La Mano de Cristo está más cerca de lo que creemos…

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NESTOR MORA

La Mano de Cristo está más cerca de lo que creemos…

La Mano de Cristo está más cerca de lo que creemos…
Religión
Abril 15, 2015 07:02 hrs.
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Con el jubileo de la misericordia se empiezan a leer y escuchar bastantes opiniones que pueden confundirnos y desorientarnos. La misericordia es un don de Dios, no es algo que los seres humanos podamos utilizar como una herramienta a nuestro antojo. La misericordia está siempre unida al arrepentimiento, ya que si se ofrece sin la humildad de quien se reconoce imperfecto, limitado y falible, se convierte en complicidad. La complicidad es aparentemente menos exigente y más cálida, pero siempre nos exige devolver el “favor” prestado. La misericordia se ofrece esperando que sea aceptada por quien la solicita.

Desdeñaste la misericordia de Dios, sentirás la Verdad; si no despreciaste la misericordia, te gozarás en la verdad #SanAgustin (Comentario al Salmo 39,19)

La Verdad, que es Cristo nos llama a no pecar más al mismo tiempo que nos ofrece Su Misericordia más plena y absoluta. La mano de Cristo escribe en el suelo mientras nosotros creamos discursos ideológicos diversos. El conoce, El sabe, El penetra en nosotros hasta el final. No puede ser engañado por mucho que tejamos capas y capas de apariencias a nuestro favor.

Quien se cree por encima del bien y del mal, desdeña la misericordia de Dios. Quien cree que no necesita la misericordia de Dios, instante a instante, terminará por sentir la Verdad sobre sí. ¿Qué Verdad? A Cristo. La Verdad que nos traspasa y evidencia que detrás de la soberbia escondemos nuestras miserias e infidelidades.

Si no despreciamos la misericordia, la Verdad (Cristo) no llena, da sentido y fuerza. La mano tendida de Dios es el único camino para volver al Paraíso. Tal como sucedió con San Pedro cuando se sintió caer hundirse en las aguas del mar de Galilea. La Mano de Cristo es el signo más evidente de la misericordia de Dios. La Mano que nos sostiene y nos lleva con Él. Despreciar su Mano es, simplemente, aceptar hundirnos en lo que somos por nosotros mismos. Alejemos la soberbia y tomemos la Mano de Cristo.

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