Jugando Rayuela con Julito, en Guadalajara

Redacción TT

Jugando Rayuela con Julito, en Guadalajara


“La poesía no es de quien la hace, sino de quien la usa”. Fernando Rivera Calderón y Eduardo Casar reviven a Cortázar desde el más allá. En el marco de la FIL-Guadalajara 2014, “el acercamiento a la literatura es tan sencillo para algunos como difícil para otros”.

Jugando Rayuela con Julito, en Guadalajara
Cultura
Diciembre 05, 2014 19:06 hrs.
Cultura Municipios › México Jalisco / Guadalajara
Redacción TT › todotexcoco.com

Guadalajara, Jalisco.- El acercamiento a la literatura es tan sencillo para algunos como difícil para otros.

Quien hubiera estado en el Auditorio Juan Rulfo junto a Eduardo Casar y Fernando Rivera Calderón, sin conocer a Julio Cortázar, habría captado su esencia sin problemas: bastó un Equipo de poeta, confeccionado personalmente por Casar, para comprender de forma sencilla la labor creativa del escritor: una cinta métrica para medir versos, hojas de colores para que no tener que luchar más contra la hoja en blanco, un medidor para darle balance al texto, un nudo de madera para ponérselo en la garganta a la hora de escribir, una madeja de hilo para encontrar el hilo conductor e, incluso, el hilo negro, un letrero de “Libre” y “Ocupado” y un palito de madera para echarse.

Así, la labor de la escritura fue mucho más cercana tanto para los jóvenes como para todo aquel que no ha tenido la suerte de acercarse a la literatura.

“La poesía no es de quien la hace, sino de quien la usa” comentó Casar, al ritmo de la música de Rivera Calderón. Con una guitarra que apareció mágicamente y que debieron sacar de su ataúd, el escritor de “Diccionario del caos” musicalizó para los asistentes algunos versos de Cortázar. Una madeja de hilo que se propagó por todo el auditorio ayudó para comprender mejor la afirmación de Gonzalo Celorio al señalar que Cortázar es un arquitecto de puentes. A palabras de Rivera Calderón “Primero es la metáfora y luego la sacáfora”.

El acercamiento con Cortázar no pudo completarse hasta que Casar y Rivera Calderón pidieron al público que emanaran un fuerte “Ohm” para evocar al espíritu del Cronopio Mayor y traerlo al presente. El público propagó un fuerte “Ohm” y la voz de Julio comenzó a escucharse; lo habían traído de regreso. Una nube de humo borreguil inundó el auditorio y, de la mano de Rivera Calderón emergió Julito, más pequeño y un poco despeinado, dispuesto a responder las preguntas que se le hicieran.

El poder del juego y del performance para desmitificar la idea errada de la literatura como algo ajeno, complicado y de difícil acceso surtió su efecto: el humor, la empatía, la música e imaginación pueden armar el kit perfecto para demostrar que la literatura también tiene su lado divertido y juguetón, y que nunca es tarde para acudir o acercarse a ella.

El que escribe tiene formas de reconocerse a sí mismo. Los jóvenes que asistieron a la charla lo advirtieron.

Eduardo Casar encontró una manera afortunada y generosa para poder explicar las metáforas y su utilidad en la vida cotidiana: el humor, como arma, siempre saldrá airoso en todo tipo de contiendas. “Arriesguémonos a la escritura” señaló Casar, después de sacar un pequeño conejo blanco de su boca y narrar el cuento de Cortázar donde un departamento comienza a inundarse de conejitos que van brotando de la boca del personaje principal.

Rivera Calderón, forrado de papel periódico, leyó en voz alta el cuento de Cortázar “El diario a diario”. Si no sabían lo que es un Cronopio o un Fama seguramente después de la charla esa duda quedó disipada. La literatura no sólo puede ser un juego con el lenguaje, sino también con nuestra mente, con el lector, con las páginas, con las imágenes que brotan sin cesar de nuestra cabeza conforme se comienza a leer. Después de eso, la división entre realidad y ficción poco importa.

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.