¡Increíble!

Arturo Trejo Villafuerte*

¡Increíble!


"Hace aproximadamente 30 ó 20 años le dije a mi mujer que no se acostumbrara al cuchitril de la Colonia Bondojito donde vivíamos: Esto es temporal, acaso seis años...".

¡Increíble!
Economía
Noviembre 20, 2014 23:11 hrs.
Economía Municipios › México Estado de México / Texcoco
Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

UNO. Cuánta razón tenía el gran poeta Alí Chumacero: “Mujer que no da dinero da mala suerte”. Y todo viene a colación por la declaración pública de la señora Angélica Rivera Hurtado sobre sus bienes inmuebles y todo el sacrificio que le ha representado el hacerse de ese pequeño y humilde patrimonio. Obvio: todo ello lo ha hecho sola, con su esfuerzo, incluso sus hijos, ya que nunca menciona la aportación de sus cónyuges a ese capital, lo que implica que ella mantiene a sus esposos, de quienes debemos de pensar que son unos auténticos cinturitas. Todo lo que mencionó fue increíble, como historia de cuento de hadas.

DOS. Va mi historia para compararla con la de ella. Comencé a trabajar a los cinco años, como ayudante general en una tienda de producto de lana de unos árabes: los hermanos Issa. Ganaba 60 pesos a la semana cuando el salario mínimo era de $ 1.50 ó 1.80 diario. Luego, a los 10 años, trabajé con don Carlos Rojas y su hermano, joyeros, quienes me pagaban $ 120 a la semana. Era un buen sueldo.

A los 15 años fui jefe de una oficina de Kimberly Clark de México y ganaba bien y hasta me dieron de alta en el Seguro Social; luego a los 18 años comencé a colaborar en El Sol de Toluca, donde me pagaban por colaboración publicada y no ganaba mal; en esa misma época fui adjunto de profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, con Guillermina Baena, Gustavo Saínz y Máximo Simpson; después trabajé en la Dirección de Literatura del INBA donde ganaba muy bien –José López Portillo lo dijo: “Prepárense a administrar la riqueza”, la cual duró sólo cerca de dos años- y luego fui profesor de la Preparatoria Popular “Mártires de Tlatelolco”, la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco y veinte mil trabajos más: en radio Educación, en la SEP, en la Delegación Cuauhtémoc, en la Asociación de Escritores de México, en Gaceta y Radio UNAM, en Casa del Lago, en el CoNaCulta, la Universidad Autónoma Chapingo y muchas más, pero se los juro por mi querida madre, que no tengo una casa -producto de mis muchos años laborables- en Lomas de Chapultepec, ni un departamento en Miami, ni una casa para mi cabecita blanca en el fraccionamiento La Herradura.

Nunca he participado en una telenovela de éxito pero tengo 50 libros publicados, miles de páginas en los principales periódicos de México, participaciones en programas de radio y televisión. No soy famoso, no soy funcionario público y por lo tanto toda mi vida llena de trabajo sólo ha alcanzado para una humilde casa en un fraccionamiento llamado “Bonito Manzano” en San Vicente Chicoloapan, gracias al Infonavit de mi mujer y el Fovissste mío. No soy resentido y soy feliz.

Ahora mi pregunta es: ¿Necesito ser mujer de Peña Nieto para tener una “Casa Blanca” o tener un contrato de exclusividad con Televisa para poseer una mansión así? Por favor, amigos lectores, no me contesten, pero eso significa que el 99.99 de mexicanos vivimos en un error fundamental y nuestro trabajo ha sido sumamente mal pagado. Pensemos todo en ello, sobre todo los de salario mínimo y eleven al cielo sus plegarias para que Televisa sea nuestro patrón y alguien como Peña Nieto -o Angélica Rivera- ponga sus ojos en nosotros y nos haga feliz -un dueño de una mansión de las características de la “Casa Blanca” de Las Lomas.

TRES. Hace aproximadamente 30 ó 20 años le dije a mi mujer que no se acostumbrara al cuchitril de la Colonia Bondojito donde vivíamos: “Esto es temporal, acaso seis años, este sexenio, y nos cambiaremos a nuestra auténtica 'Casa Blanca'”. Pero seguimos ahí, aunque gané el concurso de Fovissste y comenzamos a reconstruir nuestra auténtica “Casa Blanca” en San Vicente Chicoloapan. Y digo que comenzamos a reconstruir, porque estaba en auténtica obra negra y no había una constructora que me ofreciera terminar de acondicionarla con el módico 9 % (¿anual?, ¿mensual?) y me la financiara aunque sólo les diera el 30 % del valor total de mi pequeña mansión. ¿Por qué dios es tan bueno con los ricos y a los pobres nos abandona? Mi hija la mayor ya se fue de casa y mi hija la menor ya no le tocará gozar de mi “Casa Blanca”, la cual, después de casi 10 años, sigue en proceso de ser habitable.

CUATRO. La gran moraleja de todo lo expuesto es de que nuestra clase política y las estrellas de Televisa -aunque sean mediocres- están el camino justo y correcto, van al Paraíso. Todos los otros humildes y simples mortales estamos equivocados y no tenemos derecho a protestar, porque de lo contrario, la fuerza coercitiva del Estado nos pondrá en paz. “Ah, mi país, oh mi país” dijera Efraín Huerta en un célebre poema.

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*Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus libros más recientes son la novela Lámpara sin luz, el libro de ensayos Sombra de las letras y la antología de poemas Árbol afuera.

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