Esto es algo que se parece al célebre escrito de “A sangre fría” de Truman Capote, en la que narra la historia de dos desequilibrados que asaltan una granja, en principio, para robar a los habitantes pero termina por masacrar a una familia. Todo, por centavitos.

En el caso de Gutiérrez de la Torre, heredero de la fortuna acumulada por su padre, luego de décadas de explotación de los pepenadores, de apropiarse de los tiraderos de basura de la ciudad de México y de construir, paso a paso, una organización terrorista con sicarios, verdugos y todo tal cual pandilla neoyorquina o mafia italiana.

Dice el periódico Excélsior: “El padre de Cuauhtémoc, Rafael Gutiérrez Moreno fue asesinado en 1987 por obra intelectual de su propia esposa. A partir de ahí el control de la basura se repartió entre la familia”.

Conforme avanzaron las investigaciones las culpabilidades se fueron diluyendo hasta desaparecer. Y ahora, se anuncia, Guillermina, la supuesta o real asesina de su esposo, será legisladora gracias al apoyo del PRI, que no pudo o no supo cómo deshacerse del cacique citadino al que se señala, además, como quien palomea las listas de tricolores aspirantes a delegados o a legisladores locales.

Es sabido que los priistas no esperan grandes cosas de las elecciones en el DF, pero de eso a lanzar a una señora de tan confusos antecedentes, que la llevan no sólo al asesinato como dice el diario mencionado, sino a la apropiación de recursos del gobierno de la ciudad, para controlar deshechos industrializables.

Se sabe que la familia de Gutiérrez de la Torre acapara el control de las botellas desechables de agua y que es el principal exportador de tal producto a China. También es quien maneja la planta de desperdicios y todo lo anterior bajo el financiamiento de las autoridades locales. O sea, una vez más, pagados con nuestros impuestos.

Como detalle folclórico, Cuauhtémoc tiene una casa en el sur que debe ser una de las más grandes curiosidades de la ciudad. Con una estructura que por metros se asemeja a una mezquita, en el resto usa del aluminio dorado y de las superestructuras erigidas con lo que parecerían ser desperdicios recogidos de algún basurero.

Por insólita, debería ser paso obligado del Turibús como seguramente lo es la Casa de los Perros y varias casonas más del centro de Coyoacán. Sólo como colofón: ¿así quieren que votemos por ellos?