La penumbra inconveniente: todos los autores en uno solo

Norma L. Vázquez Alanís

La Biblioteca de Arcadia

La penumbra inconveniente: todos los autores en uno solo

La penumbra inconveniente: todos los autores en uno solo
Cultura
Agosto 30, 2014 00:19 hrs.
Cultura Nacional › México Ciudad de México
Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

Para la apreciada colega Diana Aspiros, con un abrazo solidario.

Un alucinante y obsesivo viaje por los parajes de cualquier gran urbe del planeta; de una ciudad sin identidad, es ‘La penumbra inconveniente’, una novela fragmentada del escritor mexicano Mauricio Montiel Figueiras en la que los personajes se transforman en cada capítulo, para dejar que brille como protagonista de la historia la metrópoli, la cual puede ser deshumanizada y violenta, o bien significar la esperanza de una mejor vida.

Con un estilo narrativo moderno, por momentos denso, monótono, desesperante, el autor juega con la trama utilizando a los mismos personajes en los diferentes capítulos, haciéndolos repetir escenas una y otra vez con un sinfín de situaciones posibles, pero con elementos recurrentes como la lluvia, el portafolios, el cadáver, la gabardina, el cigarro a prueba de diluvios, la morgue.

Montiel Figueiras ofrece al lector una prosa culta, con gran sentido del ritmo, bien escrita y con muy buen manejo del lenguaje, así como del tiempo intemporal… intranscurrible, y aprovecha para hacer la radiografía de una narración literaria.

‘La penumbra inconveniente’ (Editorial El Acantilado, Barcelona, septiembre 2001, 344 páginas) es una narración obstinada, dividida en diez capítulos que por su argumento podrían leerse de manera independiente, pero unidos por vasos comunicantes que acaban por constituir una nueva realidad, la cual paradójicamente permanece, vista a través de prismas particulares, siempre idéntica a sí misma.

La novela presenta múltiples argumentos, disímiles personajes y cambiantes escenarios que comparten una red hilvanada por un objeto clave, una mujer que reaparece una y otra vez con infinidad de rostros y un mismo nombre, o un cuadro en el que se ve a un hombre de chaleco sentado tras un escritorio, mirando desde una oficina hacia una sombría ciudad (se trata de la obra ‘Despacho en una ciudad pequeña’, del pintor realista estadounidense Edward Hopper, que data de 1953); todos estos ingredientes dejan traslucir algo de esa soledad cruel perteneciente a la esencia misma de los citadinos.

Por los relatos de “La penumbra inconveniente” desfilan pasajes bíblicos irreverentes en los cuales aparece una María adúltera que da a luz a Abel, como una reencarnación de la Eva pecadora de los evangelios, la cuarentena -quizá, porque no se sabe cuánto tiempo- de un hombre (¿Adán o Jesús?) en el desierto, aislado, custodiando una frontera inexistente y tentado por la lujuria como el Mesías.

En este capítulo, titulado ‘Frontera’, el autor incluye una letanía, pero de una manera hereje, del Rosario; el estilo de este segmento recuerda la novela ‘La zona del silencio’, del poeta y ambientalista Homero Aridjis.

La obra de Montiel Figueiras contiene reminiscencias de ‘Fando y Lis’, filme de Alejandro Jodorowsky, en la escena de las muñecas rotas arrastradas por un mendigo, pero también trae a la memoria a la Amilamia de ‘Muñeca reina’, texto de Carlos Fuentes incluido en el libro ‘Cantar de ciegos’, por la transformación de una bella joven en una vieja fea y deforme.

La obra está llena de evocaciones de otros autores y de filmes emblemáticos; en el capítulo denominado ‘Muchedumbre’, el escritor presenta un ambiente kafkiano de encierro, recovecos y situaciones absurdas que remiten a ‘El castillo’, de Franz Kafka, pero también hace alusión al ‘Ciudadano Kane’, película de Orson Welles, por el nombre del jefe “vigilante” de Abel (uno de los protagonistas) en una oficina tétrica donde se dan situaciones angustiantes.

El texto y el paisaje de la novela de Montiel Figueiras es netamente rulfiano, pues está poblado de fantasmas, muertos y desolación, pero transportado a la urbe, como si fuera una Comala (escenario de la novela ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo) citadina; sin embargo la urbe protagonista evoca la narrativa de Carlos Fuentes.

El personaje central, en sus múltiples facetas, es un hombre solitario rodeado por una muchedumbre que lo hace sentirse más aislado e incomprendido… un individuo hastiado de la rutina de la ciudad, atrapado por una fascinación hacia el mundo subterráneo del metro, dentro del cual decide vivir y luego morir… un ser humano obsesionado por la muerte de una joven mujer en una manifestación, que acaba en masacre al ser brutalmente reprimida por la fuerza pública… un macho capaz de copular frenéticamente con la amante y la esposa, asiduo al vouyerismo enfermizo enfocado a un departamento vacío donde hay fantasmas.

Inspirado en sus lecturas de la obra de Raymond Chandler y Agatha Christie, Montiel Figueiras escribió en ´La penumbra inconveniente’ una falsa novela policiaca en la que el crimen se convierte en un asunto propio de la metafísica y muestra su admiración a estos autores de novela negra en los capítulos ‘Detective’, dedicado a Chandler, y ‘Poirot’, reviviendo al personaje de Christie.

El último capítulo, ‘Fotofobia’ podría ser el Apocalipsis bíblico, pero con un holocausto nuclear que pinta un paisaje devastado similar al descrito por Cormac McCarthy en “La carretera”.

Un excelente hallazgo este libro, que empolvado permanecía en busca de un lector en uno de los estantes del remate de libros en el Auditorio Nacional.

Post Scriptum

Mauricio Montiel Figueiras (Guadalajara, Jalisco, 1968) es narrador, ensayista y poeta. Ha sido editor de revistas y suplementos culturales, así como coordinador editorial del Museo Nacional de Arte en la ciudad de México, donde radica desde 1995.

Sus colaboraciones se han publicado en los suplementos culturales Nostromo (del periódico Siglo 21), Crónica Dominical (del periódico La Crónica de Hoy) y Sábado (del periódico Unomásuno), así como en las revistas Biblioteca de México y Cambio.

También es colaborador de las revistas Crónica Cultural, Día Siete, Etiqueta Negra, Fahrenheit y Letras Libres, entre otras publicaciones. Actualmente es secretario de redacción de la revista M. Museos de México y del mundo.

Ha sido becario del CECA-Jalisco en 1992; del FONCA en 1993 y 2001; del Centro de Escritores Juan José Arreola en 1999 y de la Fundación Rockefeller en 2008.

En 2004 ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte y cuenta en su haber con el Premio Nacional de Cuento Carmen Báez (1992), Premio Nacional de Poesía Hugo Gutiérrez Vega (1993), Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino (1993) y Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valdés (2000).

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