Texcoco, Edoméx.- Con el ánimo que da la convicción, Jorge de la Vega, candidato a la alcaldía, y Manuel Uribe, candidato a la diputación local, se internaron por los pasillos del Mercado San Antonio de esta localidad el domingo 3 de mayo, por la tarde, al encuentro con la ciudadanía, al contacto directo.

Brillante día. Al filo de las 14:19 horas se estaciona el vehículo que le transporta, frente a Foto Plaza.

Recibe el saludo de varios de sus colaboradores el profesor Jorge de la Vega. Luego de cinco minutos desciende.

Un contingente de correligionarios empieza la algarabía y las porras.

Acto seguido, avanza rumbo al pasillo principal a la entrada del mercado.

Inicia así el recorrido dominical de promoción al voto por el PRD.

Luego de avanzar e intercambiar saludo con locatarios de los puestos de la entrada, se incorpora al trayecto Manuel Uribe, y juntos se presentan, charlan brevemente con varios comerciantes y vecinos que también les saludan al paso.

Sin la deliberada prisa que eventualmente conlleva el puro vuelo de cumplir la forma Jorge de la Vega y Manuel Uribe se dan tiempo, inclusive, de escuchar algunos reclamos de vecinos que de frente les reclaman la consabida idea, generalizada, de “ahora sí vienen a pedir el voto y después se olvidan del pueblo. Todos ustedes son iguales”.

Escuchan y sin embargo les invitan a revisar con calma las propuestas de gobierno.

Algunos reciben la propaganda ofrecida y otros la rechazan.

Justo en un puesto de comida dos mujeres les escuchan con visible recelo. Toman la propaganda de mano propia de los candidatos. Una de ellas la tira molesta de inmediato a un lado de su puesto.

Muy poca gente del contingente se da cuenta. Manuel Uribe se percata de la grosería. Regresa y la levanta sin decirle nada. Al desplante buena cara.

Es entonces cuando en los siguientes puestos de comida, de quesadillas, de barbacoa, ambos candidatos optan por darle el tiempo suficiente a la presentación, al motivo de su visita, y a la invitación franca para que emitan su voto por ellos. Que mediten, que reflexionen, porque no todos los políticos son iguales.

Entonces, se meten hasta la cocina de los negocios.

Ofrecen la propaganda de buena manera. Y ya nadie les hace el desaire.

Juntos avanzan por los pasillos y, literalmente, recorren todos los de esa sección del Mercado: de zapatos, legumbres, flores, comida, antojitos, tortillerías, aguas frescas, venta de lácteos, de chicharrón, de barbacoa.

Hacen contacto directo, visual y gestualmente con las personas.

Conversan, saludan de buen grado.

Y como en las corridas de toros: conectan con el público, y entonces la tarde de proselitismo perredista se configura en animosa fiesta colectiva.