Parece que el ánimo festivo de los días navideños llegó a hacer de las suyas entre los funcionarios de primer nivel, que se han dedicado a inventar toda suerte de cuentos que más que propósitos, parecen peticiones a Sancho Clós o como lo llamen en sus respetables hogares.
Alfredo Castillo, comisionado, de hecho virrey de Michoacán, dice con plena firmeza que “la Tuta será capturado” lo que resulta obvio si no es que aparece en alguna posición de testigo protegido por ejemplo en Estados Unidos, pero lo declara cuando los guardias comunitarios, autodefensas campesinas, policías rurales y la variopinta conjunción de civiles armados, se levantan en una protesta, bloquean carreteras, imponen agenda y obligan al joven delegado a aceptar una reunión con ellos cada diez días.
Advierten los pastores de tales grupos que entre ellos, y señalan dónde y cuáles, se han colado ex capos principalmente de Los Caballeros Templarios y de grupos similares que controlan la zona que va desde Lázaro Cárdenas, puerto, hasta Manzanillo. La zona en disputa de siempre, pues es la entrada del contrabando de precursores chinos para elaboración de anfetaminas.
No todo para allí: diversos sectores sociales en forma tímida, por ahora, sugieren, proponen, piden que a Castillo y los achichincles con los que llegó, se les haga una inspección detallada, exhaustiva, y con implicaciones legales, para saber con cuánto han arramblado de los recursos que fueron canalizados, durante el tremendo caos de la integración y entrega de armamento y vehículos a los rurales predilectos del Comisionado.
En semanas pasadas publicamos la relación de percepciones de Castillo y su equipo de trabajo que, sorpréndase el amigo lector, sobre pasa en mucho el número de funcionarios de primer nivel del gobierno estatal. Sus salarios llegan a alturas jamás sospechadas por los políticos tarascos que quizá por tal razón, se dedicaron los años recientes, digamos de Lazarillo para acá, a juntar toda la plata posible para un inminente desempleo al cambio de siglas en el gobierno estatal.
En las siguientes semanas a la formación de las distintas policías, a las que no se les pidió la entrega de sus armas privadas, todas de alto calibre, pero se les proporcionaron nuevas del mismo tipo, comenzaron a circular por todas las zonas campiranas de Michoacán camionetas Cadillac, Lincoln,Suburban, Hummer y BMW. Todas, se mostró en fotografías reproducidas en internet o en periódicos locales, en manos de los nuevos capos, uno de ellos, notorio y multiacusado de ligas con el crimen organizado, El Abuelo.
Otro denunciado desde que hizo su aparición entre los civiles armados, fue Simón El Americano, a quien no sólo se le lanzó una acusación al aire, sino que detallaron sus actividades como jefe de plaza de los Templarios, y antes de otra organización de narcotraficantes. Era el súper poder en la región que curiosamente vuelve a estar en disputa, pero ahora con sospechosa participación de los civiles en armas.
Ya casi es navidad. Compartamos el optimismo de Castillito y aceptemos creerle que algún día caerá La Tuta. Y que los cerriles guardias rurales o comunitarios volverán pacíficamente al redil.
Son borregos, cierto, pero cimarrones, así que ¡cuidado don Alfredo!
