Claroscuros y artimañas del poder

Arturo Trejo Villafuerte*

Claroscuros y artimañas del poder


“Luego dice nuestro ocurrente Procurador que ya los mataron, y parecería que ahí muere todo, pero ahora como parte de una investigación seria y capaz, debemos de llegar a los porqués: quiénes se los llevaron y por qué, además, de saber dónde están los cuerpos”.

Claroscuros y artimañas del poder
Política
Enero 22, 2015 17:00 hrs.
Política Municipios › México Estado de México / Texcoco
Arturo Trejo Villafuerte* › todotexcoco.com

UNO. No queda nada claro en el caso de los normalistas de Ayotzinapa. Se encuentran unos restos y se sabe, por el ADN, que pertenecen a uno de los muchachos y entonces viene la pregunta: si andaban juntos ¿dónde quedaron los otros 42? Y viene otra pregunta: “Los guerreros unidos” que siempre dejaron fosas por aquí y por allá, que nunca se preocuparon por limpiar su suciedad criminal, de pronto se vuelven sépticos y deciden quemar los cadáveres de 43 muchachos que no son sus enemigos del narco, que no les habían hecho nada.

Viene la pregunta elemental: ¿no se tomaron demasiadas molestias por desaparecer los cuerpos de estos jóvenes estudiantes? En una colaboración anterior decíamos que la “Guerra Sucia” está muy cerca en el tiempo, que hay heridas entre los guerrerenses que aún no cierran: muchos desaparecidos anteriores, familias desmembradas por las fuerzas policiacas y por el ejército, cuestión que es innegable y que no le corresponde resolver, directamente, al gobierno de EPN; sin embargo es algo que está aún presente en la vida de muchos de los sobrevivientes de esas épocas y todos miran y señalan hacia los cuarteles, como manifestó el general Francisco Gallardo.

Y no debemos de asombrarnos: el brazo armado obedece y ejecuta. FeCal lo sabía y los utilizó para sus fines aviesos: legitimizarse y darle un lustre de respetabilidad a un gobierno que partió de la trampa y el engaño. La llamada “Obediencia debida” que ha permitido la impunidad a muchos militares chilenos y argentinos que cometieron actos atroces contra civiles y que se escudan en el “obedecimos órdenes”. Si el ejército mexicano nació de la conflagración armada de 1910, su “obediencia debida” no es sólo con sus altos mandos sino con el pueblo de México: ellos están para servirlo, no para masacrarlo.

DOS. Muchos articulistas de derecha o cercanos al gobierno, dicen que es un error abrir los cuarteles porque entrarán ahí enemigos del sistema y que a nuestro sacrosanto ejército podrían hacerle una mal obra a la información que reciban. ¿Les cae? Si no tienen nada que esconder deben de mostrarlos porque no hay tales enemigos jurados, les preocupa más en realidad la sombra de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas, quienes fueron producto de la desesperación popular que se respiraba en ese entonces. Como ahora.

TRES. Tengo frente a mí un cartel con los rostros de los 43 desaparecidos y la cantidad que ofrecen a quien aporte datos que ayuden a su localización. Son rostros de muchachos que tenían una vida por delante, hay gestos tristes y melancólicos, hay caras sonrientes y llenas de vida, lo que es claro es que ninguno merecía lo que les ha pasado.

Acompaña al cartel una cifra. Es una cantidad importante y sorprende que nadie, en medio de la pobreza de Iguala y Cocula, Guerrero, haya dicho nada. No hay soplones, no hay señales de alguien que vio o notó algo raro, fuera de lo normal. Los 43 muchachos aunque estén detenidos hacen bulla, ruidos, bulto. ¿Y sus celulares? La mayoría de ellos llevaban uno. ¿Se ha tratado de localizarlos? ¿La Procuraduría ha rastreado los números? Con los adelantos modernos, como los GPS, es muy fácil rastrear a los aparatos: ¿qué hicieron con ellos quienes se los llevaron?

CUATRO. Escribimos de claroscuros pero aquí hay más puntos oscuros que claros. Las líneas de investigación no han apuntado en las múltiples direcciones que deberían, lo que causa insatisfacción entre los afectados y desconcierto en la Opinión Pública. Demasiadas divagaciones que no nos dejan ver nada claro. Luego dice nuestro ocurrente Procurador que ya los mataron, y parecería que ahí muere todo, pero ahora como parte de una investigación seria y capaz, debemos de llegar a los porqués: quiénes se los llevaron y por qué, además, de saber dónde están los cuerpos. No la tienen nada fácil quienes nos deben de dar una respuesta pública y veraz.

Y las artimañas del poder se mueven por el lado de los comentaristas de televisión levanta cejas, aliados fieles, y de periodistas con compromisos muy claros con el gobierno, con el poder, siguiendo la técnica Goebbels: una mentira repetida miles de veces termina considerándose una verdad. Y así están ya masajeándonos con esas semi-verdades y esas semi-mentiras, pero no resuelven nada. Qué feo asunto.

CINCO. Y por si esto no fuera bastante, aparece otra humilde mansión del señor de las telenovelas, del esposo de Gaviota, denunciado por un periódico gringo que es muy serio y formal. Y se dice con mucha fuerza que el señor va a renunciar, no porque la estulticia ya lo alcanzó ni mucho menos, sino por motivos de salud.

Este gobierno de televisión sencillamente no avanza para ningún lado, la crisis ya está aquí a la vuelta y los señores que administran la riqueza del país no dan una: pensaron que todo era vender y hacer como que hacían y el mundo se les viene encima estrepitosamente, tanto como al pueblo de México se le ha venido encima el mundo desde hace treinta y tantos años.

Lo canijo y que ya raya en cinismo, es que hasta el momento de hacer este artículo, nadie del gobierno de EPN había dicho esta boca es mía. Con tal, que el pueblo se acostumbre a ese estado de cosas.

Y luego dicen que viene otro presidente de telenovela, el gobernador de Chiapas, quien ya prepara su enlace, of course, con un estrella del canal de las estrellas. Uff.


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* Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus más recientes títulos publicados son: Perros melancólicos (cuentos policiacos, antología, Cofradía de Coyotes, 2012), Árbol afuera (poemas, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2013. 124 pp.), Amar es perder la piel (Ed. Molino de Letras-UACH, México, 2013. 194 pp.), Lámpara sin luz (novela, Fondo Editorial Mexiquense, México, 2013. 267 pp.), Árbol afuera (poemas, antología, Cofradía de Coyotes, México, 2013. 108 pp), Abrevadero de Dinosaurios (antología de mini-cuentos, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 110 pp.) y Cartas marcadas (antología, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2014. 112 pp).

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