El 20 de noviembre, cuando también se cumplirá el centenario natal del destacado escritor y activista político mexicano José Revueltas Sánchez, tendrá lugar -si no se suprime como en 2013- el tradicional desfile cívico y deportivo con que desde 1917 es recordado el inicio de la Revolución que encabezó Francisco I. Madero.
En diversas ocasiones han participado deportistas profesionales y medallistas olímpicos, pero en 1945 el desfile fue especial y hasta se adelantó dos días, al 18, para que tomaran parte los miembros del Escuadrón 201 que en esa fecha habían llegado por ferrocarril a la estación de Buenavista en la Ciudad de México.
Se trataba de los voluntarios mexicanos que, convocados por el gobierno, tomaron parte en la Segunda Guerra Mundial y regresaban después de sus acciones militares en Filipinas. Fueron 290 soldados los que partieron en 1944, 285 los que regresaron en 1945 porque cinco fallecieron en acciones bélicas, y una veintena o menos quienes aún viven, ya nonagenarios.
En 1951 fundaron la Asociación Mexicana de Veteranos de la II Guerra Mundial que actualmente preside el sargento armero Fortino González Gudiño, y toman parte en los aniversarios de la Fuerza Aérea Mexicana; en julio pasado conmemoraron 70 años de su salida al frente de combate, y tienen reuniones en Tepoztlán, Morelos, donde reciben homenajes de los alumnos de la escuela ‘Escuadrón 201’.
Este año, el 20 de noviembre también será especial porque, además, el sargento González Gudiño cumplirá 95 años de edad según dio a conocer su hijo y secretario socio civil de los Veteranos, Alberto González Ramírez, en el blog archivotomasmontero.org donde se muestran fotografías de aquellos héroes a su regreso al país, tomadas por el fotoperiodista Tomás Montero Torres, de cuyo trabajo -por cierto- hay actualmente una exposición en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.
González Ramírez comenta, para quienes conocen poco o nada de esta historia, que dos miembros del 201: el coronel Antonio Cárdenas Rodríguez y el capitán Radamés Gaxiola Andrade, figuraron entre los testigos de la rendición incondicional de Japón ante el general estadunidense Douglas Mac Arthur el 1 de septiembre de 1945.
Y sobre lo que escuchó de su padre, dice que “a mis hermanos y a mí nos platicaba que (cuando regresaron de la guerra vía Estados Unidos) tomaron el tren de Nuevo Laredo rumbo a la Ciudad de México, pero que hicieron mucho más de 30 horas porque en todos los pueblitos los paraban para recibirlos con comida y, según el lugar, con música norteña, sones o mariachis…”.
También menciona que se emocionó hasta el llanto cuando, al tomar contacto con las nietas de Tomás Montero encargadas del rescate de los archivos de este fotorreportero, y recibir las fotografías del Escuadrón 201, encontró una donde su padre Fortino recibe la bienvenida con el abrazo materno de su abuelita Teresa González.
Son coincidencias afortunadas de un tema que al tecleador le trae varios recuerdos, porque un tío suyo, militar, le contó su frustración por no haber sido seleccionado para formar parte del Escuadrón 201; porque las oficinas de la Asociación están a dos cuadras de donde nació y vivió en Tacubaya y por eso tuvo oportunidad de conocer a alguno de aquellos veteranos, y porque el fotógrafo Montero Torres fue su maestro cuando estudió periodismo.
En aquel desfile conmemorativo de la Revolución, del 18 de noviembre de 1945, los soldados del 201 fueron tratados con tal emotividad por el pueblo cuando llegaron al Zócalo de la capital mexicana, que según narró don Fortino a sus hijos, “cuando por fin lograron llegar a sus casas les faltaban botones o distintivos del uniforme: todos querían tocarlos y conservar algo de sus héroes”.
Hace ya siete décadas, pero varios viven aún y de sus actividades es posible enterarse a través del sitio escuadron201.org.mx. Parece que, pese a su edad, tienen demasiadas ocupaciones.