ha recibido su imagen. Y queda claro que una vez “solucionado” el caso, habrá de iniciar una campaña para recomponer su prestigio y con ello, mantener vivas sus ambiciones para ser candidato presidencial en el 2018.

“Aclarado” que la policía estatal no fue la responsable de la muerte y las lesiones de varias personas mas, Moreno Valle quiere que se olvide que es su gobierno el que actúa como juez y parte. Son los mismos que practicaron la represión, los que ahora se declaran inocentes. Y claro está, los que quieren que se crea que el gobernador es el más inocente de todos.

Los lesionados fueron atacados a “pedradas” por parte de los manifestantes. Los incitadores pertenecen a los partidos de oposición y son enemigos políticos del gobernador. Y el gobierno estatal es blanco de ataques por parte de quienes no aceptan que en Puebla las cosas marchan de maravilla.

Esa es la versión oficial.

El problema sin embargo es que las leyes locales pueden ser manipuladas para favorecer a Moreno Valle. Pero las leyes de la física difícilmente podrían acomodarse para justificar la versión oficial.

Moreno Valle ha dado por terminado el problema. Y se declara inocente.

Falta saber cuál será el juicio de la sociedad. Y no falta mucho para conocer esa decisión.