La maquinaria electoral priista camina a todo lo que da. Nos vende una maravilla aeroportuaria que la actual administración ni siquiera inaugurará y hace caravana con sombrero ajeno, pues sigue y seguirá concesionada al sector privado.

Vistos los detalles, matices y pormenores, el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México anunciado el miércoles por el presidente Enrique Peña Nieto, con un año de anticipación, es (a lo más) una obra magna, maravillosa si se quiere, que seguirá bajo concesión a la iniciativa privada.

La maravilla arquitectónica anunciada con bombo y platillo tiene todavía muchos problemas por resolver, entre ellos la conclusión de los proyectos ejecutivos (se entregarán en ocho meses), conseguir el financiamiento mediante la emisión de bonos privados por 6 mil millones de dólares, y hasta de reordenamiento territorial.

En estimaciones muy optimistas, la primera piedra se colocará hasta después de julio de 2015, de acuerdo con la información del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México que dirigen Manuel Ángel Núñez y Federico Patiño.

Es más, aún no se sabe el nombre de las empresas que tendrán a cargo la construcción del aeropuerto porque ni siquiera se han llevado a cabo las convocatorias de licitación, toda vez que se trata de recursos públicos como palanca de financiamiento para el proyecto global.

Manuel Ángel Núnez fue gobernador priista de Hidalgo y una de sus mayores ilusiones fue llevar hacia su estado la construcción del aeropuerto alterno a la Ciudad de México durante la administración federal panista.

Aseguró que no había mejor lugar, terreno y condiciones para que ahí se construyera el aeropuerto alterno, luego de que los “machetes de Atenco” impidieron que se colocara la primera piedra en el Estado de México.

Hay más. El gobierno pone los terrenos, 4 mil 536 hectáreas que aseguran son totalmente propiedad federal, suelta al Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México más de 98 mil millones de pesos, y ellos, los empresarios beneficiarios de la concesión, se encargan de todo lo demás, desde administrar, hasta entregar al gobierno en turno impuestos y dividendos.

La inversión es multimillonaria y es mucho mayor a la anunciada el miércoles. El precio del nuevo aeropuerto se eleva a 169 mil millones de pesos y no 120 mil como informó el Jefe del Ejecutivo.
El grupo aeroportuario se encargará de los procesos de financiamiento y refinanciamiento de las deudas que se adquieran y las cuales se ubican en los 6 mil millones de dólares.
Hoy viernes estarán en conferencia de prensa funcionarios de alto nivel para hablar de los problemas hídricos y ambientales del multipromocionado aeropuerto.

Y ayer estuvieron los secretarios de Comunicaciones y Transportes, Economía y Turismo, Gerardo Ruiz Sacristán, Ildefonso Guajardo Villarreal y Claudia Ruiz Massieu, respectivamente, para hablar de sus estimaciones y supuestos beneficios con la construcción del nuevo aeropuerto, concesionado.

En sus respectivas áreas de influencia, hablaron de estimaciones conservadoras. Beneficios alcanzables de acuerdo con lo que hoy sucede en el actual aeropuerto y cómo operaría al concluir una primera etapa en la cual habría sólo dos pistas comerciales, pues la tercera anunciada será para seguridad interna y de uso para las fuerzas armadas.

Por decir lo menos, la inversión y el aeropuerto mismo no estaba contemplado en el plan nacional de infraestructura, tendrá un impacto en el déficit fiscal cercano al 1 por ciento del Producto Interno Bruto, pero sí impactará favorablemente al crecimiento económico, la creación de empleos y la captación de divisas, aunque el sobrero sea de otros y se aproveche el impacto electorero.

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