Sarcasmos 136

Guillermo Farber

Buhedera

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Entretenimiento
Mayo 06, 2015 17:24 hrs.
Entretenimiento Nacional › México Ciudad de México
Guillermo Farber › diarioalmomento.com

La demostración suprema de valentía es ver a la mamá de tu esposa sacudiendo la escoba y preguntarle: “¿Cuál es el problema, suegrita, no arranca? / De pronto se escucha un estrépito de loza rota en la cocina y la señora exclama: “¡Oh Dios, Petra, ¿más platos?” “No, seño… menos.”

SÚPER HOMBRES

¿Recuerdas el célebre libro “Yo, robot” de Isaac Asimov, de 1950?

Lo que entonces parecía una muestra de ciencia ficción audaz, hoy luce más obsoleto que el cavernario sistema político de democracia representativa que lamentablemente padecemos.

Lee esta nota: “Los chinos han entrado en una zona que era tabú hasta ahora. Por primera vez en la historia, intentan alterar el código genético de embriones humanos. Mientras las computadoras duplican su poder de procesamiento cada dos años, a los humanos les ha estado ‘prohibido’ tocar su propio genoma.

Pero ahora estos investigadores chinos nos presentan un tremendo desafío social, tecnológico, ético y hasta moral. Si se comienzan a fabricar masivamente humanos súper genios mediante la ingeniería genética, ¿estaremos condenados el resto a seguir el sendero de los neandertales y ser reemplazados por una especie humana mucho más ‘evolucionada’ que tentativamente podríamos llamar, no sin ironía, el Homo Sinensis?”

YO, ROBOT

Asimov propone estas tres leyes de la robótica (que ya entonces, dada la infinita capacidad de malicia del ser humano, eran de una ingenuidad enternecedora):



1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por su inacción, permitir que un ser humano sufra daño (díselo a HAL, la enloquecida computadora-robot de la película “2001, Odisea del espacio” Kubrick, 1968).



2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.



3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley. Asimov atribuye las tres Leyes a Jon W. Campbell, en una conversación de 1940.”



LA PALABRA

Wikipedia: “El gran público conoció la palabra robot a través de la obra R.U.R. (Rossum’s Universal Robots) del dramaturgo checo Karel Capek, que se estrenó en 1921. Se escribía como ‘robotnik’.

Pero no fue Čapek quien inventó la palabra. En una carta escrita a la editorial del Diccionario Oxford, atribuye a su hermano Josef la creación del término. Originalmente los quiso llamar laboři (del latín labor, trabajo). Sin embargo, no le gustaba la palabra y pidió consejo a su hermano Josef, que le sugirió ‘roboti’. La palabra robota significa literalmente trabajo o labor y figuradamente ‘trabajo duro’ en checo y muchas lenguas eslavas.

Tradicionalmente robota era el periodo de trabajo que un siervo debía otorgar a su señor, generalmente 6 meses del año.” (Mira, casualmente la misma condena a que nos somete el sistema impositivo actual.)



LOS PRIMEROS AUTÓMATAS

Por si creías que esta rama de los caprichos mecánicos humanos es nueva:

“En el siglo IV antes de Cristo, el matemático griego Arquitas de Tarento construyó un ave mecánica que funcionaba con vapor y al que llamó ‘La paloma’.

También el ingeniero Herón de Alejandría (10-70 d. C.) creó numerosos dispositivos automáticos que los usuarios podían modificar, y describió máquinas accionadas por presión de aire, vapor y agua.

El estudioso chino Su Sung levantó una torre de reloj en 1088 con figuras mecánicas que daban las campanadas de las horas.

Al Jazarií (1136–1206), un inventor musulmán diseñó y construyó una serie de máquinas automatizadas, entre las que había útiles de cocina, autómatas musicales que funcionaban con agua, y en 1206 los primeros robots humanoides programables. Las máquinas tenían el aspecto de cuatro músicos a bordo de un bote en un lago, entreteniendo a los invitados en las fiestas reales. Su mecanismo tenía un tambor programable con clavijas que chocaban con pequeñas palancas que accionaban instrumentos de percusión. Podían cambiarse los ritmos y patrones que tocaba el tamborilero moviendo las clavijas.”



OOOOOOMMMMMM
Recuerda meditar cuanto puedas, cuando puedas.



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