A Marifer Casas por su precisa prosa.
La de diciembre ha sido la luna más hermosa. Casi termina la penumbra y permita, en enero, concluya el año aciago. Acaricia uno, nuevo, que acaso acabe con el daño. Recordarle: “la violencia no reduce, si habla mucho y poco dice”. Dejemos la retórica y entremos en materia. Sí, porque en el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que conmueva tan hondamente, que acaricie el espíritu y dé vuelo desusado a la fantasía como la luz apacibles y desmayada de la luna, diría, sin sarcasmo Gustavo Adolfo Bécquer. Como también Antonio Gala, con fina ironía: Alguien ha dicho que la luna está tan pálida porque hace exclusivamente vida de noche. Claro que sí, el amor es como la luna,... todos la vemos pero desde un punto distinto, añadiríamos, porque todo hombre es como ella, con una cara oculta que a nadie enseña. Un genio que descubre que la piedra que cae y la luna que no cae, representan un solo y mismo fenómeno. Queramos o no el verdadero amor es como la luna; hay días en que no se ve, pero sabemos que está ahí. Con la libertad de escribir, el aroma de las flores, la cultura de los libros y la belleza de la luna quién, preguntaríamos, no sería feliz. Aún en estos tiempos como dijimos hace poco. Cuánta razón decir: Si vistes la luna reflejar serena entre las aguas de la mar sombría. Cuando se calme nuestra amarga pena, sentirá el corazón melancolía. Bety, sé que cuando a ti te veo, contemplo el cielo. Comparamos nuestra alegría, con la luna, sin recelo. ¿Adónde vas? ¿De qué regiones vienes? ¿Quién da a tu rostro ése celeste olvido? ¿Qué Dios sin fuego con su luz te viste? Y me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido... Y se quedarán los pájaros en canto, porque sin ti y sin luna, solamente habrá desencanto.
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