La crisis de México no es virtual, es tan real como los muertos que a diario genera la impunidad, como la connivencia de autoridades de todos los niveles con el crimen común y como las presiones económicas que ya nos tienen en recesión a pesar de todo lo que se diga.
Es decir, no se trata de un problema de comunicación, pues el jefe del Ejecutivo habla todos los días, tampoco de la ausencia de leyes para atacar tal o cual fenómeno político, económico o de seguridad, sino de una ausencia de acciones públicas efectivas para cambiar.
Algún reduccionista diría que tan sólo con la aplicación de la Ley vigente, “caiga quien caiga” México sería diferente, porque el gran problema de este país, es la corrupción que invade todas las áreas y que es protegida con impunidad, desde el poder.
Porque el tema de inseguridad tiene su fondo en la corrupción de las autoridades, como se les quiera llamar o de cualquier nivel.
Desde el policía que “rentea” al asaltante callejero, como el político, procurador, juez o titular de seguridad que protege a los capos del crimen organizado pasando por las drogas, el secuestro, extorsión, tráfico de personas, pornografía, prostitución, piratería, informalidad, juego, salteadores de caminos, asesinos y demás.
También en esos niveles de corrupción se mueven partidos políticos con la venta o canje de posiciones de poder, desde delegaciones hasta diputaciones, senadurías, gubernaturas, secretarías, direcciones, jefaturas, alcaldías, ¡Todo!
Y ni que decir lo de las concesiones que se subastan al mejor postor o donde los mismos funcionarios se vuelven empresarios y se “otorgan presupuestos para obra pública, viajes, atenciones médicas, asesorías, menajes, comidas de sus propios negocios.
En todo donde hay dinero, incluyendo la extorsión a delincuentes, venta de libertades (jueces) protección (policías y MP), otorgamiento de permisos de importación-exportación, construcción, bares y cantinas, casinos, tienditas, derechos de paso, licencias y demás.
Todo es corrupción y aunque dicen que para hacer tales afirmaciones se deben tener las pruebas y exhibirlas, contestamos que a todos ellos, incluyendo legisladores, los señalamos de corruptos, no de tontejos.
O qué ¿Lo que hacen los dizque representantes populares que fueron elegidos por pertenecer a una corriente, la abandonan y se van a otra para llevar consigo las prebendas económicas y los negocios que hacen con el tráfico de poder y que llaman “gestiones” que cobran en votos o dinero, no es corrupción?
Y luego cínicamente esos presupuestívoros, vividores del negocio llamado política ya sin vergüenza, reconocen cínicamente que nadie cree en ellos.
Estamos ante una crisis sí, pero donde quienes tienen el poder son culpables, aunque se diga que la sociedad tiene la culpa y que el pueblo mexicano tiene los gobernantes que se merecen.
No, no creo que los mexicanos merezcamos esta clase política rapaz, ratera, cínica que nos entrega a una violencia criminal, nos coloca al borde del abismo económico y que sin embargo, se regodea en un presupuesto cada vez más obeso que no alcanza para atender necesidades colectivas, sino sólo a esa casta de rufianes que hoy disponen de los dineros del pueblo desde el poder.
Algo se tendrá que hacer porque como dice el analista Alfredo Jalife, el país se encuentra en una revuelta generalizada por culpa de lo que él define como una CLEPTO-MAFIO-CRACIA.
