Una narración vertiginosa da inicio a la novela corta ‘La casa junto al río’, de la escritora Elena Garro, que cuenta la estremecedora historia de una mujer sola en busca de sus muertos en un país extraño, donde el ambiente es hostil y crea una atmosfera agobiante que la lleva al borde de la paranoia.

En esta pequeña pieza literaria la narradora y dramaturga maneja a la perfección elementos de misterio, suspenso y terror que combina con personajes siniestros que llegan a ser detestables, pero que mantienen la atención del lector, que no querrá detenerse hasta saber qué está pasando realmente en ese pueblo español al que llega Consuelo Veronda -la protagonista- para encontrar su pasado y acercarse a sus ascendentes ya desaparecidos.

En ‘La casa junto al río’ (Ediciones B México, colección Zeta Ficción, 141 páginas, primera edición, mayo 2011), la autora plantea un esquema de eterno-retorno yuxtapuesto o confrontado con lo histórico, en el cual el personaje central descubre que el pasado que ha ido a buscar e intenta revivir en la aldea asturiana –nunca nombrada- de sus ancestros, es un pretérito inventado por un grupo de impostores que la hacen sentirse blanco de una confabulación alucinante en la cual participan agentes encubiertos mezclados con funestos personajes del vecindario.

Los aldeanos tratan por todos los medios, especialmente el pavor, de estorbar los esfuerzos de Consuelo para descubrir la verdad sobre la muerte de sus tíos Adelina y José Antonio, misterio que se convierte en el enfoque central de su visita al pueblo y cuya resolución se vuelve obsesiva para ella.

En esta obra Garro utiliza dos voces narrativas, la de la narradora en tercera persona que cuenta la historia, y la de la protagonista, la cual da otra perspectiva de los acontecimientos para crear así un texto basado esencialmente en un panorama doble; uno de los métodos principales para logra esta combinación es el uso del estilo indirecto libre, que la escritora maneja con gran habilidad y aumenta la impresión de que la narradora y la protagonista son equivalentes. La combinación de las voces acrecienta la afinidad entre ambas y posibilita que el lector las relacione fácilmente.

Consuelo regresa a España después de la muerte del dictador Francisco Franco para rastrear sus raíces en la casa junto al río, propiedad de su familia, de la cual salió siendo muy niña, cuando sus padres tuvieron que emigrar a México por la Guerra Civil.

En este angustiante texto, Garro pone de manifiesto los viejos rencores que todavía en 1983, cuando fue escrita esta obra, despertaba el recuento de las atrocidades que republicanos y falangistas cometieron durante ese periodo de la España contemporánea.

Desde su llegada al poblado, Consuelo no puede moverse sin ser espiada, situación que aumenta el presagio de que hay una intriga en su contra que habrá de descubrir; encuentra en ruinas la vieja casa junto al río, pero también un muro de sospechas y mentiras que llevan al lector a preguntarse por qué a los aldeanos les preocupa tanto la presencia de la extranjera.

El universo que presenta la escritora en este y otros relatos es cerrado, hostil y hasta podría decirse que paranoide, ahí el realismo se mueve bajo el aliento de la persecución existencial. Consuelo es una mujer perseguida por un pasado, solitaria y desamparada que va descubriendo de a poco los hechos terribles que acabaron con su familia; solo hay un personaje que trata de protegerla dándole pistas sobre la conspiración en su contra, pero los aldeanos lo cercan y muere en el atentado contra un banco, del que la culparán a ella.

Al contrario de un héroe de película policiaca, Consuelo no logra restablecer la normalidad en esa sociedad, o tal vez esta novela representa otra visión de la comunidad en la que la normalidad es la conspiración, la maldad y no la bondad, y lo que interrumpe el orden no es el complot sino la presencia de la inocencia y la bondad, es decir, Consuelo misma.

‘La casa junto al río’ presenta seres que son un eco de ellos mismos y recrea un ambiente apocalíptico que augura un final imaginable para la protagonista, pero narrado de una forma inesperada y perfecta.

Post Scriptum

Elena Garro (1916-1998) narradora, poeta y dramaturga, estudio Letras en la UNAM y también fue coreógrafa y actriz del Teatro de la Universidad que dirigía Julio Bracho. En 1937 se casó con el escritor Octavio Paz, con quien viajó a España donde conoció artistas e intelectuales y a finales de la década del 40, durante su estancia en Europa entabló amistad con André Breton, José Bianco y Adolfo Bioy Casares.

Su primera novela, ‘Los recuerdos del porvenir’, en la que aborda los problemas de la guerra cristera, le valió el Premio Xavier Villaurrutia en 1963. Su obra literaria incluye novelas, cuentos, obras de teatro y guiones cinematográficos; su novela ‘Testimonios sobre Mariana’ la hizo acreedora al Premio Grijalbo en 1981.