En algunos estados del Imperio se ha redefinido el uso y consumo de la mariguana, ya sea con fines medicinales o como ayuda recreativa, para sustituir al alcohol y perder ciertas inhibiciones que impiden la socialización. Allí, su siembra y consumo es legal.

Pues resulta que a la DEA se le volteó el chirrión por el palito; clama en su desesperación que cárteles mexicanos trasiegan ilegalmente la mariguana cultivada legalmente, lo que pone a los directores de esa agencia anti drogas fuera de sus casillas, porque pierden, para Estados Unidos, el control de ingresos por consumo de mariguana vía impuestos, cuando se comercializa donde es legal y, además, pierde el control de dinero negro que allá se recicla en su economía para operativos policiacos y políticos, como ocurrió con el caso Irán-Contras, cuya elaboración y ejecución convirtió el coronel Oliver North en un militar condecorado, reconocido y aclamado por sus autoridades.

La DEA, que por nada contiene su obtusa imagen de lo que debe ser el mundo y cómo servirse del dinero negro producido por el narcotráfico, actúa con el cinismo necesario y disfraza, con el uniforme de la marina mexicana, a sus agentes encubiertos; sin rubor diseña y pone en operación actividades ilegales que lesionan la soberanía de México, como ocurrió con el Rápido y furioso, del que nadie resultó culpable, pero fue útil a la Casa Blanca, para armar a los cárteles mexicanos que operan de este lado de la frontera, por cuenta, riesgo y protección de esa agencia antidrogas.

No debe perderse de vista que el dinero negro producido por el narcotráfico “controlado” por Estados Unidos, es suficiente para resolver, de una vez por todas, los problemas económicos de una nación del tamaño de la mexicana, o de zonas tan lastimadas como algunos países de Centro América y el Caribe.

La experiencia de la Ley Seca hizo comprender a las autoridades de procuración de justicia de Estados Unidos, que el crimen organizado no debe combatirse, sino administrarse y acotarse, para evitar inútil derramamiento de sangre, y así servirse del dinero ensangrentado como ungüento que lubrica las necesidades extralegales de los gobiernos, y les permite hacer lo que ha de hacerse para mantener una paz social adecuada, sin sobresaltos, lo que también facilitará el control sobre las policías, para evitar que cometan abusos como el de matar negros por quítame estas pajas.

Desquiciados los directores de la DEA, porque de la legalidad ya sacan raja en el comercio ilegal de la mariguana.