Todo mundo ha reconocido al secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong se quitara el saco y saliera la calle a atender las demandas de los estudiantes del IPN, con lo que desactivó una posible bomba incendiaria para el 46 aniversario de la masacre de Tlatelolco.
Ingredientes recientes de inseguridad pública en Guerrero: 6 muertos de Iguala, 57 desaparecidos, 21 heridos y 22 policías municipales agresores de normalistas de Ayotzinapa, desatendidos por el desgobernador Ángel Aguirre Rivero, eran un excelente caldo de cultivo para el movimiento de los politécnicos, que pudieron capitalizar los profesionales del anarquismo.
Pero Osorio Chong salió al quite con categoría y experiencia negociadora, como no lo había hecho ninguno de sus antecesores, y no sólo tendió la mano a los manifestantes, sino atendió su pliego petitorio de inmediato y prometió darle respuesta en tres días, que se cumplen hoy viernes 3 de octubre.
Una actitud que gana por sí sola los titulares de los medios informativos y no necesita de propagandistas interesados, que ojalá culmine con el éxito que reclama del país entero.
En contraste, Aguirre Rivero se manifestó como lo que es, un hombre desinteresado en servir a los gobernados; lo que hizo por vez primera de sustituto, a la caída de Rubén Figuera Alcocer por la matanza de Aguas Blancas. Sólo que entonces era priista, pero cuando su ambición de poder no fue satisfecha, cambió de casaca y se pasó al PRD con cuya bandera ganó el gobierno a punto de terminar.
Él y Marcelo Ebrard, quien lo apadrinó para que el sol azteca lo postulara, resultaron “coyotes de la misma loma”, por inservibles, dados a la dolce vita, pero eso sí con ambición mayúscula por exprimir a sus pueblos.
Son de los políticos catalogados por nuestro pueblo como inservibles, desechables e indignos de que se les vuelvan a otorgar cargos públicos.
Aguirre Rivero entronizó en Guerrero a su parentela: gobierna con cuatro familiares: dos hermanos, un sobrino y un vástago, a quien piensa lanzar para alcalde de Acapulco, del brazo del senador Armando Ríos Piter, que logró ese amarre para afianzar su candidatura a gobernador por el PRD, apoyado por Los Chuchos.
Ríos Piter coincide con Ebrard y Aguirre en que cambian de colores más pronto que un camaleón: fue funcionario panista con Fox, priísta y perredista con otro camaleón, Zeferino Torreblanca, quien fue alcalde priísta de Acapulco, y se pasó al PRD, que lo hizo gobernador de Guerrero, y hoy pretende repetir como alcalde del puerto, aunque allí se topará con el protegido de su ex pupilo Ríos Piter, Ángel Aguirre Jr., como se dijo.
Por desgracia, como estos especímenes hay muchos políticos mexicanos, varios gobernadores actuales: Fernando Toranzo, PRI-San Luis Potosí; Graco Ramírez, PRD-Morelos; Arturo Núñez, PRD-Tabasco, y ex, tipo Ismael Hernández Deras, PRI-Durango; Leonel Godoy, PRD-Michoacán; Tomás Yárrington, PRI-Tamaulipas, y Fidel Herrera, PRI-Veracruz.
Sólo para dar unos ejemplos de los impresentables.
Ojalá esto lo tomen muy en cuenta los electores en las renovaciones de ejecutivos estatales que se darán en cascada a partir del año próximo, porque los estados y el país merecen mejores gobernantes.
La lección de Osorio Chong merece ser profundizada: que el sistema de investigación de seguridad pública federal, encabezado por el CISEN, investigue a fondo a los anarcos que creó López Obrador como jefe de gobierno, el mismo que contagió a las prepas capitalinas de esa pus nauseabunda.que causan alborotos en el país, sobre todo en el DF, la UNAM y el Edomex, que tienen por viveros la Universidad de la Ciudad de México.
Eso servirá para que, conforme a la ley, se eche el guante a los cabecillas, que aparecen en todas las algaradas para ofender a la ciudanía y meter en jaque a las autoridades, y tienen por defensores de oficio a René Bejarano, Lola Padierna y cómplices.
