La locura, una delicia

Carlos Ravelo Galindo

En las Nubes

La locura, una delicia

La locura, una delicia
Cultura
Agosto 13, 2014 12:18 hrs.
Cultura Nacional › México Ciudad de México
Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Este es día de hablar mucho y decir poco. Pero es prudente, como hacen algunos para no comprometerse, cambiar de tema. Alejarse de la política y recurrir a la estampa del pasado, que se disfruta en el presente. Mejor, recordar el hablar de don Miguel de Cervantes Saavedra quien sin pensarlo se remonta a quienes hoy manejan el mundo, para darles un consejo: Que la locura se apodere de todos. La locura de la paz, en lugar de la locura de la guerra. La locura de perdonar, en lugar de la locura de culpar. La locura de querer ser yo, en lugar de la locura de querer ser como yo. La locura de amar en lugar de la locura de poseer. La locura de ser amado a la locura de ser poseído. La cordura de sabernos locos, en lugar de creernos cuerdos. Este dialogo al final con su escudero Sancho es, en efecto, una delicia. Recordemos algunos pasajes de su peregrinar en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme. “Mal cristiano eres, Sancho —dijo, oyendo esto, don Quijote—, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho; pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías. ¿Qué pie sacaste cojo, qué costilla quebrada, qué cabeza rota, para que no se olvide aquella burla? Advierte Sancho —respondió don Quijote—, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo, y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas.
“Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme, y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga las dotes del alma que te he dicho. Yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda
de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda
no la honra. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines que son de hacer bien a todos y mal a ninguno. ¿Por ventura es asunto vano o es tiempo mal gastado el que se gasta en vagar por el mundo, no buscando los regalos ´dél´, sino la aspereza por donde lo buenos suben al asiento de la inmortalidad?
¡Majadero! -dijo a esta sazón don Quijote-, a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos van de aquella manera, o están en aquella angustia, por sus culpas o por sus gracias; sólo le toca ayudarles como a menesterosos, poniendo los ojos en sus penas, y no en sus bellaquerías.
Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias. Que la virtud más es perseguida de los malos, que amada de los buenos”.
Sí, por supuesto, es una delicia, una maravilla del expresarse en Cervantes. Y aunque no estaba implícita la política del momento habla de ella o de quienes la practican en beneficio propio y no de todos. Mejor evocar al Manco de Lepanto, don Migue de Cervantes Saavedra. Y, claro, a esa locura que evoca a la delicia. Decir poco y hacer más.
craveloygalindo@yahoo.com.mx

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.